Es extraño pero sucede. No presentarle a los amigos o familia, la persona con la que se está saliendo, es un tipo de relación moderna e independiente pero que sin duda esconde “algo”.
Afortunadamente no es lo habitual, pero la reserva puede ser tanto de un hombre como en una mujer, donde el acuerdo de relación implica compartir solo determinados espacios.
“Creo que la persona no acepta al otro como un interlocutor válido frente a sus amistadas y familias y prefiere mantener la relación de pololeo al margen aunque todos sepan o la hayan visto esporádicamente, prefiere no involucrarla”, comenta Carolina Bozzo Dumont, psicóloga y terapeuta familiar (www.capsis.cl)
La explicación que sigue –continúa– es que si se muestra, da pie para una relación más comprometida, donde el otro puede tener expectativas de formalizar la unión o vivir juntos. Entonces prefieren dejar de compartir. ¡Egoísta!
Otro argumento es mejor no pasar “planchas” cuando existe un desnivel sociocultural y ni hablar cuando hay infidelidades, los espacios son más limitados y breves los momentos.
En los jóvenes, al parecer, en su concepto de libertad existiría una idea “que no somos monogámicos y que es factible tener varias personas al mismo tiempo. Habrá una preferida y otras que serán más privadas. Son acuerdos tácitos donde no se explicita con quien se comporte el mundo afectivo”, comenta.
Por tanto, los motivos son diversos, pero ¿qué le sucede realmente a ese pololo o polola fantasma?
A través del tiempo las diferencias y la falta de expectativas se irán marcando cada vez más, ya que la relación por donde se le mira será asimétrica. “Siempre existe uno que toma esa decisión y otro que la acepta, por tanto creo que hay un sufrimiento por alguna de las partes o de las dos, y el que lo pasa mal, va mermando su autoestima porque no alcanza a ser validado para ser presentado”, plantea Carolina Bozzo.
Sin embargo, las motivaciones son más profundas que un simple egoísmo. Según la especialista, hay factores personales y valóricos aunque la explicación más sana estaría en entender que estas personas viven en una constante búsqueda donde lo que hacen es probar. Para comprobarlo, basta constatar el éxito de las páginas de citas y las redes sociales que generan encuentros y reencuentros con viejos amigos, amores, pasiones. “A través de Internet puedes mantener una doble vida y varias relaciones afectivas de distintos tipos porque allí nadie tiene por qué enterarse”, observa.
Falta de compromiso
¿Y qué pasa si se enamora? O se vive con tanta modernidad y el amor ¿es sólo un juego, un pasatiempo?
“Si te enamoras, sufres porque permites demasiado, más de lo razonable. No te respetas a ti mismo y solo cuando se alcanza una cuota de dolor considerable, recién se comienza a conversar del tema con los amigos. Porque, finalmente, no presentar u ocultar a alguien es una situación agresiva y maltratadora”, afirma la psicóloga.
Para Carolina Jiménez, psicóloga y especialista en numerología tántrica (www.numeroscopica.blogspot.com) el entablar relaciones con falta de compromiso es preocupante.
“Estás bloqueando el flujo de tus redes sociales y los distintos ámbitos de tu vida no se integran, al contrario, se disocian y vas viviendo relaciones parceladas donde tus problemas también se dividen y te quedas sin ese apoyo incondicional tan rico cuando compartes con tus amigos, familia y hasta compañeros de trabajo”, reflexiona.
En ese sentido, plantea que no integrar a la pareja a la vida cotidiana es una forma de soledad que podría acentuar rasgos depresivos, sobre todo cuando se presentan situaciones difíciles y queda al descubierto estas relaciones inconexas. “Aparecen los celos, las fantasías y se idealiza o subestima a la persona en cuestión porque no se conoce. Es un mito y un fantasma”.
También se daña la confianza de la familia y los amigos –añade– porque no pueden contar ni compartir con esa persona cuando está con esa polola o pololo fantasma.
Para salir de este enjambre, Carolina Bozzo recomienda medir los beneficios versus las pérdidas o costos que genera la relación y sacar cuentas a tiempo, para no salir trasquilado y con la frente en alto.