“Lo veía una vez al mes, un fin de semana. Era ideal. Comíamos rico, regaloneábamos, íbamos al cine, salíamos y después se iba. Al principio era muy romántico y se ajustaba a mi ritmo trabajólico de vida, pero después de seis meses empecé a sentirme muy mal. Lo echaba de menos todo el día. Hablábamos siempre, pero comencé a darme cuenta que la relación la tenía con el teléfono porque él nunca estaba conmigo. Era como si estuviera pololeando con un fantasma o un hombre casado. Decidí terminar cuando me enteré que tenía otras mujeres donde vivía y comencé una terapia que me salvó la vida”, relata Violeta Díaz (32 años).
Su caso no es único sino que más bien universal porque refleja el tipo de relación que se construye, cuando ambos viven en distintas ciudades aunque siempre existirán sanas excepciones.
Antes de aceptar o entablar una relación así es importante conocer las bondades y los inconvenientes que se tendrán al vivir el amor a la distancia.
Lo primero, hay que mencionar que es un gran desafío. Porque si ya es un trabajo estar en pareja, se puede venir cuesta arriba cuando el cotidiano solamente se da de manera virtual.
“Creo que para enfrentar cualquier relación es necesario haber tenido experiencias de desarrollo personal, de encuentro con mis carencias y hacerme cargo de esas falencias para no proyectarlas en el otro, y desde ahí ir construyendo una relación”, explica Paulina Alfaro Morales, psicóloga transpersonal (
paulimed@gmail.com)
Esto es lo ideal porque depende de los objetivos que tenga cada persona para estar en pareja. Es por amor, compromiso, diversión, soledad, miedos o el conocido “peor es nada”.
Sobre las contrariedades que puede presentar el amor de lejos, hay varios dichos populares que dan pistas de ello, como: “amor de lejos, amor de pendejos”, “ojos que no ven, corazón que no siente”. Es decir, casi siempre ha sido definido como un amor sin compromiso (aunque las nuevas generaciones están muy comprometidas) que no tiene proyecciones y donde los engaños son frecuentes. En otras palabras, una relación light que no trascenderá.
Por otro lado, como falta la presencia del otro, en forma constante, se harán comparaciones sobre la vida en pareja que llevan los amigos, a diferencia de la que se tiene, donde siempre en los eventos sociales se aparecerá sin esa compañía lejana.
En otro plano, se puede llegar a pagar excesivas cuentas de teléfono o dinero en pasaje para ver al pololo o polola. Es que hablar horas por celular, viajes cortos y regalos varios, cuesta caro y desequilibra el presupuesto más de lo esperado.
Además, si no hay frecuentes visitas “se puede caer en una sensación de vacío, aumentar tus penas, dolores y en definitiva, sentir la necesidad de terminar la relación”, comenta la psicóloga.
Lo positivo de la distancia
Lo más conveniente y revitalizador será la valorización que se tenga de la otra persona y el tiempo que se comparte. “Puedes valorar sus cualidades, echas de menos, sientes que lo amas y necesitas estar con él, a diferencia de cuando estás tan cerca de tu pareja donde no siempre logras ver cuánto vale el otro y lo importante que es en tu vida”, afirma Paulina Alfaro Morales.
Este punto de vista puede llevar a hacer esfuerzos notables para lograr una mayor cercanía y estar pendiente de cómo está la pareja, compartir y viajar cuando es necesario.
Por otra parte, dependiendo de la madurez de las personas que conforman esta relación, los tiempos de soledad pueden ser disfrutados con agrado, independencia y sin frustración.
Sin embargo, siempre será necesario trabajar la confianza y el compromiso de llevar una relación de este tipo.
“Para ello necesitas fortaleza, constancia, voluntad de permanecer juntos y confianza, sino voy a estar pasándome rollos y dudando si me dicen la verdad o no. Por eso es necesario tener una comunicación fluida donde ambos puedan expresar lo que les sucede con esta distancia”, aconseja.
De todas maneras lo más conveniente será estar juntos y poder gozar de la presencia del otro, pero si no se puede, lo mejor será recordar la famosa frase papal “el amor es más fuerte”, confiar pero siempre con los ojos bien abiertos y la voluntad para que la distancia no sea eterna y llegue el momento de estar cerca.