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Enfermedad de reyes, la gota, llega a los comunes y corrientes

12 de Mayo de 2011 | 12:39 | Por Jane E. Brody, The New York Times Service

 En fecha reciente uno de mis vecinos, de 55 años de edad, despertó en las primeras horas de la mañana con un insoportable dolor en el dedo gordo del pie, mismo que le impidió caminar. Como ocurre en un clásico ataque de gota, su aparición fue repentina y la articulación dañada estaba roja e hinchada.


Considerada por largo tiempo una “enfermedad de reyes” por su asociación con una dieta rica en carnes y alcohol, en tiempos modernos la gota se ha convertido en un desorden claramente más plebeyo.


Más de 6 millones de adultos en Estados Unidos la han padecido, al tiempo que las cifras están aumentando de manera constante a medida que la población envejece, se torna más pesada y está expuesta a alimentos y otras sustancias que pueden precipitar el desorden en personas susceptibles.


Y si bien la gota históricamente ha sido una enfermedad de varones (tres cuartas partes de los casos se dan entre hombres), su incidencia ha estado creciendo en mujeres de edad avanzada, y ahora casi una de cada 20 mujeres mayores de 70 años la padece.


Para buena suerte de mi vecino, el feroz dolor en su dedo gordo bajó después de pocos días, y si bien no tiene idea de qué lo provocó, dijo que ahora “come más saludablemente”. Para mala fortuna otros pueden sufrir recurrencias varias veces al año, aunque algunas nunca experimentan un segundo ataque.

Causas y riesgos de la gota

Los ataques de gota son más recurrentes si la causa subyacente no se atiende. Esa causa es un alto nivel de ácido úrico que forma irritantes cristales de urato que se alojan en articulaciones o tejidos blandos, ocasionando intenso dolor.


El ácido úrico se produce cuando el cuerpo metaboliza purinas, componentes comunes de muchos alimentos, particularmente carnes de órganos, anchoas, arenque, espárragos y hongos. Entre otros que contribuyen está el consumo excesivo de alcohol y posiblemente refrescos que contienen fructosa.


Un estudio publicado en noviembre en la Revista de la Asociación Estadounidense de Medicina vinculó un mayor consumo de soda endulzada con azúcar a un riesgo mayor de gota en mujeres, quienes hasta la menopausia están relativamente protegidas de la enfermedad por el estrógeno, que ayuda al cuerpo a excretar ácido úrico.


Los altos niveles de ácido úrico pueden resultar ya sea de la producción excesiva del organismo de esta sustancia o, más comúnmente, de una incapacidad de los riñones para excretarla de manera adecuada.


El Dr. Tuhina Neogi, reumatólogo por la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, explicó que los seres humanos carecen de la enzima uricasa, presente en la mayoría de los demás animales, y por tanto son incapaces de convertir el urato en alantoína, el soluble producto final del metabolismo de las purinas.


Neogi notó en fecha reciente en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra que el solo hecho de tener un alto nivel de ácido úrico, en sí, no es causa suficiente de gota. “Otros factores también contribuyen”, destacó en una entrevista.


Como ocurre a veces, el tratamiento de una enfermedad puede ocasionar otra. Entre los medicamentos vinculados a un mayor riesgo de padecer gota están los diuréticos tiazida, la primera línea de tratamiento con fármacos para la hipertensión arterial; ciclosporina, fármaco inmunosupresor empleado para prevenir la prevención del rechazo de órganos en pacientes de trasplantes; así como bajas dosis de aspirina, tomada comúnmente para reducir el riesgo de paro cardiaco y embolia. (Por otra parte, la aspirina en altas dosis — tres o más gramos al día — protege en contra de gota al incrementar la excreción de ácido úrico, escribió Neogi.


Incluso fármacos empleados para reducir niveles más bajos de ácido úrico pueden ocasionar al principio un ataque de gota, presuntamente porque movilizan reservas de urato en el organismo, dijo.


El riesgo de gota también es mayor entre personas que padecen desórdenes que son cada vez más comunes en la sociedad moderna, incluyendo hipertensión, diabetes, colesterol alto, arterosclerosis y falla cardiaca congestiva.


La obesidad y el denominado síndrome metabólico, que incluye resistencia a la insulina, son otros factores comunes que pueden volver más probable un ataque de gota. Personas con un historial familiar de gota también enfrentan mayor riesgo de padecerla. Se han vinculado varios genes a esta enfermedad.

Diagnóstico y tratamiento

Neogi destacó que la gente presenta diversas respuestas al ácido úrico. Los altos niveles no siempre están presentes durante un ataque de gota, notó, y algunas personas con altos niveles nunca desarrollan la enfermedad.


Si bien algunos síntomas suelen ser bastante característicos — dolor severo que sobreviene rápidamente, coloración rojiza e inflamación, con mayor frecuencia en la primera articulación del dedo gordo del pie — un diagnóstico más certero requiere que se detecten cristales de urato en una articulación inflamada durante un ataque o entre ellos. Ya que esto involucra una extracción de fluido de la articulación dañada, con frecuencia no se hace en la práctica rutinaria de medicina, dijo.


A veces en gente de edad avanzada, particularmente en mujeres, puede haber varias articulaciones involucradas, lo cual conduce a un diagnóstico equivocado de artritis reumatoide. Si la gota no se atiende y la enfermedad llega a su etapa avanzada, pudieran formarse depósitos en los nódulos que están debajo de la piel, conocidos como Tofi.


Si bien no suelen ser dolorosos, los tofi pueden inflamarse y volverse mórbidos durante ataques de gota. Los depósitos de urato también pudieran ocasionar piedras en los riñones.


 El tratamiento empieza necesariamente con modificaciones al estilo de vida, en particular con cambios a la dieta para limitar el consumo de purinas, lo cual significa que se debe evitar carne de órganos y consumir otras carnes, aves y mariscos en cantidades limitadas (apenas 115 a 170 gramos al día). Es mejor apoyarse más en lácteos de bajo contenido de grasa, huevo y fuentes vegetarianas de proteína como tofu y mantequilla de nueces.


En cuanto a las bebidas, es mejor evitar el alcohol (o limitarse a un trago al día, cuando más) y evitar por completo refrescos azucarados. No son nada más que calorías vacías. Sin embargo, no hay problema con la soda de dieta, cuando menos no con respecto a la gota. Todo parece indicar que la cafeína es protectora; el consumo habitual de café (y quizá, también té) puede reducir los niveles de ácido úrico.


Los pacientes también han informado que el zumo de cereza (o comer cerezas u otros frutos oscuros, como uvas púrpura y moras) pudieran brindar protección y prevenir recurrencias. Lo más útil es beber abundante agua a lo largo del día — uno a dos litros —, así como otro litro o dos de otros líquidos: para limitar la acumulación de urato y mantener limpios los riñones.


En lo tocante al medicamento, mi vecino hizo lo correcto cuando ocurrió su ataque de gota. Tomó una gran dosis de ibuprofeno (800 miligramos), y un fármaco antiinflamatorio no-esteroideo que no requiere de receta médica (Advil y Motrin son marcas comunes), a fin de reducir el dolor y la inflamación en su articulación perjudicada. Si él hubiera acudido con un médico, quizá le habrían prescrito colchicina, que es más efectiva si se toma poco después de que se desarrollen síntomas de gota.


Para mala fortuna este medicamento puede ocasionar efectos colaterales, como náusea, vómito y diarrea, que limitan su utilidad. Si no se puede emplear uno solo de estos medicamentos, pudiera tomarse un corticosteroide como la prednisona por vía oral o aplicar una inyección en la articulación menoscabada para reducir el dolor y la inflamación.


 Los pacientes que experimentan frecuentes ataques pudieran requerir de tratamiento continuo con fármacos que reducen el urato conocidas como inhibidores de xantina oxidasa, como el alopurinol y febuxostat, los cuales reducen la cantidad de ácido úrico que produce el organismo. Otro medicamento, probenecida, le ayuda a los riñones para que excreten el ácido úrico.


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