Pero, ¿por qué durante el invierno dan más ganas de comer alimentos calóricos e ingerir porciones más grandes? Esto ocurre porque durante esta estación hay un gasto energético mayor como consecuencia del frío. Sin embargo, según explica Patricia Loncon, nutricionista del Hospital Clínico Universidad de Chile, "este aumento no es significativo, por lo tanto no se justifica comer porciones mucho más abundantes. Por otra parte, muchas personas durante la época invernal dejan de hacer ejercicios, disminuyendo el gasto energético diario promedio".
Y aunque las grasas son necesarias para la salud porque cumplen funciones esenciales en nuestro cuerpo, hay que poner atención en el tipo de grasas que se consume. Por ejemplo, las saturadas provenientes de fuentes animales son las más dañinas, ya que favorecen el aumento del colesterol “malo”, uno de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por esta razón hay que evitar el consumo de masas, embutidos, quesos, pasteles, leches enteras, mantequilla y carne.
Otra recomendación es no exagerar con el aporte extra de calorías, ya que durante el invierno sólo se necesitan 100 o 150 adicionales a lo que una persona consume normalmente.
También es importante no dejar de consumir frutas. Éstas pueden cocerse y endulzarse con edulcorantes.
En el caso de las ensaladas, si no resulta apetitoso comerlas en frío, pueden ser reemplazadas por platos calientes que incluyan vegetales (por ejemplo, tortillas o guisos).
Los dulces pueden ser dejados a un lado y en su lugar es conveniente consumir frutos secos.
Finalmente, para poder cubrir la ingesta de líquidos recomendados en invierno, puede recurrirse al té, las aguas de hierbas, el café, los caldos y la leche.