Mark Sims y Nicole Collier atestiguaron cómo su hijo se volvió muy nervioso durante los ocho años de pleitos entre ellos por la patria potestad. Isaac, ahora de 10 años, lucía temeroso y empezó a comerse las uñas.
Luego ambos tomaron un curso de seis semanas para padres separados o en proceso de divorcio y todo cambió. En las clases, ordenadas por una corte, aprendieron a controlar su enojo y a darle prioridad a lo que era mejor para su hijo.
Ambos vieron la diferencia en su retoño.
“Desde que hemos resuelto nuestros problemas, él realmente se ha relajado y está mucho mejor”, dijo Collier, de 37 años, una ama de casa en Los Angeles y con otros cuatro hijos.
El curso, que enseña a los padres cómo continuar su paternidad conjunta después de que su relación de pareja terminó, es parte de un acercamiento que busca ayudar a las familias a seguir adelante pese a un divorcio o una separación. Tales programas de paternidad ahora son obligatorios en 27 de los 50 estados del país.
“El divorcio es tan común en la actualidad, que las personas se olvidan que sigue siendo algo complicado, devastador en el plano emocional”, afirmó Robert Emery, director del Centro para Niños, Familias y la Ley de la Universidad de Virginia. Para neutralizar esto, Emery dijo que las clases para padres divorciados se enfocan en los hijos y buscan ayudar a los padres a crear un plan de paternidad.
Las clases reflejan cuán dramáticamente las leyes sobre la familia han cambiado en las últimas décadas. Han quedado atrás los días en los que los procedimientos de divorcio se enfocaban en la división de los recursos financieros de la pareja.
“Los problemas de los niños no eran tan importantes en la década de 1960 e inicios de la década de 1970”, dijo Peter Salem, director de la Asociación de Tribunales de la Familia y la Conciliación en Madison, Wisconsin. “Había una forma de hacer las cosas bastante convencional. La mamá se quedaba con los hijos, el papá los visitaba cada dos fines de semana y eso era todo”.
Ahora se busca más la salud emocional de padres e hijos.
“Una de las cosas más grandes que nos pasaron en las clases, y es de lo más simple, fue mostrar cortesía cuando habla con la otra persona, para decir cosas como ’gracias”’, dijo Sims, un músico de Los Angeles de 48 años. “Parece algo muy simple, pero cambia su actitud sobre lo que está haciendo”.
Las clases de paternidad varían grandemente. Hay planes con conferencias, grupos pequeños y un número creciente de clases a través de internet que pueden usarse para cumplir una orden del tribunal.
La meta de la mayoría es ayudar a los padres a entender las emociones que acompañan al divorcio y hacerlos entender que aunque se acaba una pareja continúa su relación adulta como padres de los mismos retoños, dijo Salem.
Hay otros asuntos comunes, entre ellos: Los niños no deben asumir papeles de adultos cuando los adultos se peleen.
“Los hijos no necesariamente deben estar instalando el servicio de televisión por cable o el servicio telefónico en su nuevo apartamento. Ese no es su trabajo”, explicó Salem. “Hay ciertas responsabilidades de la casa y los niños necesitan seguir siendo niños”.
Uno más: El vástago necesita a ambos padres en su vida, si es posible.
Joan Haynes, una doctora en medicina natural que tomó un curso ordenado judicialmente cuando se divorció el año pasado, al principio pensó que sería una pérdida de tiempo, pero luego le sorprendió lo que escuchó.
“Nos dijeron que el divorcio, por sí mismo, no lastima a los hijos”, dijo Haynes, quien ahora comparte la tutela de su hija de 10 años con su ex marido. “Lo que hiere a los hijos es el horror que rodea al proceso de divorcio, o incluso si los padres siguen casados, son las peleas y el poner a los niños en medio”.
Según los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) y el Informe Nacional de Estadísticas Vitales para la Prevención, la tasa de divorcios alcanzó un máximo en 1970 y está bajando lentamente.
Algunos demógrafos estiman que el divorcio alcanzó un máximo del 50% en 1970, y que ahora es de alrededor de 43%. Sin embargo, en el mismo periodo el número de personas que tienen hijos sin casarse ha subido, pero sus batallas por la patria potestad también puede terminar en la corte.
La investigación ha mostrado que algunos programas de paternidad pueden prevenir problemas futuros, como más litigación, dijo Susan L. Pollet, quien junto a Melisa Lombreglia publicaron un estudio sobre los programas de educación a los padres en la revista de los tribunales de lo familiar Family Court Review.
En un estudio, ambas encontraron que 46 estados del país tienen programas de educación de padres relacionados con el divorcio, algunos obligatorios, otros no.
“Todos mis clientes que han ido, siempre regresan y dicen ’Estoy muy contento de haber ido. Aprendí mucho”’ dijo Lynnette Berg Robe, quien practica la ley matrimonial en Studio City, California.
Las clases obligatorias tienen un estigma, dijo Robe, pero hacen que las personas se presenten y escuchen al material.
“No se trata de que alguien esté intentando evitar que se divorcien”, dijo. “Es simplemente que si usted se comporta de cierta manera, acabará con un niño infeliz que crecerá y se volverá un adulto infeliz”.
Después de ocho años de peleas, Sims subrayó que él y Collier no son amigos, sino padres de un mismo hijo. Su forma de comunicación preferida es el texteo. Van juntos a las conferencias de la escuela de su crío y recientemente se reunieron para una cita de Isaac con el dentista.
“No es una gran cosa”, dijo. “Yo preferiría no hablar con ella, para ser franco. Estoy seguro de que ella preferiría no hablar conmigo, pero tenemos que hacerlo por el bien de nuestro hijo y esta clase nos ayudó para que fuéramos cordiales entre nosotros”.