La comida, la hora de acostarse, la disciplina. Las razones que llevan a los padres a pelear entre sí por la forma en que crían a sus hijos es interminable, especialmente ahora en Estados Unidos, donde hay más padres desempleados pasando más tiempo en casa mientras la economía deprimida entra en su segundo año.
Los nervios están definitivamente tensos en el frente hogareño actual, planteando un desafío para los padres que tienen puntos de vista dispares en cuanto a la crianza de los niños.
“Nunca había visto tal tensión entre padres de familia”, afirmó Michele Borba, madre de tres niños y una psicóloga que ha escrito 22 libros sobre cómo ser mejores padres. “La recesión está causando tensión, en primer lugar. Número dos, es un mundo atestado de presión. Los padres caen en eso cuando creen que una lista de cosas por hacer es más importante que sus hijos”, agregó.
Borba y otros expertos en crianza sugieren a los padres que establezcan un plan que reconozca sus diferencias como algo positivo en lugar de una fuente de desdén y reproches, pero cambiar de actitud en medio de la presión cotidiana puede ser una tarea titánica.
“Cada uno ya sabe su rol”, afirmó Jennifer Aniskovich, quien con su marido, Bill, crían a sus hijas Celia y Emi, de 17 y siete años respectivamente, en Branford, Connecticut.
“El es el papá divertido y yo la que siempre dice no. Se pensaría que después de 20 años de matrimonio ya lo habría solucionado”, dijo. “Nos conocimos en la Facultad de Derecho y bromeábamos que nos enamoramos mientras estábamos aprendiendo a litigar”, agregó.
“Hay momentos cuando lo peor de nosotros sale a flote y nos alejamos enfadados, murmurando mientras respiramos agitadamente, y es una crisis total, pero eso no pasa normalmente”, dijo Jennifer. “Pero no importa cuán cuidadoso se sea, siempre hay el peligro escondido de verse como que ambos están en equipos separados. Ese es el desafío más grande de ser padres”, añadió.
Kyle Pruett, psiquiatra infantil y coautor con su esposa, Marsha Kline Pruett, del libro “Partnership Parenting” (Padres asociados), cree que las parejas a menudo caen en el juego de llevar un marcador imaginario.
“La idea de llevar cuenta, de compartir toda la labor de crianza, simplemente está equivocada”, afirmó. “’Yo hice más sándwiches que tú. Yo estoy cambiando más pañales’. Hay esa idea equivocada y distorsionada de que los dos tienen que hacer exactamente lo mismo. Eso es imposible, no son clones”, agregó.
La congruencia es quizás el asunto que más provoca problemas entre los padres, dijo Borba, quien ha escrito un nuevo libro del tamaño de una guía telefónica llamada “The Big Book of Parenting Solutions: 101 Answers to Your Everyday Problems and Wildest Worries” (El Gran Libro de Soluciones en la Crianza de los Hijos: 101 Respuestas a sus Problemas Cotidianos y sus Máximas Preocupaciones).
“Cuando se debilita la unidad paternal en un hogar debido a conflictos, puede haber un impacto importante en el sentido de confianza y seguridad de los niños”, explicó la psicóloga, que le sugiere a los padres que definan reglas claras sobre cosas como los castigos. Dijo que ambos padres deben estar resueltos a no cambiar de una “solución temporal” a otra para salir de apuros.
“Los hijos no sólo pueden sentirse confundidos y frustrados al recibir mensajes contradictorios, sino que cuando los problemas vuelven a surgir, también vuelven a surgir las peleas”, dijo Borba.
El asunto se complica aún más en situaciones como la actual, cuando los padres se ven obligados a cambiar de papeles.
Katelyn Odria, de 27 años, y su marido, Mark, viven en Carrollton, Texas, con su hijo de siete años Nicholas y una hija de nueve meses, Ava. Mark fue despedido en abril de 2007 y luego consiguió otro trabajo en enero de este año pero fue despedido de nuevo en julio.
Katelyn no ha dejado de trabajar, así que se deshicieron de su niñera y Mark se hace cargo de los hijos a tiempo completo.
“Mark es muy bueno en cuidar a los hijos y mantener la casa, pero yo soy más indulgente”, admitió. “Si Nicholas no recoge sus juguetes, la reacción de mi marido es ’Si no los recoges, los tiraré a la basura’, mientras que yo le doy una segunda o una tercera oportunidad. Mi marido se molesta porque él cree que le estoy restando autoridad”.
Borba insta a los padres que evalúen las posibles consecuencias de la fricción entre padre y madre:
— Sus hijos le perderán la confianza: Un conflicto conduce a la pérdida de confianza y sensación de seguridad en los niños, haciendo más difícil disciplinarlos y reconfortarlos.
— Sentimientos de impotencia: Padres que sienten que no tienen el apoyo de su esposo experimentan una caída drástica en su capacidad de resolver problemas, buscar soluciones y comunicarse de forma eficaz, tanto con los hijos como en su matrimonio, afirmó Borba.
— Alianzas dañinas entre un padre y su hijo: Tomar el “lado del niño” cuando dos esposos discrepan en lugar de presentar un frente unido es comprensible pero nocivo. “No lo haga. Hacerlo no sólo mina la autoridad del otro padre, sino que además crea una dinámica que anima a los hijos a manipularlos y enfrentarlos el uno contra el otro”.
Algunas veces, dijo Borba, lo único que queda es admitir ante sus hijos y ante uno mismo que no tiene todas las respuestas.
“Aprender cómo pelear justo”, agregó, “es la mitad de la batalla”.