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¿Qué hace que una mujer sea bruja?

Los hombres se quejan cuando ellas brujean pero ellas siempre intuyen cuando algo no anda bien.

02 de Mayo de 2011 | 08:44 | Francisca Vargas V.
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El Mercurio

“Ya me estás brujeando”. “Eres una bruja”. “Tengo que irme rápido, sino la bruja me reta”.


Estas son algunas de las típicas frases que se escuchan cuando un hombre se refiere irónicamente a su pareja, esposa o polola.


Es más bien una queja, un apelativo peyorativo que una apreciación que denote aprecio por las dotes extrasensoriales que caracterizan a una bruja. Para la sicóloga clínica de la Universidad de Chile, Susana Cortés (www.espacioindigo.cl) el adjetivo tiene que ver con que el hombre “se siente coartado, presionado pero surgen interrogantes que quedan en el aire, como ¿por qué se entregan a esa coerción? ¿por qué no se permiten ser libres? ¿qué será lo que temen?”, reflexiona.


Al parecer, ellos actuarían como si estuvieran sometidos a una relación y que esa “bruja” es tan poderosa que ejercería un gran dominio al que nadie se puede escapar. El peligro está en que es una ofensa, que puede generar una escalada de intercambios agresivos aunque más bien el concepto nace por tener dos visiones de mundo distintas.


“La mujer, culturalmente, tiene otra forma de acceder a la realidad que el hombre. Es una forma de conocimiento que el hombre no ha desarrollado y que la neurobiología ha estudiado y lo explica a través de la predominancia de la lateralidad hemisférica”, explica la sicóloga. Esta ciencia describe a los hombres con un mayor dominio del hemisferio izquierdo, que está relacionado con el pensamiento matemático, lógico y racional. Sobre la mujer indican que tiene más desarrollado ambos hemisferios. ¿Cómo se articula esto en la vida diaria?


“La mujer tendría un mayor pensamiento intuitivo, que en lo popular se expresa como: ‘me tinca’, ‘me cayó pésimo, tiene algo que no me agrada’”, afirma Susa Cortés. Por lo tanto el hombre no podría comprender tan simplemente esa forma de ver la realidad y de ahí también surgirían las brujerías, la magia y todo aquello que no es racional. Un buen ejemplo es “Santa Juan de Arco, a ella la quemaron por bruja, porque pensaba, sentía y tenía visiones que sus congéneres masculinos no comprendían, entonces ella era una bruja”, relata la sicóloga, que también realiza Talleres de Biodanza en Espacio Indigo.

Brujería o inseguridad

Esta diferenciación hemisférica donde la mujer siente y percibe en forma holística significa que tiene una mayor percepción y cuando ve un peligro inmediatamente reacciona.


“Ellas están orientadas a ver las causas profundas de las cosas; de los fenómenos; lo que se viene en el futuro y de advertir los peligros. Cuando el hombre los escucha con atención, puede afinar con detalle lo que está sucediendo y encontrar la razón a lo que ella estaba sintiendo”, explica Jean-François Raffanel, siquiatra que realiza terapia transpersonal y sicoterapia corporal. (www.espaciosdeconsciencia.cl)


El problema –sintetiza– estaría en aterrizar lo que se siente de manera serena, consciente y desde el centro.


 “Las tradiciones orientales van más allá de la neurobiología y nos hablan que la mujer está mucho más en contacto con su corazón, emociones y su esencia. La esencia sabe lo que quiere y que es algo bueno, positivo, luminoso, perfecto. Cuando ella para las antenas es porque en el panorama global algo raro o equívoco está sucediendo y se produce una reacción”, describe.


Esta reacción, de la cual habla el siquiatra, tiene que ver con las formas de comunicación más incisivas con la pareja y de buscar llamar la atención con una petición que es percibida como una demanda. “El se queja porque ella brujea y ella brujea porque se siente insegura”.


El asunto es no “mortificarse ni culparse porque algo estoy sintiendo. Es importante escucharse y afinar ese mensaje, para que no sea una exigencia sino un fino diagnóstico sobre la relación que viene desde el corazón. Al expresarlo, desde ese lugar (el corazón) surge el aporte de lo femenino en la pareja para a su perfeccionamiento. Es decir, aparece el ying para hacer que el yang entre en conciencia”, puntualiza Dr. Raffanel.


Esta complementación se dará en una relación de reciprocidad donde ambos establezcan acuerdos implícitos y explícitos para no llegar a los extremos (aunque sea en broma) de mujer bruja u hombre machista, controlador, dominante.


“La pareja tiene que llegar a un acuerdo en cómo se va a mover para que desaparezca el concepto de dominancia del hombre y en la mujer, la necesidad de brujearlo porque habrá un acuerdo implícito, entre ambos, de que nos vamos a cuidar y donde el dialogo será el principal aliado”, aconseja Susana Cortés Mellado.


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