“Niégate a sufrir por amor, encuentra tu lugar en la soledad y no permitas que el deseo de amar esté por encima de todo. Protege el amor propio, sin el cual no podrás construir relaciones sanas”, es la primera indicación que entrega el psicólogo Walter Riso en su “Manual para no morir de amor” (Emecé, 2011).
Es que cuando se termina una relación en contra del deseo propio de seguir, queda un vacío y un dolor enorme. Tal vez las penas de amor sean una de las emociones más difícil de sobrellevar y sanar. Aunque siempre el tiempo será el mejor aliado para sanar los corazones rotos.
Lo importante es aprender a enfrentar las relaciones de pareja de otro modo y cambiar la concepción del amor incondicional y para siempre, para que cuando se acabe el ciclo o la relación, el movimiento de piso no sea un terremoto, una agonía sino solo un cambio, una enseñanza y una lección para saber lo que no se quiere del amor.
Pero no se trata de vivir el amor sin pasión sino más bien de fomentar el autocuidado y la inteligencia emocional. Por ejemplo, explica Riso, si estás con alguien que no te quiere y te lo dice, pero tú sigues ahí esperando un milagro que no llega y soportando el rechazo, él aconseja: “si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente”.
Otro caso es cuando la pareja o pololo es ambigua y tiene dudas hasta donde quiere llegar en la relación porque no está seguro de sus sentimientos. “Es el síndrome del ni contigo, ni sin ti, cuya víctima eres tú, además no tienes la menor idea de cómo hacerle frente”, lo mejor –concluye– será correr lo más lejos posible y dejar de oscilar al compás de una inseguridad.
Por otra parte, explica el psicólogo argentino, si la persona sabe que el poder emocional o afectivo lo tiene la pareja, es decir, “que fácilmente pueden prescindir de ti y por ello siempre estás accediendo a acuerdos que no van contigo”, recomienda preguntarse si se cede por amor o por miedo a perder al amado. En cualquier caso, el poder afectivo lo tendrá quien necesita menos al otro. Entonces, hay que aprender eso que llaman desapego.
Ahora si en cada relación se vive un martirio por querer resolver los problemas de la pareja y se olvida de las necesidades e intereses de sí mismo o se vuelve opaco para que el otro brille más, ocultando las propias virtudes, Walter Riso llama a este comportamiento, suicido afectivo y propone, “evita el sacrifico irracional: no te anules para que tu pareja sea feliz”.
Si la relación es fría y distante. Si la pareja te deja a un lado, hay displicencia, indiferencia y rechazo que duele y afectan la autoestima, el principio 7 de supervivencia de este “Manual para no morir de amor”, sorprende: “Si el amor no se ve ni se siente, no existe o no te sirve” o si idealizas a quien está a tu lado hasta el punto de no verlo cómo es, aconseja: “no idealices al ser amado: míralo como es, crudamente y sin anestesia”.
Ahora si la pareja es demasiado mayor o menor, habrá que preguntarse, “¿cuántos años me quedan de felicidad? El amor no tiene edad, pero los enamorados sí”.
Morir de amor varias veces
Para Nerea de Ugarte, psicóloga especialista en sexualidad, terapeuta y docente Centro de Estudios de la Sexualidad Chile (www.mujerypunto.cl), el sufrir por amor por un largo período se debe, en parte, porque la persona siente que algo suyo se perdió en ese quiebre y entra en un estado melancólico.
“Esto suele pasar con esas parejas muy "simbióticas", que dejan de lado sus mundos por vivir el del otro, que dejan los amigos, las pasiones, los hobbies, los espacios propios, por la relación. Y lo que sucede es que cuando terminan, pierdes todo”.
Como consejo, definir siempre los espacios de pareja y los personales: diferenciar el "yo", el "tú" y el "nosotros". O enfrentar que cada uno perdió lo que tuvo en la relación y buscar la manera de construirlo nuevamente.
Ahora, ¿por qué se puede morir varias veces de amor? Por descuido, por desamor…
“A pesar de que suene terrible, la comodidad y la flojera en las relaciones de pareja en nuestra sociedad es alarmante. Todos parten "como caballo de carrera", pero se van cansando en el camino. La seducción en un comienzo es notoria, hay importancia hacia la relación y hacia la persona, se preguntan qué hicieron, como estuvo el día, cómo le fue en el trabajo, en fin, se interesan mutuamente por la vida del otro... con el tiempo esto comienza a difuminarse, las parejas dejan de tener espacios propios y más me atrevo a decir, que dejan hasta de mirarse”, afirma la psicóloga.
Entonces para mantener el vínculo y el sano amor, la especialista que el próximo 12 agosto dictará el taller, “Construyendo el deseo”, recomienda a las actuales parejas:
-Interesarse por la vida del otro: por sus pasiones, por sus anhelos, por sus sueños, por lo que para el otro es importante.
-Validar al otro: comenzar a ver lo que te gusta del otro, de lo que los hizo enamorarse, de lo que provocó que se gustaran, de lo que hoy admiras del otro, en fin, recalcar lo bueno siempre.
-Promover los sueños de la pareja: apoyarse mutuamente, hacer sentir a tu pareja que quieres acompañarlo en su camino.
-Seducirse todos los días: esto es lo que primero se deja de hacer en las relaciones.
-Sorprender al otro: llegar con algún detalle, enviar un mensaje de texto, escribir en el espejo del baño algún mensaje, etc.
-Aprender a perdonar y pedir perdón: uno de los factores más protectores en las parejas es la capacidad de reparar. No necesariamente llegando a soluciones, pero si logrando calmarse entre ambos y aceptar que el otro puede tener una visión diferente de lo que uno ve.
-Ser pro a la intimidad siempre: Construir espacios juntos y que sólo son de a dos.