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Los padres "bisagra": del rigor al permiso

El 95% cree que tiene una relación más positiva con sus hijos que la que ellos tuvieron con sus progenitores; les cuesta poner límites

23 de Junio de 2011 | 13:59 | Laura Reina; La Nación, GDA
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El Mercurio

Son los padres más involucrados y comprometidos de la historia con la crianza de sus hijos. Los que disfrutan pasar tiempo en familia y los que más se involucran con las tareas del hogar. Pero, también, los que más ven cuestionada su autoridad y los que más sufren la "tiranía" de los pequeños.


"Parece que en nuestro intento de ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro. Somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros padres regañados por nuestros hijos. Los últimos que les tuvimos miedo a nuestros padres y los primeros que tememos a nuestros hijos", es uno de los textos citados por los especialistas en crianza para definir la situación que atraviesan los padres modernos.


Según un informe de la central de medios Mindshare, el 95 por ciento de los padres de entre 25 y 49 años cree que ha cambiado de manera positiva el rol del hombre en la crianza de los niños, ya que manifiestan tener una mayor cercanía con sus hijos que la que sus padres tenían con ellos, a pesar de que disponen de menos tiempo.


Es que esta nueva generación de padres que se enfrentan al desafío de ser mejores que los que ellos tuvieron cargan con una contradicción: son hombres deseosos de compartir muchas horas con sus hijos, pero no tienen el tiempo físico para hacerlo, debido a las exigencias laborales modernas.


"Los padres de hoy intentan acercarse más a sus hijos, entablar diálogo con ellos y son más flexibles. Pero, aunque suene contradictorio, suelen ser padres más grandes y con menos tiempo físico para estar con sus hijos. Esto los hace sentirse culpables. La culpabilidad provoca cierta laxitud en la puesta de límites y la falta de límites transforma a los niños en tiranos", explicó el psicoanalista Hernán Polakiewicz, especializado en niños y adolescentes.


Pero, si bien es cierto que hay menos tiempo, existe una mejora en la calidad de horas transcurridas en familia. "Antes existía más tiempo físico para compartir entre padres e hijos, pero no existía la concepción de que ese tiempo libre debía dedicarse más a jugar con los hijos o a acompañarlos con las tareas. Ahora están menos tiempo porque vuelven más tarde del trabajo, pero, cuando regresan, las pocas horas que quedan del día, se las dedican a los hijos", afirma Polakiewicz.


El psicoanalista Enrique Novelli, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), cree que los padres de hoy, si bien están físicamente menos con sus hijos, están más presentes a nivel psíquico. "La sociedad de consumo impone trabajar más para tener o mantener más. Pero si tomamos a la variable tiempo, no desde lo cronológico sino desde lo psíquico, el padre actual, al estar más involucrado en la crianza de sus hijos, está más presente para ellos y éstos más presentes en él".


Entre las nuevas batallas ganadas por los padres del nuevo milenio está la de abolir el autoritarismo, tal vez el rasgo más criticado de los padres modernos hacia los de antaño. "El miedo al autoritarismo transformó a los padres en personas sin autoridad. Los niños necesitan tener los papeles claros. Esto no implica una rigidez de los roles, sino puntos de referencia que orientan a sus hijos en lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer", explicó Polakiewicz.


Según Novelli, ahora existe una diferencia en el modo de plantear los límites: "Hoy los límites que necesariamente deben imponer los padres son explicitados y razonados en conjunto, lo cual lleva a la idea de que se pudo haber perdido la aparente comodidad de la imposición. Por supuesto que hay padres que piensan que las prohibiciones y los límites son actitudes que o bien les producen frustraciones a los hijos o bien contaminan las relaciones y, en consecuencia, no los ponen, pero no es la generalidad".


Aunque muchos de los nuevos padres hacen esfuerzos por diferenciarse de sus predecesores, la verdad es que, como afirma Polakiewicz, "solemos parecernos más a nuestros padres de lo que estamos dispuestos a aceptar".

AYER

Figura paterna: el padre era la figura que ejercía la total autoridad en la casa y era el proveedor absoluto del hogar. Su palabra no era cuestionada, sino aceptada sin discusión. 

Tipo de relación con los hijos: vertical y autoritaria. Había poco diálogo, no se hablaba de sexo, no había confianza para preguntar. 

Participación en el hogar: era prácticamente nula. El padre no se involucraba en lo cotidiano, ni en los quehaceres domésticos, ni en las tareas relacionadas con la crianza de los hijos. 

HOY

Figura paterna:
el hombre comparte su rol de autoridad con la madre, así como su papel de proveedor de lo necesario en el hogar. 

Tipo de relación con los hijos: es horizontal y democrática. Hay lugar para el diálogo, casi no existen los temas tabú. Los límites son difusos y la autoridad suele ser cuestionada por los hijos.

Participación en el hogar: el hombre cumple con las tareas domésticas, aunque no a la par de la mujer. Se encarga de las cosas que le dan placer, como cocinar, y las otras las deja en manos de su esposa. .


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