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Touch and go, ¿carencia o impulso?

A pesar de la constante presencia de enfermedades de transmisión sexual y VIH, los encuentros fugaces con desconocidos que no se volverán a ver se mantiene vigente entre quienes quieren vivir su sexualidad con plena libertad y, en otros casos, para calmar angustias.

18 de Diciembre de 2009 | 08:56 |
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“Tuve una relación sexual y no quiero que me moleste más. ¿Cómo le hago entender que sólo fue lo que fue, sin herirlo?”, ha sido, en al menos cinco ocasiones, el llamado que ha escuchado Branko Karlezi durante esta semana en su programa de radio.

Si bien no se conocen cifras claras como para hablar de una tendencia generalizada en Chile, el conductor de “Superados” (FM Tiempo) da un ejemplo de una consulta telefónica común de su espacio radial, que menciona una práctica a veces alabada y en otras ocasiones repudiada: el sexo casual, que hoy por hoy ha sido graficado bajo el lema del “touch and go”.

Los conocedores de aviones sabrán que “touch and go” se refiere a una técnica para entrenar el aterrizaje, y donde, tras tocar la pista, se da comienzo a un nuevo despegue, o sea, tal como su nombre lo indica hay que “tocar y arrancar”, sin perder el tiempo.

En el caso de las relaciones humanas, la práctica se refiere a “conocer a una persona una noche, acostarse con ella y nunca más volver a verla”, explica Karlezi, haciendo notar la diferencia que existe con el término “amigos con ventaja”, donde, si bien se trata de sexo casual, éste se da con un conocido al que, se presume, continuará apareciendo esporádicamente en la vida e, incluso, repitiendo el encuentro amoroso.

No, nada de eso. En el arte del “touch and go”, vale el ir “directo al grano” y luego, “si te he visto no me acuerdo”. Y mientras para Karlezi este parece ser un ciclo que naturalmente están viviendo algunas de las mujeres que se casaron jóvenes y a sus ‘30 años ya están separadas y recién comenzando a conocer libremente su sexualidad, la opinión que recae sobre este comportamiento se mueve entre puntos a favor y en contra.

“Un grupo importante de personas que tiene sexo casual se inscriben en aquellas que sufren de altos grados de angustia y desordenes emocionales”, afirma el psiquiatra y director del Centro Chileno de Sexualidad, Gabriel Dukes.

Para el doctor, quien recalca el hecho de que cada caso particular es diferente, no son pocos los practicantes del “touch and go” que ven la sexualidad “como una forma de calmarse y disminuir la ansiedad. En este contexto la pareja pierde importancia y da lo mismo de quién se trate, lo que se busca es una cierta tranquilidad transitoria”.

Un acuerdo tácito

“Una relación sexual sana debe incluir un cariño y una preocupación verdadera por la otra persona, en un contexto de intimidad y amor donde ambos lo deseen, y no como respuesta a una situación de urgencia emocional que busca solo un alivio”, explica Dukes para graficar el tipo de personalidades que se suelen involucrarse entre un tipo de relación sexual u otra.

Con todo, y a pesar de la existencia de enfermedades de transmisión sexual y VIH y con un 23,4% de jóvenes (de entre 15 y 29 años) que asumen no haber usado preservativo en su última relación sexual por irresponsables -según datos que ha adelantado el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), acerca del VI encuesta Nacional de Juventud- el sexo casual no pareciera retroceder.

De hecho, y según lo observado en su programa de radio, Karlezi asegura que cada vez son más mujeres las que consultan por este tema, derribando los mitos que las muestran a ellas como incapaces de vivir una sexualidad carente de sentimientos de por medio.

“Somos los hombres los que finalmente queremos tener una relación romántica, y ellas dicen ‘no es lo que yo quiero y déjame tranquila’”.

Pero, consciente de los riesgos de salud y a veces sentimentales que se barajan en un simple “touch and go”, junto con dar por sentado el uso del preservativo, el locutor advierte del peligro que hay en la creencia de que el asunto se resume en “avisar” antes que lo que sucederá en los próximos minutos será sólo un desliz del momento, ya que la susceptibilidad -al parecer, sobre todo femenina- puede verse vulnerada, arruinando el momento.

“No se puede decir porque entonces no funciona. Es un acuerdo tácito”, concluye.
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