WASHINGTON. — Las mujeres embarazadas que van a tener y tuvieron una cesárea deben considerar el uso de unas botas especiales inflables para reducir el riesgo de coágulos.
Diversos hospitales ya utilizan esos dispositivos de compresión para otras operaciones mayores, como reemplazo de cadera, y un número cada vez mayor ha comenzado a ofrecerlos también para al menos algunos de los partos por cesárea.
Según nuevas directrices para los obstetras en Estados Unidos, es necesario adoptar esa medida en forma rutinaria en la mayoría de las cesáreas, que representan casi un tercio de los nacimientos en el país.
Los nuevos lineamientos ofrecen aumentar la consciencia sobre lo que es una amenaza silenciosa no sólo para las mujeres embarazadas, sino también para miles de personas en otras circunstancias: los coágulos en venas que pueden pasar por un simple dolor de piernas.
Conocido como trombosis venosa, ese tipo de coágulo comienza por lo general en las piernas o en la ingle. Pero es potencialmente fatal si asciende a los pulmones, donde es llamado embolia pulmonar.
Esos coágulos aparecen ocasionalmente en las noticias cuando personas aparentemente sanas se desvanecen después de largos vuelos en avión o de largos períodos similares de inactividad. Algunas cirugías pueden desatar una trombosis venosa.
La obesidad y algunos tipos de lesiones, incluso ciertas píldoras anticonceptivas, pueden igualmente aumentar el riesgo. El riesgo entre las mujeres de padecer una trombosis venosa aumenta sustancialmente durante el embarazo y en las seis semanas posteriores al parto.
Esto se debe en parte a que experimentan una circulación sanguínea más lenta por el aumento de peso, y porque la madre tiene menor actividad en el último trimestre y durante las primeras semanas de la recuperación posparto.
También se debe a que el embarazo modifica temporalmente la sangre y es más fácil que coagule. “Esta es una consecuencia de la protección natural de las mujeres contra los problemas de sangrado en el parto”, explicó la doctora Andra James, de la Universidad de Duke.
James participó en la elaboración de las nuevas recomendaciones del Colegio Estadounidense de Obstretas y Ginecólogos. En esa situación, si hay una cesárea —como cualquier otra cirugía mayor— se eleva más ese riesgo. Hasta dos de cada millar de estadounidenses embarazadas experimentará una trombosis venosa, dijo James.
Por fortuna, las muertes relacionadas con el embarazo son muy raras en el país, pero cuando ocurren, esos coágulos son una de las razones principales.
El Centro Médico Monte Sinaí en Nueva York comenzó a utilizar hace algunos años los dispositivos para las cesáreas. La subdirectora médica Erin DuPree afirma que las botas especiales incrementan el costo del servicio en 14 dólares.
James enfatiza que la compresión de las piernas no debe llevar a las mujeres a pensar que pueden descansar en cama en lugar de animarse a caminar. Además, una nueva madre debe estar alerta a los síntomas cuando regresa a casa, pues la mitad de las trombosis venosas relacionadas con el embarazo ocurre en esas semanas posteriores al parto.