Un observador externo diría que en estas semanas se ha movido entre sentimientos contradictorios. En medio de los ensayos de la gala con la que el
Ballet del Teatro Municipal festejó sus 50 años de existencia, murió la destacada bailarina y coreógrafa Pina Bausch.
Marcia Haydée (72 años), la directora del ballet chileno, la define como “la diosa de la danza contemporánea” alemana y recuerda que la conoció a comienzos de los 60 en Stuttgart, en la compañía donde esta prima ballerina, de origen brasileño, triunfó.
“Su muerte pudo haber sido más tarde porque justo había preparado la obra que es un homenaje a Chile por sus 200 años y que iba a presentar acá en enero de 2010”, dice y continúa: “Se perdió una gran mujer, muy tímida. Cuando terminaban los espectáculos y los bailarines la subían al escenario, ella se quedaba atrás”.
A pesar de los años que ha vivido en Alemania y Chile, Marcia Haydée mantiene el acento ‘portuñol’. Y esa alegría, propia de su país natal, la transmite en su agilidad y brillo de los ojos.
-El Ballet del Teatro Municipal está marcado por tres figuras: su creador, Octavio Cintolesi, su renovador, Iván Nagy, y usted. ¿Qué significa estar al frente en sus 50 años?
“Ya viví los 50 años de Stuttgart, mis 70 años... ahora son los 50 de la compañía de Santiago. Es una maravilla que se pueda celebrar 50 años de un cuerpo estable en Sudamérica, porque en esta región no existe la estabilidad para mantener algo tantos años. Esto habla muy bien de Chile y eso es lo más bello de esta celebración; estamos en Sudamérica y la compañía llegó a tener 50 años aquí”.
-¿Qué tiene de especial?
“Es muy especial y debiera estar todo Santiago celebrándolo, pero, claro, el público no tiene una relación con la compañía. En Stuttgart toda la ciudad celebra su compañía, aquí no, porque la relación que tienen con el ballet no es de las más fuertes. No son fanáticos de la danza”.
-Lo lamenta....
“Sí, lo voy a decir siempre. La única lástima que tengo es que el público no dé el valor, el amor y el cariño que debiera esta compañía. En Stuttgart, cuando salimos a la calle, la gente no nos deja caminar.
“Me encanta todo de Chile, la gente, la ciudad, pero la única pena es que no veo un fanatismo por esta compañía que en otro lugar como EE.UU. o París tendrían. Este ballet tiene a todo el mundo a sus pies cuando llega a Europa y aquí no es así”.
-¿Qué implica cumplir 50 años? ¿Renovarse?
“No, significa que sobrevivieron 50 años. Bailaron 50 años y eso es un gran logro; no son muchos los que lo han conseguido.
“Luz Lorca (su subdirectora) es para mí la representante de los 50 años de esta compañía; ella es la mujer que aguantó a este cuerpo de baile durante todos los cambios de director, coreógrafos y problemas. Esta compañía es su vida, pertenece a Luz”.
Marcia Haydée no se queda atrás en desafíos; tras 40 años como directora en Stuttgart, las cosas que allá probó y realizó también le han dado resultado en Chile como juntar en el escenario a “Los Tres” y el ballet. “Sé que funciona y no pongo al cuerpo en riesgo”, dice.
Su sueño actual es traer un programa en el que estén los tres más grandes coreógrafos del mundo contemporáneo presente: Willy Forthside, Hans Van Manen y Jiri Killian, pero no se atreve a hacerlo todavía por miedo, declara.
“Tengo miedo de que cuando escuchen los nombres dejen el teatro medio vacío y tengo demasiado respeto por esos hombres como para traerlos a un lugar donde no haya lleno. El público tiene que aprender, no la compañía. El ballet se está abriendo, puede hacer clásico, contemporáneo, musical, cualquier cosa, pero el público tiene que aprender cosas que no conoce. Si no hay un título como “El lago de los cisnes” o “La bayadera” no vienen”.
-¿Cómo lo explica?
“Son muy conservadores, ese puede ser el público que viene al Teatro Municipal, no lo sé... No me lo puedo explicar, si fueran lejanos a todo, podría ser más fácil, pero la ópera tiene su grupo de fanáticos, claro que es una elite.
“Hacer una gala de ballet en la Plaza de Armas no es riesgo, es algo seguro, pero el tema es entrar al teatro, pagar por ver. En Alemania uno deja de comer para pagar el ticket, acá a lo mejor es, quizás, con la ópera, pero no el ballet”.
-¿Las artes clásicas en Chile no serán para una elite?
“Puede ser, puede ser que el Teatro Municipal sea muy imponente. La gente de la calle piensa que el teatro es tabú, en los negocios me dicen
ah, pero yo no puedo entrar ahí. Parece que acá estamos muy lejos de todo.
Para esta prima ballerina, pareciera que esto es una espina. “La gente espera ver siempre lo de afuera porque creen que es mejor que lo que se tiene acá, y no es así. Yo traigo bailarines invitados no porque crea que son mejores, es para que el público se dé cuenta que lo que tenemos es tan bueno o mejor. Tengo un amor muy grande por esta compañía y quiero que tenga lo que yo siempre tuve, un público fanático que gritaba, tiraba flores y daba aplausos de media hora”.
“Bueno, los pueblos son diferentes, tienen diferentes reacciones”, concluye.
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