El Mercurio.
Lo muerto, muerto está. Pero abrir la cajita de recuerdos y escarbar en esas relaciones que no funcionaron, puede servir como una terapia cuando se quiere buscar la respuesta de los fracasos amorosos.
Eso hizo Valeria Schapira. Esta periodista argentina se acostó una noche preguntándose quiénes de sus ex irían a su velorio, lo que la impulsó a escribir “Los muertos de mi placard” (Ediciones B), un confesionario amoroso en el que cuenta el auge y caída de varias de sus relaciones, como una manera de entender por qué éstas no prosperaron.
Al comentarle a su terapeuta sobre su nuevo proyecto, él le advirtió que remover el pasado podía ser peligroso y provocar dolor, dicho de otro modo, echar sal sobre viejas heridas, pero que también podía ser “rico y sanador”. “Yo estaba necesitando cerrar viejas heridas; por eso decidí empezar la remoción de muertos, en la esperanza de encontrar respuestas a algunas preguntas sobre mis vínculos”, comenta la argentina.
Se debe tener cuidado al recordar a antiguos amores, advierte Schapira, ya que es fácil caer en la idealización de un ex al que los años y algunas relaciones más desastrosas han dejado como un santo príncipe, cuando en realidad era un sapo maldito. “Una amiga realista suele ser una buena medida de lo que verdaderamente son (o fueron) nuestras relaciones sentimentales”, dice la escritora, quien para hacer más objetiva su investigación, se preocupó de buscar uno por uno a aquellos que alguna vez ocuparon su corazón.
“El método más fácil, barato y cómodo para encontrar personas ‘perdidas’ es internet (...) Una advertencia: la red es un arma de doble filo si uno tiene una personalidad algo obsesiva. Hay que saber cuándo decir basta y retomar la búsqueda después de un descanso prudencial. Sino, se corren riesgos de enloquecer”, comenta.
La manera más a mano de jugar al detective amoroso en internet es a través de Google, como reconoce Schapira. Basta poner entre comillas el nombre del sujeto a investigar para que el buscador entregue resultados más específicos. “El buscador de imágenes también ofrece la posibilidad de enterarse si la persona a la que uno está procurando encontrar pesa treinta kilos más que en aquel verano del amor”.
Otra forma popular que ofrece la red son las redes sociales. “Casi todo mortal que tenga los diez dedos en su lugar y una computadora con banda ancha, está registrado en una red social como Facebook, LinkedIn, Sonico, Twitter, etcétera. En lugar de buscar sitio por sitio, se puede acceder a Wink.com y el sitio hará la búsqueda por uno”, recomienda la trasandina.
Por último, y tal vez como forma más desesperada es el “método de prueba y error en la cuenta de correo”. “Si está en la búsqueda de un supuesto Mario Yuli, por ejemplo, se pueden probar infinitas combinaciones de mails como: marioyuli...hotmail.com, yulimario...hotmail.com y así hasta dar en el clavo”, explica Schapira.
En la espera de alguien “buenito”
Una de las cosas que se pueden concluir al revisar el pasado amoroso, y tal como ha comentado la argentina, es que la pareja de una mujer es un espejo de lo que ella es en ese momento específico de su vida, sobre todo en cuanto a su autoestima. “Si uno está por el piso, atraerá a personas que lo pisotearán como a un felpudo. Si uno está bien, fuerte y sólido, es mucho más probable que tenga relaciones sanas”, dice.
Otro punto importante que destaca la escritora es no estar pendiente de que llegue un hombre pronto a la vida e ir tomando todas las oportunidades que el cielo y el infierno envían a la puerta. “Cuando una mujer toma consciencia de que como en la física, ‘a mayor presión, mayor resistencia’, deja de perseguir príncipes desteñidos y se limita a esperar que confluyan las energías astrales hasta que aparezca algo como Dios manda en el horizonte”.
“Llega un punto de la vida femenina en que es signo de sanidad mental hartarse del eterno casting masculino y rogar al Señor y a todos los santos evangelios que llegue ‘el señor correcto’. O por lo menos, ‘que sea buenito’”, dice Schapira.