“Es el procedimiento estético que más se hace en el mundo”, asegura Vierocka Tomulic, dermatóloga de la Clínica Dermovein, respecto a las inyecciones de toxina botulínica y su utilidad para deshacerse de las inevitables arrugas.
En el ámbito de la cosmética es más conocida como Botox, la marca comercial registrada por la empresa Allergan y que obtuvo su aprobación oficial en 2002. Sin embargo, tras nueve años en el mercado continúa plenamente vigente.
Según explica la especialista, la toxina botulínica es elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum, la misma que produce la enfermedad conocida como botulismo. Se trata de una neurotoxina que actúa directamente en la unión de la neurona con el músculo, paralizando a este último.
El botox, en tanto, es fabricado por bioingeniería como una copia de la toxina botulínica y sus usos son múltiples. “Se usa en neurología para la migraña, en oftalmología para el estrabismo, en la coloproctología para las fisuras anales, y en la dermatología estética y reconstructiva no sólo para producir parálisis en el músculo que está debajo de la arruga, sino también para asimetrías faciales”, explica Vierocka Tomulic.
Es importante destacar que es un producto de uso médico que debe ser aplicado exclusivamente por profesionales, y no por cosmetólogas o esteticistas. Asimismo, puede ser utilizado en cualquier persona, excepto quienes tengan antecedentes de enfermedades autoinmunes severas y mujeres embarazadas. Eso sí, antes debe existir una evaluación médica.
En relación a los lugares donde se puede aplicar, la dermatóloga afirma que en general el botox se usa más que nada en el tercio superior del rostro para borrar las “patas de gallo”, arrugas en la nariz, en el entrecejo y la frente. “También para las comisuras caídas y las arrugas transversales del cuello”, agrega.
Y la pregunta del millón: ¿duele colocárselo? “No, porque se usa una aguja tan fina como la que usan los diabéticos para ponerse la insulina o vacunar a guagüitas”, responde Vierocka Tomulic. Además -añade- se aplica muy poco volumen y el medicamento va diluido en suero, por lo que no es espeso. “Muchas veces las personas se lo ponen durante la hora de almuerzo, vuelven a su trabajo y nadie nota nada”, asevera.
Otra duda común se refiere a lo natural de sus resultados. En este sentido, la dermatóloga explica que los efectos del botox en general comienzan a aparecer después del cuarto día de aplicado el producto y a las dos semanas ya se pueden apreciar por completo. Es decir, los efectos no son instantáneos, sino más bien paulatinos, y la inmovilización del músculo es gradual.
“Un botox bien colocado le da a la persona un aspecto fresco, más juvenil, descansado, pero sin verse con alteraciones en su fisonomía o de sus gestos habituales”, asegura la especialista.
También hay que considerar el tiempo por el que se mantienen sus beneficios, lo que varía de persona en persona. Esto se debe a que como la toxina actúa en la unión de la neurona con el músculo, la parálisis dura el tiempo que la neurona se demora en generar nuevos terminales nerviosos hacia el músculo para volver a ponerlo en movimiento. Este fenómeno, señala Vierocka Tomulic, comienza alrededor de tres meses después de aplicado el botox, por lo que ése es el tiempo mínimo por el que permanecen los efectos. El máximo, en tanto, puede llegar a ser de nueve meses.
Riesgos, mitos y verdades
El botox puede utilizarse en forma reiterada y en un mismo lugar, pero no con una frecuencia menor a los tres meses, ya que de ser así la persona genera resistencia al producto, igual como si se vacunara con él. “Entonces, se recomienda en general entre cuatro y 12 meses la frecuencia de reaplicación”, dice la dermatóloga.
Respecto a las complicaciones que implica su uso, la especialista afirma que son mínimas. “Puede salir un pequeño moretón en el área en que se ha aplicado, que se irá en cuatro a cinco días”, sostiene.
Otra posibilidad es que al aplicar el medicamente, el médico pinche sin querer el nervio que eleva el párpado y lo paralice. Sin embargo, Vierocka Tomulic asegura que eso es muy poco probable que ocurra, ya que por lo general se tiende a evitar las “zonas riesgosas”, y si llegara a pasar, el efecto se revierte con la aplicación de unas gotas.
Sobre los mitos que rodean el uso del botox, la dermatóloga nombra dos. El primero es que comúnmente se piensa que al acabarse el efecto, la arruga que se trató de eliminar va a quedar peor que antes. “Eso es imposible, porque lo que hace el botox es paralizar la musculatura y cuando se va el efecto vuelve a lo que era antes, incluso a un estado mejor, porque la arruga estuvo varios meses sin moverse”, desmiente la especialista.
El otro mito conocido es que la persona que se ha puesto botox, la siguiente vez tiene que utilizar una dosis mayor. “No es así”, rebate Vierocka Tomulic, y agrega: “En general por años los pacientes se van poniendo las mismas cantidades, a no ser que quieran ir adicionando áreas nuevas y arrugas nuevas que vayan apareciendo. Pero no es que por arruga haya que ir poniéndose más unidades de botox”.
También hay algunas verdades en relación al producto. “Es inocuo y está aprobado por la FDA (Food and Drug Administration de EE.UU.)”, resalta la dermatóloga.
Además -añade- “la persona realmente se beneficia y previene arrugas profundas, surcos. De verdad a la persona le da un look juvenil y descansado”.
Finalmente, la especialista remarca que “bien colocado y en cantidades adecuadas, no debería afectar la expresividad y fisonomía de las personas”.