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“Lo que se busca son padres para un niño y no un niño para determinados padres”

La directora de la Fundación Chilena de la Adopción afirma que se le faltó el respeto a la pequeña Matilde al exponerla como se hizo. Agregó que el sistema de guardadores no debe ser modificado, pero que se le pueden hacer ajustes en la selección de las familias de acogida.

20 de Enero de 2010 | 08:53 |
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Fueron días de angustia y tirantez. La sociedad tomó bandos y al medio quedó la pequeña Matilde, una lactante que lo único que necesitaba era unos padres que se entregaran por entero a sus cuidados.

Desde hace algunas semanas ella ya se encuentra en manos de sus padres adoptivos, aquellos que el tribunal designó, y la pareja que hizo de guardadores por 6 meses debió conformarse con la decisión de la justicia que les prohibió la posibilidad de alcanzar la condición por la que pelearon.

María Elena González, directora de la Fundación Chilena de la Adopción ya está de lleno imbuida en las tareas que le son propias, y que comprenden hablar largas horas con parejas que quieren seguir este camino, pero dudan muchas veces en el proceso.

Cuando se le menciona a Matilde, se enmudece, como señal de que quisiera que todo quedara atrás por el bien de la pequeña.

Con años en este mundo, está clara que la legislación actual juega a favor de los padres que quieren adoptar y los niños que necesitan ser adoptados. Cree que la norma de 1999 está cumpliendo bien con su objetivo, al separar los procesos de selección de las parejas del de declaración de susceptibilidad del niño de ser adoptado.

“Tenemos un sistema bastante avanzado, es claro, transparente”, afirma a la vez que agrega que el proceso no puede ser más rápido debido a que se deben tomar los resguardos necesarios, tanto en la clasificación de los padres, como en la definición de que los niños deben ser adoptados, lo que significa haber descartado totalmente a la madre biológica y a otro familiar de ella.

“La primera opción de un niño debe ser vivir en su familia de origen”, remarca y por eso, señala que el Estado tiene que buscar la mejor alternativa, lo que demora los tiempos.

-¿Qué cosas han sido un tropiezo?
“La adecuación desde los tribunales de menores a los de familia que se crearon fue largo. Todavía los jueces no tienen un criterio único para tramitar una adopción, usan distintos sistemas de trabajo lo que hace que algunos sean más lentos y otros más rápidos en las decisiones que se toman.
“Nosotros estamos exclusivamente dedicados a los procesos de adopción, y nos demoramos hasta cinco meses en obtener la declaración de susceptibilidad de adopción de uno niño cuando forma parte del programa en donde la madre biológica lo cede. Distinto es cuando nos llega un niño desde la Casa Nacional del Niño o un hospital, donde hay que buscar a los familiares”.

-¿Tenemos hoy más niños o más padres esperando?
“Siempre hay más padres esperando, pero cuando se trata de un lactante o de un niño que no supera los 5 años. Los más grandes se encuentran con la dificultad de que hay un daño emocional que reparar y los hace menos susceptibles de ser adoptados”.

-¿El sistema de selección de padres no es infalible? La pareja que había sido designada como padres de Matilde renunciaron.
“No, el sistema no es infalible, pero el caso de Matilde es distinto. Esa pareja no renunció a último minuto.
“Cada vez que hay un niño susceptible de ser adoptado, el tribunal solicita a la Fadop una terna de matrimonios de la cual elegirá uno. En este caso, los primeros designados no abandonaron a la Matilde; siendo ya padres adoptivos, se enteraron que estaban embarazados y el embarazo ha sido complicado. En su responsabilidad, nos informaron y nos pidieron orientación a lo cual nosotros les dijimos que su prioridad era su hijo biológico.
“No trabajamos ni para los matrimonios ni para las madres, nosotros trabajamos por los niños, para reestablecer el derecho esencial de todo niño de tener una familia”.

La Fundación, creada en 1985, utiliza desde hace varios años el sistema de guardadores de lactantes que, según señala María Elena, ha dado muy buenos resultados y se afirma en una serie de estudios que lo avalan. Agrega que en un comienzo empezaron de manera bastante intuitiva a aplicarlo, pero se profesionalizaron.

“La teoría del vínculo del apego nos sustenta y trabajamos así porque creemos que es lo mejor para el niño. La familia guardadora es lo que más se puede asimilar a una vida normal; un niño que desde sus primeros días de vida aprende, a través de sus cuidadores a vincularse, tiene ganado mucho. El cuidador, único y estable, lo atiende en cada momento en que tiene estrés como lo haría una madre, por lo que él se siente seguro”.

-¿Para que cumpla bien su objetivo, el sistema debiera tener un death line respecto del tiempo de permanencia del niño con la familia guardadora?
“No sólo el sistema de guardadores... pensemos en el niño: mientras antes se pueda vincular con su familia, mejor, eso es lo ideal. Por supuesto que mientras antes salga de su familia guardadora también lo será.
“No podemos hablar de un plazo, de un tiempo, que va a depender de las características de cada caso. Ahora, el tiempo de incorporación a su familia definitiva no será nunca antes de los 3 a 4 meses de edad (en lo ideal), y en la realidad, podría ser hasta los 6 meses en que se puede demorar un proceso de susceptibilidad por todas las diligencias que se deben efectuar desde los tribunales de familia”.

-¿Pero qué pasa con un niño que llega a más del año en manos de sus guardadores? ¿No establece un vínculo especial? Ustedes tuvieron el caso de una familia guardadora que se quedaron un niña de once meses.
“Pero ese no fue el tema. En ese caso nos vimos enfrentado al período de adecuación de los tribunales de familia y pasó mucho tiempo, en que los plazos se alargaron, pero en este caso se evaluó la pertenencia del matrimonio.
“Idealmente es que los niños se vayan lo antes posible, pero hemos tenido niños que se han ido con 1 año y medio y se han adaptado muy bien a su familia definitiva”.

-¿Cómo se maneja el hecho de que necesariamente los guardadores establecen un vínculo con el niño?
“Bueno, es lo que se propone; en la medida en que la familia establezca un vínculo va a ser beneficioso para el niño.
“Lo fundamental es plantearle claramente a la familia a lo que vienen; postulan muchas familias...”

-Pero el ser humano es contradictorio, puede decir algo y después querer otra cosa. Se pueden arrepentir.
“Exactamente. Lo hemos manejado abocándolos a la tarea específica a la que se comprometieron. Pero hay que seguir ajustando el perfil de los guardadores; a nosotros nos ha ido muy bien con muchos guardadores como la Bárbara Rebolledo. Este es un tema de mutua confianza, porque lo que nosotros les confiamos son vidas, niños.
“También tenemos que resguardarnos, por algo está el contrato que se firma y cada vez hemos puesto cláusulas más precisas. Además, cada vez estamos haciendo más exhaustiva la evaluación”.

-Con lo que pasó con Matilde y los Porter Castillo, ¿se han replanteado el sistema?
“No, no nos podemos replantear un sistema que lleva 24 años funcionando y que ha beneficiado a tantos niños y que ellos han sido capaces de vincularse sanamente, posteriormente. Al contrario, la tendencia debiera ser, ojalá, que este programa se pudiera replicar”.

-¿Qué experiencia han extraído del caso Porter Castillo? ¿Creen necesarios ajustes?
“Fundamentalmente, creemos necesario remarcar que el programa funciona. Aunque no se pudo dar el traspaso en forma normal, Matilde se ha podido vincular bien con sus padres definitivos lo que nos dice que Marcela Castillo hizo bien su rol de guardadora. Nunca hemos tenido duda de que ella cumplió con su papel adecuadamente.
“La lección es que tenemos que tomar más precauciones, como escuchar más a los guardadores cuando dan señales; ser más finos en la evaluación, ver en qué se falló y qué se puede mejorar”.

-¿Algunos han aventurado reformas legales? Este sistema se maneja con un reglamento.
“Las familias que son parte de este sistema no son familias que estén pensando en la adopción, tienen otra motivación para realizar esta labor, por lo general son personas que ya tienen sus proyectos de familia hechos y existe en ellas una cuota de altruismo y una gran generosidad. El pensar en que las familias de acogida sean las que puedan adoptar al niño que están cuidando significa modificar absolutamente el sistema, ya que en ese caso, la motivación no puede estar basada en el altruismo, sino centrada en el deseo genuino de ser padres de un niño por adopción y prepararse como tal.
“Existen, en otras realidades, otros sistemas de familias de acogida como las familias de acogida pre-adoptivas, pero efectivamente se trata de familias que ya han manifestado la intención de adoptar y que reciben en su hogar a un niño que mientras se resuelve su situación puntual, social, familiar o legal, podría entre las posibilidades ser sujeto de una adopción, como asimismo podría volver a su madre biológica”.

María Elena aclara que lo anterior es similar a lo que existía como sistema legal antes de la ley 19.620 de 1999, donde los padres adoptivos recibían al niño en tuición por dos años y después de esos dos años se realizaba la adopción plena. Pero agrega que muchos padres adoptivos, en esos años, sufrían durante ese período porque existía el temor que la familia de origen se opusiera a la adopción plena y esto estaba contemplado como una posibilidad, lo que en algunos casos dificultaba la sana vinculación.

“Por esto es que vemos como tan beneficiosa esta nueva ley, que por supuesto es perfectible, pero ha sido un gran avance el poder tener despejada la situación del niño respecto de su familia de origen”, dice.

-¿Crees que primó mucho la emocionalidad en el caso de Matilde? ¿Se hizo uso de ella?
“Absolutamente. Fue una sobreexposición de la niña ante los medios, incluso no se tuvo el cuidado de guardar su nombre, su fecha de nacimiento y no se pensó en ella. Por supuesto que quienes no están en el tema se sienten sensibilizados y toman partido por quien se ve más débil y sufriente y en este caso yo no pongo en duda el cariño y bienestar con que la niña fue tratada en la familia guardadora, porque justamente fueron evaluados para que desarrollaran esa labor y creo, y así lo demuestran los hechos actualmente, ya que la niña rápidamente se ha podido vincular con sus padres adoptivos.
“Esta situación para nosotros fue un tema muy fuerte y difícil, no porque pensemos que lo estábamos haciendo mal, sino porque no tenemos la experiencia en este tipo de situaciones ni el manejo de los medios, y gracias a las grandes muestras de solidaridad de los propios padres adoptivos y de algunos medios de comunicación, que fueron entendiendo que aquí no se podía manejar el tema de manera liviana y que lo que se estaba vulnerando era la ley, es que en alguna medida pudimos exponer nuestros puntos de vista.
“Creo que se le faltó el respeto a Matilde”.

-¿Algunos hablaron que en este caso debían primar los sentimientos, no la razón?
“Cuando uno trabaja con niños vulnerados no te puedes dejar llevar por los sentimientos. Cuando eres profesional, tienes que ser capaz, con calidez, tener procesos objetivos que permitan soluciones. Si cada vez que tienes un caso vas a apelar a la emocionalidad, no podrías avanzar”.
“Para quienes nos dijeron que éramos insensibles y apegados a la norma y que no nos preocupaban las personas, esperamos haber sido capaces de transmitir que nuestro principal interés siempre serán los niños y que debemos proyectarnos con ellos, y ver cuales son sus necesidades, el prepararlos para una vida futura con padres activos y capacitados con una clara conciencia del significado de ser padres adoptivos como otra manera de ser familia. Lo que se busca son padres para un niño y no un niño para determinados padres”.

-¿Quienes te contradicen, te recuerdan que se trataba de un ser humano?
“Sí, pero un ser humano, para vivir, requiere del derecho, nos damos normas para convivir en paz. Y tenemos que ser capaces de comportarnos como seres humanos lo que significa integrar la emocionalidad y la razón, tener una mirada objetiva”.
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