Washington.- Los niños y niñas que reciben castigos corporales muestran un coeficiente intelectual más bajo en todo el mundo, según una investigación de la Universidad de New Hampshire presentada en California.
"Todos los padres y madres quieren hijos inteligentes,” indicó Murray Straus, autor del estudio y participante en la 14 Conferencia Internacional sobre Violencia, Abuso y Trauma en San Diego.
"Esta investigación muestra que si se evita el castigo físico y se corrige de otras maneras, la mala conducta puede lograr que los niños sean más inteligentes,” apuntó al destacar que los resultados del estudio tienen implicaciones importantes para el bienestar de los menores en todo el mundo.
Straus y Mallie Paschall, del Instituto Pacífico para Investigación y Evaluación, estudiaron muestras representativas nacionales de 806 niños y niñas de 2 a 4 años de edad, y de 705 con edades de 5 a 9 años. Ambos grupos fueron evaluados nuevamente cuatro años más tarde.
Los coeficientes intelectuales de los niños con edades de 2 a 4 años que no recibían castigo corporal fueron cinco puntos más altos cuatro años después que los de quienes sí los recibían.
Los coeficientes intelectuales entre los niños de 5 a 9 años de edad libres de castigo corporal fueron 2,8 puntos más altos cuatro años después que los de los menores del mismo grupo de edad que sí los sufrieron.
"Cuán a menudo los padres y madres castigan marca una diferencia,” señaló Straus, quien explicó que en la medida en que "más frecuente o intenso sea el castigo, más lento es el desarrollo de la habilidad mental del niño.”
Straus determinó, asimismo, que el coeficiente intelectual es más bajo en los países donde es más común el castigo físico de los niños.
Para esta parte del estudio, los expertos usaron los datos de 32 naciones sobre el castigo corporal experimentado por 17.404 estudiantes universitarios cuando eran niños.
Straus dijo que el castigo corporal es extremadamente estresante y pude convertirse en una causa de estrés crónico para los niños y niñas que, típicamente, lo sufren tres o más veces por semana. Para muchos de estos menores el castigo continúa durante años.