Es que “noera” la mujer para mi hijo, es la frase con que las suegras se refieren chistosamente cuando hablan de sus nueras. El comentario puede tomarse a la broma, pero se pasa a negro cuando empiezan a cambiar la posición de los muebles de la casa, a decidir qué se come, a qué hora se levantan los hijos o si salen todos juntos, ella toma a su hijo del brazo y la mujer se queda caminando sola o con los hijos atrás.
Cuando se pasan de la “raya” es que no están comprendiendo que su hijo querido, tomó la decisión de compartir su vida con otra mujer y formar su propia familia o núcleo base.
“Las suegras creen que son la mujer más importante para sus hijos porque los cuidaron por largos años y de pronto, tiene que compartir su rol con otra mujer lo que no les gusta y por si fuera poco, siguen imponiéndose como lo hacían cuando los hijos vivían en su casa, y comienzan los problemas”, explica Evelyn Kleiber Lama, psicóloga de Eira, Terapias y mediación familiar (www.eira.cl)
Afortunadamente no todas las suegras son infernales. Las que son irritantes, según la psicóloga, provendrían de familias donde los hijos son muy regalones o en algunos casos, cuando han tomado el rol del papá. Por ejemplo, añade, en el caso de las mamas separadas o viudas, el hijo se convierte en el sustento de la casa, “ya sea emocional o económicamente y ellas, empiezan a apoyarse en él, casi como si fueran pareja, entonces cuando el hijo encuentra una pareja, ella siente como que si estuviera perdiendo de nuevo, al hombre que tiene al lado”.
El problema se agrava cuando el hijo querido se deja estar y queda dividido entre la madre y la mujer sin respetar el lugar de su pareja o esposa, dando pie para que la suegra opine y mande a su antojo, desatando una verdadera batalla, a veces soterrada, otras, a campo travieso.
El peligro es que las relaciones de pareja comienzan a dañarse porque la mujer se siente sola, poco apoyada y un gran temor a que él no va a estar cuando tiene que estar. Mientras que él se pondrá a la defensiva porque siente que atacan a su madre sin tregua.
“Tengo tanto miedo al rol que juega mi suegra, que creo que puedo estar en el parto y mi suegra va a hacer un ataque de pánico o va a llamar por teléfono y él va a salir corriendo”, detalla Evelyn Kleiber Lama, aludiendo a las reacciones que le ha tocado atender.
Esta situación, explica, daña las relaciones de pareja porque que la mujer necesita sentirse querida y respetada y cuando la pasan a llevar continuamente, se aísla y deja de confiar en su compañero.
Hablar mal de la suegra
“Una mala relación con la suegra es también una mala relación con tu marido” afirma Leyla Rajab, psicóloga de Clínica Dávila. Por eso la estrategia para tener una buena convivencia no invasiva es mantener una buena comunicación con la pareja y exponer naturalmente lo que sucede con su madre querida.
“Sin entrar a pelar o hablar mal de ellas, tienes que discutir sobre el comportamiento o la actitud que te molestó, pero después que haya sucedido sin anticiparte. Esto es para que tu pareja se de cuenta cómo es su madre con hechos y sienta que tu comentario no es con mala intención”, aconseja.
También hay que tener en cuenta que la relación con la “suegrita” va a durar toda la vida y que es imposible alejarla. “Uno quiere tener una abuela para los hijos, una familia y por lo tanto, también quiere que haya una relación cordial entre todos”.
No es que haya que ser “la amigui” (aunque hay bastantes casos de buena convivencia y sana amistad) sino que estar segura de ser la mujer o esposa del hijo querido, con quien se han acordado reglas o formas de organización que merecen ser respetadas por todos los ajenos al núcleo familiar.
La estrategia
Lo básico es tener una buena comunicación con la pareja y que el hijo querido, entienda que puede seguir siendo un hijo presente, amoroso y preocupado sin dejar de ser un esposo y padre presente y preocupado.
Luego, sentir que no hay necesidad de defenderse, “porque vas a estar esperando que esa suegra invasiva, manipuladora y controladora te haga algo malo”, agrega Leyla Rajab.
Irse en contra no es positivo. Muchas veces es difícil por el mismo carácter que tienen ambas, “pero cuando se comparte la vida con una pareja también viene incluido en el paquete a toda su familia y las mamás son importantes siempre”, añade Evelyn Kleiber Lama.
Lo más sano será comunicarle las normas de la casa y cuáles son los límites que ella tiene que respetar ya que han sido acordadas como pareja.
Mientras que lo más desafiante será comprender a la suegra. “A ella también le pasan cosas y no son así porque sean malas. Lo mejor es tratarlas cordialmente, con respeto, considerarlas, manteniendo los límites y eso baja las defensas, las rabias o los enojos” aconseja la psicóloga Leyla Rajab.
De todas formas, tal vez lo más sensato será admitir que hay cosas que van a molestar siempre y en ese sentido, en una actitud adulta equilibrada, poner un stop al “rollo” y aceptar con paciencia y cariño que “así es la señora” y que hay cosas más trascendentales que irritarse con la suegra.