Roma.- Italia respondió con indignación a los comentarios de un ministro que afirmó que la hora para comer - un ritual para muchos trabajadores italianos - es mala para la cintura y la economía, y debería eliminarse.
Mientras que muchos europeos se comen apenas un sándwich en su puesto de trabajo, la mayoría de los italianos aún acuden en masa a una "tavola calda" (un restaurante de buffet) o la cantina de la empresa para una buena comida, con pasta o carne, un plato de verduras, fruta y un café.
Pero el ministro Gianfranco Rotondi dijo que esto fomenta la vagancia y la obesidad, haciendo la jornada laboral innecesariamente larga, e implica que los padres llegan a casa más tarde para ver a sus hijos.
Sus comentarios acapararon las primeras páginas de los diarios, fueron satirizadas en caricaturas y rechazadas por los sindicatos que se alinearon con el derecho de los trabajadores a un descanso para comer. Los nutricionistas advirtieron de que si los italianos prescindían del almuerzo, podrían sufrir desvanecimientos por la tarde.
"Es malo para la productividad y también para la armonía del día. Nunca me gustó este ritual que lleva a Italia a la paralización", dijo el ministro a última hora del lunes.
En vista de la indignación que han provocado sus comentarios - Michele Gentile del mayor sindicato, el CGIL, lo calificó de un "ataque contra los derechos del los trabajadores" -, Rotondi después aclaró que "nunca había propuesto eliminar la hora de comer".
"Sólo dije que abolí la mía hace 20 años. Lo ideal sería que los trabajadores eligieran", dijo a periodistas.
La asociación de productores de alimentación italiana, Coldiretti, citó un estudio que mostraba que alrededor del 44 por ciento de los trabajadores italianos comen en un restaurante o bar, un 36 por ciento en una cantina de la empresa y menos de un cinco por ciento se llevan la comida de casa.
El ministro, cuyo puesto en el gabinete es el "cumplimiento del programa del Gobierno", propuso, no obstante, el cierre de la cafetería subvencionada en el Parlamento, que dijo "cuesta demasiado y hace que los miembros del parlamento engorden".
El diario Corriere della Sera recordó que el dictador Benito Mussolini arremetió en 1924 contra cocinar en el Parlamento y dijo: "Venimos aquí a hacer leyes, no a comer".
Pero el nutricionista Pietro Migliaccio advirtió de que los italianos "toman un desayuno muy ligero o se lo saltan. Si se saltan también la comida corren el riesgo de sufrir una bajada de azúcar por la tarde, lo que dificultaría bastante su trabajo".