BERLÍN.- El cuerpo y el alma están estrechamente unidos. Si uno se siente bien, el otro reacciona. Así, los hombros caídos significan mal humor y las preocupaciones pueden afectar al estómago. Si algo nos asusta, podemos sufrir problemas respiratorios."Siempre que procesamos algo, tiene consecuencias en nuestro cuerpo y en nuestro estado de ánimo", afirma la psicóloga alemana Doris Wolf.
El cuerpo envía hormonas que pueden estimular la circulación y hacer que determinadas glándulas trabajen más o menos. Pero el dolor puede tener la misma influencia en la postura, mientras que la expresión del rostro afecta al bienestar personal. Esto último es fácil comprobarlo: por ejemplo, sonriendo.
"Mírese al espejo y sonría de oreja a oreja", recomienda Dieter Puetz, doctor en psicoterapia. Inmediatamente, el estado de ánimo mejora, promete.
También se puede intentar adoptar una postura de autoconfianza. A cualquiera que esté erguido, con los hombros hacia atrás y sacando pecho le será imposible sentirse inseguro. Así, es imposible decir "no puedo hacerlo".
Pero por supuesto, esta relación físico-emocional también es válida en sentido negativo. Quien camine con los hombros agachados y la cabeza baja se sentirá lánguido y desolado.
"Cuerpo y alma siempre intentan conseguir un equilibrio", afirma Wolf en su libro "Gefhle verstehen, Probleme bewltigen" (en español, "Comprender los sentimientos, superar los problemas").
Cualquier postura conduce a ciertos pensamientos o sentimientos, y viceversa. Sabiendo esto, uno podría utilizarlo para mejorar su estado de ánimo, especialmente si tiene dudas o se siente abatido. Cambiando de gesto, pronto podrá sentirse como nuevo y feliz.
A la larga, la actividad es un buen modo para lograr felicidad mental. "Genera serotonina, que es lo mejor", dice el psicólogo alemán Michael Schellberg. En su opinión, los médicos deberían recetar siempre más ejercicio y menos medicinas.
Él siempre recomienda a sus pacientes que aumenten su actividad física, aunque sólo sea subiendo las escaleras, ir de compras caminando o montar más en bicicleta. Y es que después de caminar, nadar y andar en bicicleta son los mejores deportes para el alma.
"Con estas actividades físicas uno puede llevar su cuerpo al límite y rozar los límites de su resistencia", dice.
Aunque no es fácil impulsar al cuerpo a ir más allá de lo que quiere, hacerlo genera opiáceos, y esto hace que el atleta se sienta mejor.
Además, dormir lo suficiente y alimentarse bien también es importante para la salud física y mental. "Es fundamental", dice Schellberg. Quien duerma al menos siete horas y coma bien se sentirá mejor que alguien con pocas horas de sueño y el frigorífico lleno de comida precocinada.