La llegada del invierno (¡sobre todo de este invierno!) exige una respuesta natural a la necesidad de enfrentar las bajas temperaturas. Simultáneamente, conforma un nuevo escenario social, en que el grupo familiar se congrega mucho más que en el verano, conversa y logra mucha mayor integración y aproximación emocional.
Durante julio, las oportunidades para disfrutar de espacios abiertos y de esparcimiento con la familia queda, afortunadamente, reducido a un par de horas, razón por la cual el hogar, el calor de nuestras casas reconforta la sensación de frío y entrega momentos únicos para disfrutar de la preparación de comida típica de esta época, y que he podido conocer con mis años en su querido Chile.
Pero tampoco es excusa para comenzar a consumir en abundancia productos que sólo generarán aumento en su peso y el malestar cuando la época primaveral llegue hasta su closet. Debemos procurar una alimentación sana, baja en grasa, sodio y azúcar.
En mi larga experiencia como chef internacional me ha correspondido vivir el fenómeno invernal en variados continentes. ¡Y siempre es igual!: menores temperaturas, mayores demandas.
Tal vez es hora de asumir la realidad y emprender definitivamente el camino de la alimentación sana. No se trata de llegar al extremo y consumir sólo ensaladas o cantidades mínimas. Tampoco de desarrollar fobia contra los alimentos y pretender que todos son causantes de variadas enfermedades. La idea es que se entienda el invierno como una estación que propicia la unión familiar en torno a una buena mesa, pródiga en productos preparados sanamente, con buen gusto, atractivos, de bajas calorías, pero no por ello menos sabrosos.
Comer bien y en buena compañía es factor de integración familiar y social. Digo esto último porque la mesa puede ampliarse a los amigos.
Llegó la hora de dejar de lado las amenazas de falsos “profetas de la alimentación” en contra de los que osan comer un poco más de la cuenta durante la temporada invernal. Es el cuerpo humano el que reclama más y mejor alimentación. Es el mismo cuerpo que, con sapiencia, reduce el apetito durante las estaciones calurosas.
Este comentario es particularmente válido ahora que comenzaron los fríos y también muchos colegios están ad portas de las vacaciones de invierno. Al igual que muchas situaciones humanas, el invierno no es una crisis, sino una oportunidad de hacer mejor las cosas.
Disfruten y compartan; diviértanse cocinando.
Cariñosos saludos, Óscar Gómez, chef ejecutivo del restorán Astoria.
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