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“Elijo la emoción”

21 de Abril de 2010 | 17:57 |
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Chocaron con una ballena y perdieron el timón en una ocasión. Cubillos y Muñoz sortearon la rebeldía del mar en toda su travesía, la que los llevó a Sudáfrica, Nueva Zelanda, Brasil, Estados Unidos y Portugal, no sin antes pasar por unos de los trayectos más difíciles de la navegación y que dio nombre al desafío de la dupla, Cabo de Hornos.

“Dos días antes de pasar por ahí, tuvimos el temporal más duro. Pensamos que nos íbamos a dar vuelta, así que nos encerramos, porque si te das vuelta estando afuera te puedes morir. Pero a las dos horas pudimos salir de nuevo”.

-¿Y qué hicieron, qué pensaron en esas dos horas?
“Conversar y conversar, tratar de dormir un rato, pero el ruido adentro es infernal. Es una sensación muy especial”.

-¿Como la del terremoto?
“Claro, parecido, pero largo, porque son varios días. Cada temporal puede durar 24 horas”.

-¿Te pasa que aún te sientes en mitad de un temporal?
“Me pasa hasta el día de hoy, que despierto en la noche cuando estoy en el sur y está lloviendo. Despierto pensando que estoy navegando y me levanto para cambiar una vela afuera, pero cuando salgo, me doy cuenta que estoy en tierra y eso es muy rico, una sensación muy agradable”.

-¿Cuáles fueron los momentos buenos, los que compensaron cualquier peligro?
“Los amaneceres, los atardeceres, navegar de noche mirando las estrellas, no hay nada mejor. Esos momentos compensan cualquier mal rato.
“No lo hice obligado, todo lo contrario. Fue un lindo proyecto. No sé si lo haría de nuevo, pero fue precioso descubrir que los límites no existen, que uno puede llegar mucho más allá de lo que imaginó; sobrevivir. Navegar es precioso”.

-Estando en altamar, al cuarto mes, ¿qué es lo que empiezas a extrañar?
“El chocolate. Llegar a tierra y pasar a un boliche a comprar chocolate es un placer. También un pedazo de carne fresca, porque arriba estaba todo enlatado”.

-¿No te dan ganas de escaparte ahora? ¿El mar no te llama?
“Sí, pero me gusta seguir los ritmos de la naturaleza. Un día me va a volver a llamar y ese día voy a estar disponible.
“Mi proyecto es, terminado todo esto, vivir en un bote. En Puerto Montt tengo una empresa naviera (Puerto deportivo Marina del Sur), y viviría allá, arriba del bote. Después me gustaría recorrer todas las islas del mundo con mis hijos, conocer con ellos las islas griegas, Alaska”.

-¿Ese es tu nuevo desafío?
“Me gustaría hacerlo, pero hoy estoy concentrado en esto. Te repito, mi largo plazo son las próximas 24 horas. Vaya uno a saber, siempre hay sueños imposibles por cumplir en adelante”.

-¿Felipe Cubillos tiene sueños imposibles?
“Bueno, para hacer lo que uno quiere, tiene que a veces asumir sacrificios y ése es el costo... Yo me hice empresario muchos años atrás, partí de cero, sin recursos. Yo asumí todos los costos”.

-¿Qué relación tienes con la palabra desafío?
“Me gusta, me atrae la idea de lo imposible. Me gusta recorrer caminos que no ha recorrido nadie todavía, y ese siempre ha sido un desafío. Si tengo que elegir entra la estabilidad y la emoción, elijo la emoción”.

-Pero, por ahí has dicho sentirte bastante limitado en tus capacidades.
“Porque he descubierto que en cada proyecto que hago me alío con gente más inteligente que yo. Y eso le da una tremenda potencia al proyecto, que trabajemos en equipo, como sucede en ‘Desafío Levantemos Chile’. Lo hace muy eficiente, es un modo muy participativo. Yo no me creo demasiado el cuento, de que tengo las mejores ideas”.

-Pero se te ha llamado el “gurú del emprendimiento”. ¿Te gusta que te llamen así?
“No. Yo no le doy lecciones a nadie, hago lo que tengo que hacer no más con este equipo. Lo que hemos hecho con ‘Desafío Levantemos Chile’ es lo que hace cualquier empresario en el mundo privado. Lo que pasa es que esto ha sido muy expuesto por naturaleza del caso, pero los empresarios funcionan así; tienen una idea, le dan forma, buscan un equipo y lo echan a correr”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Mirar las estrellas”.

-¿Tienes telescopio?
“Sí. En Santiago se ven menos porque hay mucha contaminación lumínica. Hay que irse a lugares más escondidos para ver las estrellas”.

-¿Conoces de constelaciones?
“Sí, pero no tanto. Les pongo nombre yo”.

-¿Qué nombres?
“No, eso no lo voy a decir”.

-¿Nombres de conquistas?
“Puede ser (sonríe). Pero mi gran vicio privado es navegar”.

-Dicen que por ser hombre de mar, llevas una vida muy austera. ¿Qué es imprescindible para ti?
“Hoy en día, el celular. No sé, en bienes materiales, pueden ser mis zapatos. Uso sólo un par, mis zapatos de navegante. No ocupo calcetines, así que me quedan muy cómodos. No tengo muchos gustos personales. Me duran poco, pero los voy cambiando. Ahora están buenos, porque, generalmente, los tengo rotos. (Se agacha y enseña sus zapatos náuticos, que amenazan con pronto romperse en la punta) Pero estos ya se me están rompiendo (ríe)”.
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