La separación de los padres es un tema difícil de enfrentar por los involucrados y sus hijos. Y es en definitiva un tema difícil, también, de hablar.
Tal como señalan Gloria Isaza y María Elena López en el libro “Algo pasa en casa” de Ediciones B, “el divorcio es como un huracán... primero la tempestad y después la calma”.
Las especialistas plantean una serie de acciones a seguir por los padres y por los niños para poder sobrellevar este momento. Por eso, una de las primeras recomendaciones que se hacen para los más pequeños es que conversen del tema con sus amigos y personas cercanas sólo cuando se sientan cómodos.
Asimismo, postulan que el niño le cuente primero, a alguien de plena confianza lo que está sucediendo y sólo aquello que quiera, no tiene que entregar toda la información. Ellas recomiendan que si no quiere entregar detalles, no lo hagan.
También postulan que el niño enfrente el miedo a las reacciones que van a tener sus amigos, ya que ellos no tienen por qué cambiar la relación que tienen con ellos. Al contrario, mucho los apoyarán y es una oportunidad de compartir la experiencia con otros niños de padres separados.
Isaza y López advierten que no es fácil para los niños aceptar que sus padres han tomado la decisión de separarse, y más que lo ocurrido entre ellos, aunque afecta a toda la familia, es parte de su vida de pareja, que es la que ha terminado.
“Es frecuente que muchos niños piensen que sus padres son capaces de resolver todas las dificultades y por esto no entienden que llega un momento en que deciden separarse por no hallar la manera de solucionar sus problemas”, dicen.
Las autoras también apuntan a que los hijos deben distinguir la diferencia entre matrimonio y familia, pues una cosa es que el primero se haya disuelto y otro que la familia se rompa.
Con el divorcio, explican, cambia una forma de vida, ahora se será parte de una familia que vive en dos casas, pero la familia no se acaba con el fin del matrimonio.
Uno de los consejos que entregan las especialistas es que se dé espacio a los niños para que puedan comunicar lo que sienten: sus miedos, tristeza, rabia.