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La muerte de Fadua Larui retrató el drama de las madres solteras en Marruecos

18 de Marzo de 2011 | 16:22 | Por Marta Miera, EFE
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La madre de Fadua y sus nietos, hoy huérfanos.

Agencia

SUK SEBT (Marruecos). El día que Fadua Larui, de 20 años, se plantó ante el ayuntamiento de su pueblo, roció su cuerpo con gasolina y encendió un mechero para quemarse, llevaba mucho tiempo luchando por una vivienda digna que le había sido negada por ser madre soltera.


 "Mi hija no era una suicida. Sólo lo hizo para protestar y por defender el derecho de sus hijos,” dice a Efe Fatna Ait Bontaib, madre de la joven.


Entre cuatro muros levantados con ladrillos y unos plásticos que hacen de techo, Bontaib, rodeada de sus hijos y nietos, comenta que Larui, una chica seria con pocos amigos, se veía forzada a salir a la calle para mendigar.


Su vida refleja la desesperación que puede desencadenar la pobreza, pero sobre todo el repudio que todavía existe en Marruecos hacia la mujer soltera, la divorciada o la que intenta salir adelante por si misma sin el apoyo de un hombre.


Según la Encuesta Nacional de la Prevalencia de la Violencia de Género, presentada a principios de año, una de cada cuatro marroquíes -es decir, 2,1 millones de mujeres- han sufrido un acto de violencia sexual en algún momento de su vida.


En lugares públicos, un 10,8 por ciento de divorciadas y un 9,2 por ciento de solteras han sido violentadas, frente al 2,2 por ciento de las mujeres casadas.


El destino trágico de Larui comenzó a fraguarse cuando, a los 15 años, fue violada y se quedó embarazada del primero de sus dos hijos. Consciente de la vergüenza que podía suponer este agravio para su familia optó por marcharse a la ciudad de Agadir, en el suroeste, y tiempo después regresó a Suk Sebt, una localidad cercana al Atlas, rodeada de extensos de cultivos.


 En 2010 el Gobierno lanzó en esta zona la campaña “Ciudades sin chabolismo,” que obliga a la gente a desalojar las chozas en las que viven y a cambio les ofrecen un pequeño terreno, pero no gratuito.


 Los responsables de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en Suk Sebt, aseguran que a Larui se le denegó sistemáticamente la parcela que pretendía comprar por no tener marido.


"Existe un gran problema con las mujeres solteras en Marruecos; el número es muy elevado y están marginadas socialmente,” señala a Efe Hasan Ismaili, miembro de la AMDH.


Larui reclamó seis veces durante seis meses su derecho a un terreno. Seis veces y seis meses en los que no obtuvo ninguna respuesta. El lunes 21 de febrero, se dirigió por la mañana al ayuntamiento de Suk Sebt para volver a quejarse.


 La AMDH afirma que fue humillada e insultada. Nunca regresó a casa. Un vídeo que circula en la página web Youtube muestra a la chica gritando y quejándose sobre la injusticia de la que era víctima. "No tengo a nadie. Solo tengo a Dios,” exclama.


La cámara enfoca a la joven envuelta en llamas. Un policía observa la escena sin reaccionar, mientras que otro hombre intenta con un abrigo sofocar las llamas que envuelven su cuerpo. El resto de los presentes sólo mira. Con quemaduras de tercer grado, Larui fue ingresada en un centro sanitario que, según la AMDH, no contaba con los medios necesarios para tratarla, y un día después fue trasladada a un hospital de Casablanca. Murió el 23 de febrero.


"En ningún momento me informaron de lo ocurrido. La trasladaron a Casablanca sin avisarnos, a pesar de que pasamos la noche fuera del centro médico esperando alguna noticia. A día de hoy no nos ha visitado ningún funcionario ni representante de las autoridades,” dice a Efe su madre, mientras enseña un álbum de fotografías.


 En una de las imágenes se encuentra toda la familia detrás de un retrato del rey Mohamed VI. Todos sonríen a la cámara y en sus rostros se trasluce el orgullo que les produce el encontrarse frente al retrato del monarca, el mismo que hace unos días anunció una reforma constitucional.


Los jóvenes que se manifestaron el pasado 20 de febrero para pedir reformas políticas y sociales, y que saldrán otra vez el próximo domingo a las calles marroquíes han levantado nuevas pancartas con una palabra en ellas: “Dignidad.” La misma que siempre pidió Larui.


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