Está agradecido. Felipe Viel, aquel actor que tras algunas teleseries de los noventa y una cortísima incursión en la música decidió partir a la tierra de las oportunidades, Estados Unidos, a probar suerte, dice que llegó el momento de la retribución.
Sus razones no son pocas. Hoy es el animador del exitoso programa de Univisión, “Escándalo TV”, ha ganado premios por su trabajo e incluso ha estado en esas listas de los 50 latinos más guapos de la revista People. Su fama le llevó incluso a participar este año en el evento gringo por excelencia, el Super Bowl, ese que paraliza el país del norte mientras es transmitido por televisión.
Sí, en buen chileno, Felipe Viel “la hizo”. Claro que al principio, trabajó hasta gratis buscando su oportunidad. Y todavía recuerda cuando conducía un programa en una radio colombiana en la que le pagarían según el número de auditores. Así que le pidió a un amigo actor que llamara contando historias del estilo “Chacotero sentimental”. “Una vez llamó diciendo que era un streeper y que tenía sexo con las clientas, pero que la señora no era celosa porque ella sabía que él lo hacía para salir adelante. Todo el mundo llamó, diciendo que era un descarado”, dice el otrora actor, quien es hoy también recordado por su
actuación en “Extra Jóvenes”, junto al ahora ministro Luciano Cruz-Coke, con el grupo de rock Bohemia.
Anda de paso en Chile, y aprovechó de difundir la labor de la
Fundación Familias Multicolor, un grupo chileno liderado por Barbara Vigouroux y Rosemary Donoso, que mantienen gracias a la colaboración de la gente, un hogar para niños en Haití, con los cuidados mínimos que tendría en cualquier país, pero que allá parecen un lujo debido a la extrema pobreza. “Es una manera de retribuir”, cuenta el actor dejando entrever de vez en cuando una dentadura perfecta y de un radiante blanco. “¿Para qué quieres tanta fama, para alimentar tu ego? Puedes hacerlo, pero cuando uno hace ese tipo de cosas, como que todo tiene sentido”.
Felipe saca su iPad para enseñar, orgulloso, las fotos que sacó en su viaje a Haití con su hija Celeste (11). Quería que ella conociera el contraste de realidades y, al mismo tiempo, a quien sería su ahijada en el hogar: María de la Luz, una niña con una mirada potente, de la que, inocentemente, uno espera que se deba a su belleza natural, más que a una vida con privaciones.
Tras las imágenes, siguen las de su familia, donde, además de Celeste, aparecen su hija menor, Almendra (10), y su esposa, la ex Miss Chile, Paula Caballero. Luego saca su iPhone (que no se diga que no venía preparado), para enseñar los videos de él conduciendo su programa para el Super Bowl, que dejan en claro que, definitivamente, es feliz y no se aburre en su trabajo.
-Parece que se te da tan fácil esto. ¿Sabías que terminarías conduciendo un programa?
“No, no sabía. Yo quería tener un grupo de rock con Luciano (Cruz-Coke). Nos fue pésimo. Pero en algún minuto tuve la visión de darme cuenta que la animación era el área donde yo más podía competir”.
-En algunos medios se puede leer que algunos te consideran el sucesor de don Francisco. Qué gran responsabilidad.
“No, no me parece que exista el sucesor de don Francisco ni menos que yo sea. La carrera de él tiene una dimensión en todos los aspectos; ha sido pionero en tantas cosas... En todas las carreras, como en el deporte, cada cierta generación surge alguien que rompe todos los esquemas, y que va más allá de lo que los estándares normales dan. Y ese es don Francisco. No creo que sea justo para ningún animador que le impongan un peso tan grande como ser su sucesor. Creo que así como él hizo su historia, cada uno de nosotros tiene que hacer la suya propia en mayor o menor grado. No todos se pueden poner metas como las que hizo él, porque son hitos únicos en la vida”.
-Pero tú eres fiel creyente de que todos deben tener metas altas.
“Sí, y lo reitero. Uno no quiere fallarse a uno mismo y prefiere ser realista, pero uno tiene que aprender a ponerse metas altas y a mí me ha pasado que mi experiencia en Estados Unidos superó todas las metas que en algún minuto me puse. Fui a ver qué onda, cosa que si no lograba nada, estaba dentro de la experiencia. Pero no fui a ser un animador hispano. Es más, cuando buscaba trabajo, no buscada de animador, sino que de reportero”.
-¿Te pesó en Chile haber sido ser galán de teleseries?
“Jugó un poco en contra cuando quise hacer un giro en mi carrera y buscar algo en la animación, con programas con más contenido o más contingencia, porque no me tomaban en serio. Así que, quizás, la mayor arma que yo tenía en Estados Unidos era llegar y que nadie me conociera. Porque podía decir que era animador (ríe). No decía que estudié publicidad, sino que comunicaciones. Todo era súper congruente”.
-Pero un ex colega tuyo fue galán también y hoy es ministro de Cultura.
“Sí, pero no se quedó como galán, sino que al mismo tiempo se fue a Nueva York a estudiar actuación, para ser actor y ganarse el respeto de sus pares. Después fue gestor cultural y puso su propia sala de teatro con Felipe Braun. Así que no se quedó solamente en hacer las teleseries. Las hizo, pero empezó a darle valor. Y todo se conjuga. Esto es lo mismo. Al final yo llegué allá, trabajé en una radio gratis, trabajé en un canal del cable y toda la experiencia se fue conjugando hasta que llegó la posibilidad y el momento justo. Porque si esa posibilidad me llega cuando llego a Miami, sin estar preparado, por muy espectacular que sea, no sirve. Todo fue estrictamente necesario. El estar en teleseries que fracasaron, tener un grupo de rock que no grabó nunca un disco... Si me hubiera ido un poco mejor acá, no me hubiera ido nunca a Miami. Fue importante que me fuera mal o no estar lo suficientemente cómodo”.
-Has hecho incluso charlas motivacionales con tu experiencia. ¿Cuál es el mensaje?
“Un poco la combinación de mi experiencia personal en Estados Unidos con, quizás, lo que yo considero que es importante tener en cuenta para poder lograr lo que quieres. Y no era más que eso, una serie de técnicas”.
-¿Cuáles?
“El tema de ponerse metas altas es fundamental, y también el de definir tu cancha, así como Tiger Woods es el mejor en la cancha de golf. Yo me demoré mucho en descubrir cuál era mi cancha. Estuve en un grupo de música, actué en teleseries, estudié publicidad, canté... Y lo perdido que estaba era fundamental como parte de esa búsqueda. Hasta que en la animación sentí que era una cancha en la cual podía competir, donde tenía más posibilidades de pelear en las grandes ligas. Y creo que no me equivoqué. Para lograr el éxito uno tiene que aprender a descubrir cuáles son sus virtudes, sus defectos. Ser muy honesto con uno mismo y definir su cancha. Y si no se tiene éxito en un área, cambia, busca otra, hasta que llegues a una en la que sientas que podrás marcar una diferencia”.
-¿Por qué eso no te pasaba en Chile? Tenías las teleseries, tu familia, una empresa inmboliaria de tu papá (Viel propiedades)...
“Sí, pero el mayor enemigo que tenía era, justamente, lo que dices. En Chile tenía una opción de vivir bien. Así que al estar en Estados Unidos, aperrando con mi señora y una guagua recién nacida, sin ayuda, sin familia, lo más fácil es decir (chasquea los dedos): ‘¡vámonos a Chile! En ocho horas se acaban todos los problemas’. Pero ese es un enemigo. No creo que lo haga de nuevo, pero sentía tanta frustración al pensar en venirme, y colgarme de lo que mi papá había logrado... Era incómodo. No, mi papá hizo su propio cuento. Él empezó de cero y no me parecía justo que yo viniera a colgarme de eso. Había que crear una propia historia y es bonito él va a Miami y le digo: ‘No sé si tengo más o menos que tú, pero lo que tengo, lo hice yo. Y no dependí de un amigo tuyo o un pituto, nada’. Mi mamá se murió, pero antes de morir y cada vez que iba a Miami, veía que yo estaba aperrando. Yo tenía un auto viejo y a veces no la podía ir a buscar al aeropuerto. Pero ya en la última venida, fue choro poder decirle: ‘Mira, ésta es mi casa, éste es mi canal, mi camarín. ¿Vamos a comer, mamá?’”.
-¿Tu familia es de Miami o es una familia chilena que vive en Miami?
“Es una familia multicultural. Las niñas nacieron allá, son gringas, pero también muy chilenas. Celebramos el 18 de septiembre con empanadas y el 4 de julio con hot-dogs. Me gusta que mantengan sus raíces y que sepan de su país. Chile es un país muy lindo y tienen que conocerlo todo. Vienen bastante aquí, están sus primos”.
-¿Qué costumbres gringas tienes tú y tu familia?
“Quizás la forma de vida. Nos levantamos temprano, comemos a las 6 y media, 7, y a las 9 y media están todos en pijama. Tenemos una vida bastante ordenada”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Soy maniático del tema de la salud, del deporte y con el orden. Sé que tengo que aprender a soltarme más, y quizás a dejar que las cosas sean como tienen que ser. Pero soy súper exigente conmigo, con la limpieza, con las niñas... Si mi hija se pone un pañuelo en la cabeza, le digo que los pañuelos no se usan ahí. Soy algo obsesivo. Por ejemplo, mi hija no puede ir al cine si no ha hecho deporte. He llegado al punto de decirle: ‘sesenta abdominales y te llevo al cine’. Mi señora me dice que eso no está bien, pero no puede una niñita levantarse, meterse a Facebook, ver tele dos horas, comer pizza y después ir al cine con un popcorn. No hay balance”.
-Tal vez, cuando grandes, te lo van a agradecer.
“No sé si me lo van a agradecer o que nunca más en sus vidas quieran hacer deporte, porque el papá se lo exigía. No sé si las estoy educando de la mejor manera. Pero trato de hacerlo lo mejor posible no más. No me gusta que los niños creen hábitos tan sedentarios”.