El amor, el respeto y la comunicación son fundamentales en una relación de pareja.
Pero qué pasa, si no se entiende que la persona a quién se ama no es un objeto de posesión. Obvio, la relación se vuelve oscura y pierde su flow.
Oscura porque se carga al otro con la tremenda responsabilidad de cubrir necesidades y carencias propias, dejando de lado el libre albedrío para disfrutar y compartir la vida.
Entonces, como se quiere manipular y no se puede comienzan los celos, las inseguridades, los tormentos.
“Los celos son un síntoma más que una enfermedad. Una mujer se vuelve celosa, cuando hay algo en ella que no le gusta, internamente, físicamente, mentalmente. Esto le provoca inseguridad y por ende, no confía en ella y desconfía de los sentimientos de su pareja”, explica la terapeuta María Jesús Nieto Hoffmann. (www.nhbienestar.cl)
Sostiene que una mujer celosa no necesariamente tiene que haberlo sido siempre. Más bien dependerá de las relaciones anteriores que haya vivido donde si existió engaño, habrá un cierto daño en su autoestima y seguridad personal.
Por tanto, es fácil caer en fantasías y rollos mentales que tendrán siempre el mismo transfondo de peligro y daño frente a sus sentimientos amorosos, lo que tarde o temprano pueden terminar con la relación.
El límite estará dado cuando se presenten cambios en el estado de ánimo. “Si pierdes el interés o placer en casi todas las actividades habituales, incluyendo las relaciones personales, sexuales y sociales. Te aíslas o no paras de llorar es momento de hacer algo”, aconseja María Jesús Nieto.
Mujeres poderosas
“Cuando hay celos es porque la mujer duda de sí misma y no se da cuenta del tremendo poder que tiene dentro de si misma”, añade la terapeuta Griselda Contreras (ichita.c@gmail.com).
El desafío es conectarse con el amor propio, para salir de la polaridad amor-odio y robustecer la autoestima para abrirse a sentimientos de merecer más que a padecer sufrimientos.
“Las mujeres hemos ido descubriendo nuestro poder y la facilidad de lograr lo que realmente queremos. Estar bien o amar sin ser posesiva es una decisión que puedes tomar”, afirma.
No se trata de brujear al otro sino que encontrar el centro, sanando las heridas del pasado, trabajando la claridad y el control mental o aceptando de buena manera la capacidad para amar y servir en confianza, pero sin dejar que ninguna relación sobrepase los límites.
En ese sentido, para Griselda Contreras, para vivir una relación de pareja plena, una mujer no puede poner su seguridad o integridad en otra persona o en el mal llamado “príncipe azul”, sino que la seguridad y la felicidad debe estar primero en una.
“Cuando estás bien por dentro o emocionalmente sana se proyecta hacia fuera y si eres amorosa contigo, te vas a respetar a ti misma y eso se irradiará, porque si el otro no corresponde a tu amor, mejor que se vaya a su casa”, sentencia. Por tanto, la clave estaría en el cuidado personal y en ser honesta con uno misma.
“Preguntarse, qué es lo que quiero y deseo de la vida para cuando me enamore, me respete y no deje de hacer las cosas que me producen felicidad”, aconseja María Jesús Nieto Hoffmann.
Sino por rebote todo se complicará, llenando los encuentros amorosos de fantasmas y penas del pasado o bien harán surgir aquellos episodios emocionales que no han sido sanados.
“No hay que olvidar que las pareja hacen de espejo sobre todo aquello que no queremos ver de nosotros mismos, porque en el amor nos fusionamos con el otro todo el tiempo”, recalca la terapeuta Griselda Contreras.