La capacidad de tomar decisiones por uno mismo no siempre se da tan fácil. Claro, existen distintos tipos de decisiones, unas más triviales como qué pantalón visto, chaqueta o qué lápiz labial uso. Hay otras más existenciales, que van desde elegir una profesión, trabajo u oficio hasta si me caso o tengo hijos.
El saber elegir con libertad dependerá en gran parte del tipo de educación y formación emocional que se haya recibido desde la niñez.
“Tiene que ver con el grado de sobreprotección que hayamos recibido. Si nuestros padres siempre eligieron por uno y no nos dieron la opción de elegir en cada etapa de nuestras vidas, nos acostumbramos a que sean otros lo que eligen por uno”, afirma el psicólogo Raúl Carvajal de Clínica Santa María.
El asunto es ir educando para que los futuros adultos aprendan a tomar decisiones sino se producen ciertas dependencias emocionales, cognitivas y existenciales.
“Hay quienes toman buenas e importantes decisiones en el trabajo pero en su vida personal son totalmente dependientes y no se atreven a decidir sin la ayuda de otro”, sostiene.
Entonces a medida que pasa el tiempo la autoestima y los verdaderos intereses de esa persona se merman y pasan a segundo plano, y en cada situación van cediendo constantemente, por miedo o por temor a no ser queridos o aceptados, si es que no actúan como los demás quieren o esperan de ellos.
“Si no soy capaz tengo que pensar en qué me pasa, problematizar la situación y escuchar qué siento, porque cuando hago lo que los demás me dicen, me quedo con una cierta sensación de insatisfacción, de vacío y de inseguridad que me molesta, a pesar que no quiero darme cuenta, se siente igual y para aplacar esa sensación, le echo la culpa a otro de mi estado y me enojo o me entristezco”, afirma.
“Yo elijo"
“Qué quieres aprender, qué quieres hacer de ti y de tu vida, cómo quieres comportarte, qué clase de personas quieres ser”, son algunos de los cuestionamientos que el escritor, coach ontológico y consultor Jorge F. Méndez plantea en su libro “Yo elijo. Y tú, ¿te sientes libre de elegir?” (Zig-Zag, 2011).
El texto es una invitación a reflexionar sobre las oportunidades que la vida presenta y aprender a elegir y vivir de forma inteligente y libremente.
Lo primero que plantea es explorar la propia ceguera, darse cuenta que nadie sabe todo ni tiene la razón siempre y al hacerlo, reconocer ser ignorante y tomar conciencia de ello, para proyectar un futuro más iluminado y por tanto, tomar decisiones y actuar con determinación. Aunque los movimientos siempre serán lentos, porque se necesita procesar interiormente todo lo que se piensa, crea o se sienta que se deba hacer para conseguir un determinado objetivo.
“Es precisamente aquí, en la transición, donde la automotivación, el autocuidado y la autoestima de la persona serán sus mejores agente de seguridad; pues de nada habrá servido darse cuenta, tomar conciencia, decidir y pegar el salto, si no se crea el hábito de lo aprendido”, sostiene.
Es decir, ensayo y error pero nunca dejar de avanzar, de cuestionarse y proponerse un nuevo futuro en todo ámbito de cosas: amor, familia, trabajo, sufrimiento, muerte, felicidad, resiliencia, humor.
El objetivo de Jorge F. Méndez es entregar herramientas para enfrentar relaciones, problemas y desafíos sin claudicar a disfrutar de la vida en forma libre y responsable y de paso, “tomar las riendas de la propia vida”, con el objetivo de llegar a ser grandes personas, mejores padres, profesores, parejas, profesionales.
La idea que promueve es estar despiertos y renovar en cada momento las propias expectativas, tomando en cuenta la racionalidad y las emociones para elegir con sabiduría.
En ese sentido, propone preguntarse: “¿Para qué estás haciendo lo que estás haciendo? ¿Cómo podrías hacerlo virtuosamente? ¿Has armado tu árbol genealógico? ¿Sabes quiénes eran, qué hacían y cuáles eran las características de tus ancestros? ¿Eres de los que les pasa el celular a sus hijos para que se entretengan? ¿Cuánto hace que no armas puzzles con ellos, juegas al ajedrez o a las escondidas, o le inventas un cuento cargado de positividad? ¿Hay resilientes en tu familia, o en otra parte que conozcas? ¿Qué has aprendido de ellos? ¿Hoy te sientes merecedor? ¿Vives feliz o infeliz? ¿Estás seguro? ¿Eres libre de elegir o estás obligado a elegir y por tanto no te sientes libre?