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Un método necesario

04 de Enero de 2010 | 12:01 |
Cuántas veces hemos empezado una dieta y a medio camino la dejamos porque en el proceso se nos cruzó una tentación y caímos rendida ante ella.

Bueno, esta es la historia que cuentan todas las personas que se han hecho expertas en dietas, que las han probado todas y que siguen en el mismo peso o, peor aún, han subido más.

La psicóloga Judith Beck se hizo cargo de este problema después de tratar a cientos de pacientes que presentaban el mismo cuadro y donde uno común denominador se hacia siempre presente: la trampa y el pensamiento saboteador.

Decidida a revertir esta dificultad aplicó la terapia cognitiva, desarrollada a partir de los años 50 para tratar depresiones, en la persecución de una dieta y escribió un libro con el singular título “El método Beck para adelgazar. Entrene su mente para pensar como una persona delgada”, de editorial Gedisa.

Vale la pena tener en cuenta que el método implica trabajo, sobre todo, sistematizado porque apunta a cambiar conductas que cada persona relaciona con el acto de comer y por ello, hay mucho de entrenamiento.

Pero la clave está en que este método se puede usar con cualquier dieta, sólo requiere de algunas exigencias previas a cumplir:

- escoger una dieta nutritiva
- sacar tiempo y energía para dedicarle a la alimentación
- planificar lo que se va a comer y cuándo
- buscar apoyo
- sobreponerse al desánimo
- entender que comer más de la cuenta es un problema que se puede resolver
- enfrentarse al hambre y el deseo compulsivo de comer
- no hacer de la comida un consuelo emocional
- reconocer los propios logros y felicitarse por ellos.

Planeada como una terapia de seis semanas de duración, Judith Beck afirma que todas las personas que logran cambiar su modo de pensar frente a este tema, no sólo logran llevar adelante la dieta, sino que cumplen su meta e incluso pueden seguir bajando. Pero lo mejor es que nunca más en su vida vuelven a subir, o sea, comienzan a pensar como una persona delgada.

El fondo del método apunta a corregir las distorsiones cognitivas o errores de pensamiento que tienen todas las personas y por eso, uno de los primeros capítulos apunta a desentrañar qué tipo de pensamiento saboteador aparece en el proceso.

Uno de los ejercicios prácticos que propone Judith Beck y que es uno de los pilares fundamentales en la vida de las personas delgadas es saber distinguir con claridad tener hambre de las ganas de comer. Sólo cuando se puede distinguir ambas cosas se pueden tomar decisiones acertadas.

Para conseguir este objetivo se debe prestar atención a cómo se siente el estómago antes y después de las comidas; debe ser un ejercicio consciente y esta será la única manera para que a futuro se pueda saber con claridad si lo que se tiene es hambre o sólo ganas de comer.

Para clarificar mejor cómo se lleva adelante esta terapia, valga recoger la tarea que se propone para día 3 de la primera semana. (En total hay tareas para 42 días)

En el Día 3, la idea que ronda el trabajo es "comer sentado", algo que para muchos puede parecer obvio e innecesario de tener en cuenta, pero si se aplica al pie de la letra, mcuhas cosas cambiasn. Es cosa de ver cuántas veces comemos de pie: degustaciones en los supermercados; probar comida cuando se está cocinando; coger un trozo de comida cuando se retira la mesa; comer helado directamente del pote o papas fritas de la bolsa mientras se camina; coger un dulce cuando se pasa por un kiosko; abrir la puerta del refigerador y tomar algo.

Además de evitar tentaciones, comer sentado tiene otra razónde fondo: como se comerá menos es importante ver todos los alimentos al frente de uno para poder conseguir la mayor satisfacción visual, cosa que no se obtiene si se va caminando, por ejemplo.
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