EMOLTV

“¡Rambo no es nadie!”

Un sinnúmero de cursos de fuerzas especiales avalan el ninguneo que el instructor de “Pelotón” le dedica al guerrero personaje de Stallone. Pero, al igual que John Rambo, detrás de la rudeza de este ex marino hay un hombre que siente, que es apasionado, que tiene como prioridad a su familia, y que no se acompleja en contar que perdió su virginidad a los 20 años. Total, le terminaron llamando “gurú”.

02 de Julio de 2010 | 12:01 |
imagen
No le tiene miedo a nada, ni siquiera a la muerte, y lo jura. Por eso, el instructor de “Pelotón”, René O’Ryan (44) parece un personaje sacado de la mejor película de acción que Hollywood pudiera ofrecer.

No se trata sólo de un ex marino, separado, que encontró el fugaz amor de una linda modelo (Carlita Ochoa) en el interior de una base-estudio, ni tampoco de un uniformado que decidió dejar la profesión que tanto le apasionaba, por encontrar un rubro que le permitiera asegurarle el futuro a sus hijos, Aylin de 13 años e Ignacio, de 8.

Tampoco nos referimos sólo a una de las últimas revelaciones de sex-symbol que la televisión ha ofrecido a mujeres de todas las edades, quienes ya han conformado grupos como “Las guerreras de O’Ryan”, y espacios de fans de Facebook que van desde “Yo encuentro guapo al Instructor O'Ryan de Pelotón”, con 5 mil 382 miembros, hasta “Yo quiero que el Instructor de Pelotón me castigue una, otra y otra vez”, con 41.

Estamos hablando de un hombre rudo, muy rudo, que ha estado, al menos, tres veces a punto de morir. Una, estando sumergido bajo un buque, haciendo de tapón para que arreglaran la avería que amenazaba con hundir a toda la tripulación, mientras un tiburón merodeaba cerca del cuerpo de René, quien apenas contaba con un par de botellas de aire.

Otra ocasión fue saltando en paracaídas, mientras hacía unas fotos de publicidad junto a un amigo. “Él venía de espaldas con los brazos cruzados, tomándose una bebida, y yo, de cabeza encima, tomándole una foto, como si él estuviera tendido en una silla de playa. Fue tan espectacular todo, que no nos dimos cuenta de la altura”. Finalmente, René alcanzó a reaccionar, milésimas de segundos antes de que fuera demasiado tarde.

“Cuando le tienes miedo a la muerte, ante cualquier cosa vas a querer arrancar, pero cuando no le temes a nada, vas a reaccionar bien. No hay que entrar en pánico, puede significar la vida o la muerte, esto no es jugar el luche, dice quien hoy es uno de los actuales jurados del programa “Circo de las estrellas”, acompañado de su Iphone que de vez en cuando vibra bajo un skin de camuflaje militar, obvio.

Es buzo táctico, luego de pasar por un curso de 9 meses, que finalizó fracturado y siendo una de las tres personas que lograron graduarse.

“Lo que pasa es que yo me di cuenta que ya entonces aplicaba la Ley de Atracción de 'El Secreto'. Lo hice toda mi vida. Querer es poder, si quiero algo, lo voy a conseguir. Pero va con tu mente, con tu corazón y con tu cuerpo”, comenta.

Sus palabras recuerdan que también se está frente a un hombre sensible, que descubrió su mundo interior luego de su quiebre matrimonial, decidiendo dejar de entrenar para la guerra y dedicarse a las misiones de paz, a entender cómo es mejor dar que recibir y a los masajes que René -paracaidista experto, con calificación de piloto de minisubmarino de combate Charriot y récord mundial en salto nocturno- aprendió en un curso express de 10 días en Malasia.

-Tu currículum es como el de Rambo.
“He tenido la suerte de hacer cursos que otros no han podido y me fue muy bien afuera; pude ir a entrenar a los brasileños, después con los alemanes... Uno sabe en qué nivel está. Entonces, cuando dicen ‘ah, eres igual que Rambo’. ¡Rambo no es nadie!”.

-¿Es una alpargata al lado tuyo?
“No solamente al lado mío, de casi todas las fuerzas especiales chilenas. A Rambo lo ven como algo increíble, pero si quieren ver una película realmente de guerra, vean ‘Comando Tiburón’ (Navy Seals), “Lágrimas del sol”, que son películas donde incluso se ven muchos procedimientos reales nuestros. Lo que hace Rambo no es nada del otro mundo. A nosotros nos hacían hasta inyectarnos a nosotros mismos, por si no teníamos a nadie que lo hiciera”.

-Podrías escribir un libro...
“Toda la vida mis hermanas me han dicho que escriba un libro, lo que pasa es que ahí vendrían las mil y un aventuras de René O’Ryan, tengo más historias que Rin Tin Tin, todas de locura, situaciones intensas, romances, pero a veces son temas más delicados. Uno ve una imagen de una persona y no se da cuenta que tras René O’Ryan hay un hombre que siente, que es apasionado, que es cariñoso, que necesita a alguien al lado, pero que no va a estar con cualquier persona por eso. No soy de entregar veinte, quiero entregar cien y para eso, necesito a alguien que se gane ese cien”.

-¿A qué temas delicados te refieres?
“De todo tipo, hasta sexuales. Son temas que muchos no tocan. Por ejemplo, yo, siendo que me crié con un concepto tradicional, tenía 19 ó 20 años y nunca había pasado nada con nadie, porque venía con esa mentalidad de llegar casto y puro al matrimonio. Pero mis papás estaban viviendo en EE.UU. y cuando fui a verlos me largué a la vida y me dije ‘wau, de lo que me estaba perdiendo’. Me di cuenta que me manejaba bien, porque, a parte de la parte ruda, tengo la parte de pie, la parte sensible. Además, como me gusta investigarlo todo, buscaba información sobre las cosas de las que quería conocer más”.

-¿Y tuviste que ir hasta EE.UU. para saberlo? ¿Muy cartuchas las chilenas?
“Es que estamos hablando del año ‘86, si yo ya voy a cumplir 45 años. En esa época estaban los malones, cada uno llegaba con algo para la fiesta y se hacían en casas, no en discoteques. Hoy, en la casa es la previa, después salen a la discoteque y después a los after”.

-Parecen tiempos difíciles para un joven.
“Y para un joven que era muy derechito. Pero aprendí mucho y después, cuando ya estaba en la Escuela Naval, yo era el que les decía a los compañeros ‘mira, esta cuestión se hace así, preocúpate de esto’”.

-¿Dabas clases?
“Obvio (ríe). Me transformé en un gurú para muchos. Me decían ‘el negro G’, porque yo les decía que era la papa encontrarle el punto G a una mujer”.
“Estamos hablando de cuando yo tenía 22 años. Por eso digo que todo lo que recorrí hasta que me casé estuvo bien, experiencia, crecimiento, algo mujeriego. Por lo mismo, el hecho de que se haya acabado mi matrimonio, no significa que voy a volver atrás. Yo llevaba, hasta antes de entrar a la tele, tres años tranquilo, solo, dedicado a mis hijos, a mi pega y a hacer clases en los gimnasios. Entré a la televisión y me facilitó otras cosas en la vida; el no estar apretado con las lucas para ir a ver a mis hijos, regalarles cosas a ellos... Pero no porque tenga muchas admiradoras voy a volver atrás. Pasado, pisado. No me quedé pegado. Hoy soy de proyección, de elaborar mis proyectos y muchos se están cumpliendo”.

-¿Siempre te ha ido bien con las mujeres?
“Sí, porque me crié entre mujeres, mi mamá y mis tres hermanas mayores. Mi papá era uniformado, así que lo veía tarde, mal y nunca Así que siempre tuve muy buena llegada con las mujeres porque llegaban amigas de mis hermanas, y algunas se quedaban a dormir en la casa... Yo no me corto con las mujeres y me llaman la atención las mayores, porque tienen desplante. Ahora, las que están a mi alcance, en un radio de 5 años de diferencia, me gustan. Pero, antiguamente, me gustaban todas las mayores. Las chicas no estaban al nivel de lo que yo hablaba, de los temas que se tocaban”.

-¿Y te pescaban?
“(Sonríe) Sí, porque era ya choro. Era loco, arriesgado. Hice tantas tonteras cuando era chico... A los 9 años ya tenía moto, era seleccionado regional de hockey, y así, suma y sigue. Así, obviamente, me fui envolviendo en un círculo de amistades maduro, y todos choros”.

-¿Cuánto ayudó el factor uniforme para conquistar a una mujer?
“Bueno, yo ya no ocupo uniforme, ya me retiré. Pero sí hay muchas mujeres que lo tienen como un sueño, como un fetiche. A los hombres también les llaman la atención las mujeres con uniforme. La enfermera, la profesora... Y a la mujer, el uniformado, su tenida de combate. Yo creo que ese lo deben imaginar hediondo, traspirado, con la cara pintada, bruto, pero somos serenos. Sólo ocupamos una tenido por un estudio distinto”.

-A partir del programa, ¿se te acercan muchas mujeres?
“Me gustan las mujeres con personalidad, que dice las cosas a la cara, pero no se me acercan muchas mujeres, para nada”.

-¿Qué opinas del grupos como el de Facebook “Yo quiero que el instructor de Pelotón me castigue una, otra y otra vez"?
“Ese no lo he visto (ríe), pero ahora que me lo dices, me voy a hacer fan. Yo conozco a ‘Las Guerreras de O’Ryan’, porque la que maneja ese grupo es ecuatoriana, y era fan de Rafael Araneda. Cuando partió ‘Pelotón’, ella viajó a Chile y el Rafa la llevó a la base. Ahí la conocí. Es un encanto. Y ella aglutinó a muchas de acá, que me he encontrado cuando viajo a otras ciudades. Son las que más me escriben y las quiero mucho, porque son súper preocupadas”.

-¿Cómo conquistas?
“Siendo yo no más, porque a la larga, cuando uno va con una estrategia para conquistar a alguien, se deja de ser uno mismo. Uno conquista a la persona que quiere en el día a día, en la acción, el detalle, en el trato, en la preocupación y buena comunicación. Así se conquista a una mujer, siendo atento, preocupado en detallitos, pero siendo uno, no creando. Sino, uno después cambia y se pierde el enamoramiento. Y la idea es que, a parte de una atracción física, exista una atracción en cómo ella habla, cómo se expresa, su experiencia, su sonrisa, cómo se delata en situaciones, que se pone roja, nerviosa... Yo también me pongo nervioso”.

-¿Qué te pone nervioso?
“Una mujer con desplante, que me sorprenda. Pero no me da miedo, me gusta. No le tengo miedo a nada”.

-¿A nada de nada?
“A nada, te lo juro. Mi único miedo es que a mis hijos les pase algo y yo no pueda ayudarlos”.

-Pero has dicho que son igual de locos que tú.
“Lo sé y los dejo ser locos. Sí a los 11 años vivíamos en República, y yo bajaba del piso 13 al 7, con una cuerda, hasta que una vez la vecina del edificio del frente me acusó con mis papás. Creo que fue la primera paliza que me dieron. Y así puedo contar más locuras, pero a mis hijos yo no les restrinjo nada, jamás. ¡Jueguen, denle! No hay que crearles miedo a los niños, porque eso les provoca inseguridad y nunca van a conocer sus límites”.

-¿Cuáles son los tuyos?
“No los conozco, porque cuando me dediqué a buscarlos, cuando cursé buzo táctico, me di cuenta que los límites que yo creía que tenía, no eran tal, no habían”.

Continúa leyendo:
“Pagué el noviciado al sentirme en la boca de todo el mundo”
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?