Según la dermatóloga Cecilia Orlandi, el problema que comúnmente genera más consultas una vez que se acaba el período estival es la resequedad de la piel, esto como consecuencia de actividades normales de la época, como bañarse en el mar o en ríos, o bien porque -paradójicamente- se dispone de menos tiempo para aplicarse cremas o lociones humectantes. De esta manera, las personas llegan con el ansiado "tostado fascinante", pero despellejándose por todas partes.
Asimismo, el exceso de exposición al sol puede provocar la aparición de una enfermedad cutánea o bien hacer que una ya existente empeore. Es el caso del acné, sobre todo en la gente joven. "Curiosamente hay terapias que sirven tanto para la psoriasis como para el acné en las que se ocupa un poquito de radiación solar, pero como en el verano la gente se pone a todo sol, se produce un efecto más dañino que beneficioso", explica la especialista.
También están las denominadas "enfermedades fotosensibles", como los herpes o la rosácea, que brotan o se agravan con la luz y radiación del sol. Además, existen antibióticos y antiinflamantorios que pueden generar reacciones fotoalérgicas, en algunos casos bastante fuertes. "Incluso pueden aparecer ampollas, como si a la persona le hubiera caído agua caliente", sostiene Orlandi.
Algo más común es la micosis superficial u hongos provocados por el exceso de humedad y que suelen salir en sectores donde hay pliegues, como la ingle, la zona interglúteos o, en el caso de los más "rellenitos", entre los "rollitos". Igualmente están los intértrigos u hongos que afectan a los pies y que frecuentemente se manifiestan en forma de "rajaduras" entre los dedos, sobre todo entre el cuarto y el quinto.
Sin embargo, una prolongada exposición a la radiación ultravioleta también puede desencadenar otros males a los que hay que poner mayor atención. Se trata de las enfermedades autoinmunes, las que suelen ser confundidas con una simple alergia, ya que comienzan con picazón y la aparición de manchas rojizas en lugares como el escote, los brazos o el rostro propiamente tal. Un ejemplo de éstas es el lupus, el que -según explica la doctora Orlandi- frecuentemente afecta a las mujeres jóvenes, a las que puede traer pésimas consecuencias para su futura fertilidad.
"A la gente muchas veces se les pasa desapercibidas, porque tienen un poquito de reacción, al otro año tienen un poquito más fuerte y usan cualquier cosa, con lo que les disminuye. Pero en realidad la enfermedad está en barbecho", advierte la dermatóloga, y agrega: "No es que estés hoy día sana y te enfermaste mañana, sino que se va desencadenando de a poquito en la vida de una persona".
¿Qué hacer y cuándo consultar?
Por esta razón, Cecilia Orlandi es enfática en señalar que en el caso de que la persona sospeche de que lo que la afecta no es una simple alergia, inmediatamente consulte con un especialista, quien le realizará biopsias y exámenes de sangre. De confirmar que se trata de una enfermedad autoinmune, el tratamiento a seguir es más potente, e incluye corticoides y otras drogas, por lo que necesariamente debe ser supervisado por un médico.
Si se trata de herpes, rosácea o acné, la dermatóloga aconseja recurrir a un experto si la persona se percata de que el brote que la afecta no es pequeño, sino más bien persistente. Específicamente en el último caso, el tratamiento a seguir es con antibióticos o retinoides derivados de la vitamina A. "Tiene que ser manejado por un dermatólogo, porque hay que tomar exámenes y necesitan un control mensual", explica la doctora.
La rosácea, en tanto, también se trata con una dosis baja de antibióticos y a veces antiinflamatorios locales, pero siempre indicados por un especialista.
Por su parte, la resequedad no es un problema que requiera de una consulta médica, ya que quienes la sufren pueden tratarla de forma doméstica, aplicándose las cremas humectantes o lubricantes que se venden en el mercado. Y si éstas no logran mejorarla, Cecilia Orlandi sugiere algún producto que contenga urea, lo que puede ser adquirido sin necesidad de una receta médica.
Otra alternativa nada de mala es acudir a un spa y hacerse un regaloneo post-vacaciones con algún tratamiento que ayude a recuperar la salud de la piel tras las agresiones del verano. Según la dermatóloga, se trata de una excelente opción si la piel está sana, sin ninguna patología (hongos, herpes activos, impétigos, infecciones, heridas, etc.) y si el lugar escogido es un centro reconocido.
En el Ako Spa del Hotel Grand Hyatt Santiago, por ejemplo, ofrecen dos terapias renovadoras ideales para las pieles que perdieron su elasticidad e hidratación debido a la exposición al sol. Su objetivo es estimular la producción de colágeno, renovando la firmeza de la piel, y produciendo un efecto sanador y regenerativo.
El tratamiento comienza con una suave exfoliación a base de micropartículas de pepitas de uva y murtilla andina, a la que le sigue una máscara corporal de uvas. Luego se hace un facial con vitamina C, rico en ácidos frutales, antioxidantes reparadores y nutrientes.
La duración de la terapia completa es de dos horas y media, y tiene un valor de $92.000.
Kalma Spa tiene un tratamiento llamado Body Scrub Vainilla, que combina la exfoliación con un masaje de relajación. Según explican en el centro, la exfoliación activa la circulación, suaviza la piel y promueve la regeneración de células nuevas. Para finalizar se aplica una crema con vitaminas y proteínas de seda, que humecta y nutre la piel dejándola suave y aterciopelada.
Esta terapia se extiende por 45 minutos y cuesta $28.000.