Corre por el campus norte de la Facultad de Medicina de la Chile, frente al hospital José Joaquín Aguirre, con sus experimentos en las manos porque el único citómetro se encuentra en medicina.
Y, a pesar de todo, de las pocas instalaciones y escasos recursos, no se queja. Es más, es una entusiasta y optimista por nacimiento.
La bioquímica Valentina Parra tiene que serlo y eso ha sido premiado. Ha obtenido una serie de becas, incluida la que está permitiendo hacer su doctorado, y ahora el premio L´Oreal a las científicas que le permitirá seguir haciendo su pasión antes de partir con otra beca gubernamental por unos meses a Estados Unidos.
Su investigación sobre la acción de la insulina en el corazón puede ser gravitante para establecer nuevas causas de accidentes cardiovasculares, teniendo en cuenta que la insulina es quien regula los cambios energéticos del cuerpo y en los pacientes obesos y diabéticos tienen problemas de regulación.
Joven, de escasos 27 años, es una de las científicas más prometedoras del país. Sus pasantías en las universidades de Utah y Liverpool ya la han hecho tener un nombre en el circuito de pipetas y probetas. Y, obvio, citómetros.
Asegura que cuando era pequeña quería ser bióloga marina, pero se inclinó por la bioquímica porque se veía en un laboratorio haciéndose preguntas y buscando respuestas. “Es un afán de cuestionarse cosas”, dice.
-¿Qué te llevó a estudiar esto viendo los bajos recursos y menores incentivos?
“En Chile, se supone, que la inversión en ciencia es el 0,7% del PIB y es bajo en comparación con otros países, pero está cambiando un poco.
“Ahora, con las becas Bicentenario se han abierto nuevas oportunidades, pero falta una política clara de hacia dónde estamos apuntando como país. Tenemos muchas becas, pero están un poco desordenadas; se está potenciando mucho lo que es la investigación aplicada cuando la lógica dice que ésta surge siempre de la investigación básica”.
-Puede ser, pero a simple vista, las instalaciones de ustedes, son menos vistosas que las de una película de ficción.
“Es verdad, trabajé tres meses en Liverpool y tenía un microscopio de última generación y había ocho. Nosotros tenemos uno, que es bueno, pero lo comparto con 6 laboratorios más, pero uno se organiza, es cosa de agendar el tiempo. Si aquí, lo fundamental, más que el equipamiento y las instalaciones vistosas es la capacidad de generar ideas”.
-¿Esto no te frustra?
“Mira, lo que más desgana son los tiempos, quizás una investigación que en Chile se demora un año, puede ser que en Estados Unidos se demore tres meses porque tienes los reactivos disponibles de un día para otro. Pero, al final de cuenta, si uno tiene las ideas, éstas se pueden llevar a cabo aquí, en Europa o al final del mundo”
-¿Qué barreras has tenido que sortear para terminar este doctorado?
“Lo que te decía, la compatibilidad de los tiempos. Allá, una investigación que se demora muy poco, acá se demora mucho más porque si hay un solo equipo a veces, me tengo que quedar esperando hasta la noche a que se desocupe y estén disponibles las horas que necesito, lo que significa quedarse hasta las 3 de la mañana.
“Esto no toda la gente lo entiende y afecta tu vida personal, porque cuando digo no puedo ir porque me tengo que quedar en el laboratorio, me miran como si fuera media loca.
“Estas son las cosas que hay que transar, porque no ocurre todos los fines de semana, ni todos los días”.
Para Valentina, los últimos años se han hecho esfuerzos por aumentar los fondos destinados a ciencia, pero insiste en el tema del objetivo. Dice que hay que ver dónde y cómo se van a insertar a todos los profesionales que logran capacitarse.
-¿Cuál es entonces nuestro plus como país?
“Somos un país súper estable, económica y políticamente, por lo que puedes trabajar en tus laboratorios sabiendo en qué marco te mueves. Esa estabilidad te permite trabajar tranquilo y en otros países eso no se da.
“Estuve en Inglaterra y estaban impresionados de mi capacidad. Quizás debe ser como tenemos pocos recursos, produces mucho más porque estás acostumbrado a trabajar con lo mínimo de las cosas y generar mucho más. Haciendo investigación de buena calidad”.
-Tu comparación es con el hermano pobre.
Sí, pero ponte tú, en Inglaterra los jóvenes no quieren trabajar en ciencia porque sienten que es invertir demasiado tiempo cuando pueden obtener los mismos ingresos en algo que requiere un esfuerzo mental menor. Aquí hay gente que está dispuesta a hacer esto”.
-¿Cómo te proyectas?
“Terminando mi doctorado, me encantaría hacer un doctorado afuera, pero de aquí a 10 años me gustaría estar trabajando en Chile. No me veo migrando. Me voy a EE.UU. con otra beca y tengo ganas de devolverle a mi país todo lo que me ha dado. Encuentro que me ha dado mucho”.