Justamente de la forma en que el clima más templado lleva a millones de jóvenes atletas de vuelta a campos deportivos, una importante asociación de atletismo ya renovó la siguiente advertencia: Algunos competidores en edad escolar que carecen de preparación suficiente, o con entrenamiento inadecuado, siguen padeciendo serias lesiones por uso excesivo.
A menudo los riesgos superan a los que enfrentan adultos que se dejan llevar con algún deporte de su elección, ya que los atletas jóvenes siguen creciendo mental y físicamente y son, por tanto, vulnerables a ciertas lesiones, alguna de las cuales pueden comprometer el crecimiento.
Entre las más comunes está el mal de Osgood-Schlatter, dolorosa inflamación justo debajo de la rodilla; el mal de Sever, una lesión a la placa de crecimiento del talón; y entre jóvenes lanzadores de béisbol, persistentes y molestas lesiones del codo o el hombro. De la misma forma, los atletas jóvenes son más vulnerables a fracturas por tensión.
Como noté el año pasado, la Academia Estadounidense de Pediatría ha dicho que el objetivo de la participación juvenil en deportes “debería ser la promoción de la actividad física a lo largo de la vida, recreación y habilidades de la sana competencia”; no la esperanza de obtener una beca universitaria, o de ser seleccionado para un equipo olímpico o profesional.
En vista de la tasa de lesiones pediátricas por uso excesivo, y probablemente en aumento, la Asociación Nacional de Entrenadores Atléticos emitió en marzo un documento sobre su posición con abundantes recomendaciones que pueden ayudar a prevenir estas lesiones y permitirles a los niños y adolescentes permanecer en el juego sin poner en juego su salud.
Primero, una revisión de salud
Cada niño que espera participar en un deporte debería, en primer lugar, ser sometido a un amplio examen físico en el cual el médico busque factores que pudieran volver al menor particularmente vulnerable a lesiones, recomendó la asociación de entrenadores.
Con demasiada frecuencia, el examen se hace rápidamente “en un ambiente de revisiones masivas en vez de hacerse cuidadosamente, uno por uno, en un consultorio médico por el médico del menor”, dijo Tamara McLeod, entrenadora de atletismo en la Universidad A.T. Still de Mesa, Arizona, y principal autora de la declaración sobre su posición, en una entrevista.
De igual forma, los padres pudieran ver incorrectamente el examen como un obstáculo a la participación, en vez de una necesidad de proteger a sus hijos.
La primera y quizá más importante parte del examen lo hacen el menor y el padre de familia incluso antes de ver al médico: Deben completar una forma sobre su historial médico, lo cual debería volverse parte del historial médico permanente del menor.
Esta forma de 54 puntos formula preguntas sobre condiciones médicas existentes, problemas personales, familiares y del corazón, huesos y lesiones articulares; así como una serie de problemas médicos ya sea presentes o pasados, como dificultades para respirar, jaquecas, contusiones y desórdenes alimenticios.
En segundo lugar, dijo McLeod, cualquier niño o niña que esté a punto de participar en una intensa actividad física debería estar en buena condición física, para empezar. De aquí que, además de un examen médico general, el facultativo debería revisar el equilibrio del menor, su fuerza, flexibilidad, estabilidad de articulaciones, rango de movimiento, postura y paso al andar.
Sin embargo, la detección de algún problema no necesariamente excluye la participación atlética.
“Si se nota que un menor tiene déficits, el entrenamiento previo a la participación para corregirlos puede prevenir lesiones recurrentes”, destacó McLeod. “Además, se pueden hacer modificaciones específicas al deporte, como una reducción de los kilómetros corridos o el número de lanzamientos que se hacen, a fin de reducir el riesgo de lesión”.
Los niños no solo son adultos pequeños, y a menudo es necesario modificar las versiones adultas de actividades, a fin de proteger a jóvenes participantes.
Por ejemplo, la Liga Menor de Béisbol ha establecido límites al número de lanzamientos por juego y ha recomendado días de descanso para lanzadores de 9 18 años de edad. La Federación Estadounidense de Ciclismo ya impuso límites al radio de velocidades para ciclistas de 10 a 16 años de edad. Nadadores de EU recomienda el número y longitud de las sesiones semanales para diversas edades de nadadores competitivos, al tiempo que organizaciones de corredores en Australia limitan las distancias de carreras para corredores de 12 a 18 años de edad.
Pero, si bien los campos de futbol juveniles son más pequeños y las bases en campos de béisbol están más cerca entre sí que las de los adultos, no se ha hecho un solo ajuste similar para el baloncesto.
Entrenamiento y acondicionamiento
Justamente de la forma que un adulto sedentario no debería correr repentinamente un maratón, no es prudente que un niño “fuera de condición” participe en actividades físicas de tipo demandante. Y demasiados jóvenes son menos activos actualmente y tienen menos condición que sus contrapartes de generaciones anteriores.
“El entrenamiento y acondicionamiento apropiados, tanto antes como después y durante la temporada, pudieran prevenir lesiones por uso excesivo”, informó la asociación de entrenadores de atletismo. El grupo recomendó que se empiece con un programa para mejorar la condición al menos dos meses antes de que empiece la temporada deportiva.
“Todos los atletas pediátricos deberían empezar por establecer una rutina general de acondicionamiento que abarque fortalecimiento, resistencia y flexibilidad”, exhortó la asociación. “El acondicionamiento físico en el estilo de vida — por ejemplo, tomar las escaleras en vez del elevador — deberían preceder al entrenamiento de un deporte específico.
Una vez que se ha establecido una base general de bienestar, dice la declaración, los atletas jóvenes pueden elevar gradualmente las exigencias específicas del entrenamiento para su deporte, aumentando sus sesiones de entrenamiento, distancias, repeticiones o cargas; pero, no más de 10% a la semana. Esta regla permite que el cuerpo del niño se ajuste gradualmente a mayores exigencias físicas e impide que los músculos y articulaciones soporten cargas excesivas.
Esta organización también ha desalentado la especialización temprana en algún deporte en particular. Más bien, se fomenta de mejor manera el nivel general de acondicionamiento y desarrollo motriz del menor si participa en múltiples deportes y actividades recreativas a lo largo del año.
Este grupo recomendó que los niños tomen descansos entre temporadas deportivas y, si efectivamente participan en un solo deporte a lo largo de todo el año, que tomen descansos del deporte de dos a tres meses, aunque no consecutivamente, cada año.
Atención padres y entrenadores
Es crucial la supervisión apropiada para el bienestar de un joven atleta. Para mala fortuna, muchos entrenadores de jóvenes y clubes deportivos en escuelas son padres de familia voluntarios, los cuales carecen de entrenamiento en primeros auxilios, la capacidad de reconocer una lesión y la conciencia de prudentes técnicas para manejaras, notó McLeod.
Agregó que con la supervisión informada de entrenadores, la aplicación de reglas deportivas y supervisión médica en competencias y prácticas deberían contribuir a la reducción del riesgo de lesiones por uso excesivo en jovencitos.
Atletas, padres de familia y entrenadores deberían estar familiarizados en su totalidad con los síntomas de una lesión por uso excesivo.
Entre ellas están:
- La llegada gradual de dolor, o dolor que se presenta como una punzada.
- Ningún antecedente de lesión directa.
- Rigidez o dolor después o durante el entrenamiento o competencia.
- Mayores periodos de tiempo para que el dolor disminuya. —
- Sensibilidad al tacto, inflamación visible y sesiones perdidas de entrenamiento debido al dolor o lesión.
Estas señales y síntomas no se deben pasar por alto como dolores del crecimiento! , sino que deben tomarlos con seriedad el atleta, los padres y el entrenador”, informó la organización de entrenadores.