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Trabajando por la corresponsabilidad en los actos

La joven directora ejecutiva de la ONG El Encuentro no cree en el asistencialismo y muestra los profundos cambios que puede generar capacitar a la gente en informática.

15 de Octubre de 2009 | 09:17 |
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Es lo que algunos medios llaman una persona que ‘está cambiando Chile’. Con un trabajo silencioso, centrado en capacitar tecnológicamente a adultos, logra abrir un mundo de posibilidades a quienes se encuentran en una situación de mayor precariedad.

Su voz también se abrió paso en el programa “Dulce patria” de Cooperativa, donde los miércoles participa como panelista estable, aportando su singular mirada de la realidad.

Administradora pública, Paulina Silva está al frente de la corporación El Encuentro que el alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego, creó a fines de los 90 como forma de prolongar el trabajo que había realizado ahí desde que, en su época de estudiante universitario, se fue a vivir a Lo Hermida con otros compañeros.

El trabajo que realizan no es menor: a través de sus infocentros le han cambiado la vida a muchos, pero además se han convertido en verdaderos gestores de emprendedores, al capacitar a jóvenes para que instalen sus propios servicios técnicos.

“Peñalolén es una comuna muy simbólica, hay gente con mucha plata y gente muy, muy pobre, pero la segregación social ya no es tan grande como en el pasado. Se ha hecho un importante trabajo municipal”, afirma, dejando entrever su cercanía con Orrego.

-¿De verdad ves signos de integración?
“Los hay, cuando hay una actividad como un concierto, encuentras personas del más amplio espectro. No es una comuna cien por ciento integrada, pero se han dado pasos”.

-¿La estigmatización sigue siendo su mayor problema?
“No sé, ha sido considerada una comuna peligrosa, pero no es la percepción que tienen los peñalolinos, que ven a otras también mencionadas en los medios”.

Las palabras de Paulina resultan contradictorias con la profusa difusión que ha tenido el caso del grupo de pequeños delincuentes, habitantes de la comuna, conocidos como el ‘Cisarro’, el ‘Loquín’, el ‘Ceja’ que entran, salen y se escapan de centros del Sename.

De hecho este tema le molesta sobre manera. A la sola mención de ‘Cisarro’ corrige y afirma, ‘Cristóbal, por favor’. “Cisarro no se llama, tiene nombre”, acota dura.

La corporación de la que es directora ejecutiva desde 2006 capacita a adultos en el área de tecnología para así aumentar su capital social (incluidos franquicia Sence), pero también está detrás de una radio comunitaria exitosa y comienza su expansión a otras 6 regiones del país gracias a un acuerdo con Intel, pero a nivel escolar.

En una directa crítica a los medios de comunicación, la Poli, como le dicen, hace presente que la droga, el alcoholismo y la delincuencia vende mucho más que la importante y silenciosa labor que ellos realizan.

-Ustedes capacitan en computación a personas que casi no saben leer. ¿No es poner la carreta delante de los bueyes? ¿Pueden sacarle provecho a esa herramienta?
“Es que es al revés, quien no tiene acceso a las tecnologías hoy en día queda mucho más excluido del mundo. Es verdad que llegan a la corporación sabiendo leer muy poco, pero al enfrentarse a un PC, se dan cuenta que son capaces de aprender.
“De hecho, a la tercera clase se vuelan con el solitario... llegan tímidos y a medida que empiezan a aprender tú ves que se comienzan a sentar derechitos, orgullosos. Y ahí viene lo otro que hacemos que es nivelar estudios; deciden solos iniciar ese camino”.

“No hay nada más gratificante que ver a un hombre de 50 años, acompañado de su familia en pleno, de los vecinos y amigos, sonriendo orgulloso con su diploma en la mano, cuando a final de año ha completado sus estudios. Las personas descubren cosas nuevas y se empoderan”, comenta.

Paulina, de 29 años -quien comenzó su camino en el servicio público en la Subsecretaría de Telecomunicaciones y luego el Ministerio Público- no puede evitar comentar un reclamo que recibió: un preadolescente llegó a sus oficinas para protestar por el hecho de que, desde que le habían enseñado computación a su padre, ahora tenía que compartir el PC de la casa.

O que un vendedor de churros local, gracias a la navegación por Internet pudo ampliar sus conocimientos en el negocio, tomar algunas herramientas y armar una minipyme o un volantinero que descubrió que si compraba el hilo en el exterior lograba abaratar costos y terminó exportando cometas.

-Puede sonar paternalista, pero ¿abrirles el mundo no les genera más frustración?
“Para nada, nosotros no creemos en el asistencialismo, sino que en la corresponsabilidad en los actos y sólo esperan que les tiendan la mano. El PC es hoy una necesidad básica y la gente hace un esfuerzo, se endeuda por tener uno en la casa.
“Yo hice la práctica en El Encuentro y quedé movilizada; me impactó ver que había personas que no sabían usar un mousse y por eso, me interpreta que las personas que capacitamos pueden encontrar un trabajo gracias a eso. A las personas les cambia la cara cuando aprenden”.

-Tienes una visión más optimista que muchos otros.
“Sí, creo que los jóvenes nos movilizamos para hacer cosas y que no estamos tan mal. Hay capacidad para articularse y ahí estamos nosotros, el que quiera trabajar, bienvenido sea.
“Está claro que hay una alta asintonía entre la gente y la clase política, pero también una gran brecha entre mi generación y la que viene más abajo, la de mi hermano, que tiene 20 y que realmente no quiere nada con ellos”.
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