El día que a
Kjerstin Gruys le pidieron matrimonio fue sin duda una jornada feliz. Estaba más que encantada con la idea de pasar el resto de su vida con Michael. Y con gusto se dedicaría al estresante pero lindo proceso de preparar las cosas del matrimonio. Pero cuando viajó de Los Angeles a Saint Louis, donde viven sus papás, para que su madre le ayudara a buscar el vestido perfecto, algo hizo click en su cabeza.
Con el vestido puesto, frente al espejo, lo único que se le vino a la mente eran cuántos defectos se encontraba. Y, cuando pensó en que era el momento de ponerse a dieta, supo que algo andaba mal. Hace menos de 10 años había superado una anorexia y, sin duda alguna, en ese momento, no tenía sobrepeso. Pero temía caer nuevamente en la pesadilla de un desorden alimentario.
De vuelta a Los Angeles, en el avión, leyendo el prólogo del libro “The birth of Venus”, se le ocurrió una idea. La historia que narraba el texto, trataba acerca de una orden de monjas que tenía prohibido mirarse al espejo de por vida. ¿Y si ella dejara de verse por un día siquiera? “Una voz en mi cabeza decía ‘ve más lejos’”, comenta Gruys.
Es por eso que el 26 de marzo pasado comenzó su campaña por un año de evitar espejos, reflejos en ventanas, fotografías y todo aquello que le recordara su apariencia, y, además, comenzó a escribir en su blog
“Mirror Mirror... OFF The Wall”.
En él, no sólo publica estadísticas –como que las mujeres pasan 5 días completos al año mirándose- sino que además cuenta al mundo su experiencia y las cosas que le han pasado por la mente desde que su apariencia ya no es tema.
Kjerstin es socióloga y en momentos en que aún estudiaba su carrera, en la UCLA, hizo su tesis acerca de la imagen del cuerpo y las fraternidades de mujeres, tan clásicas en las universidades estadounidenses. Todo esto, mientras salía de su anorexia. “Ese fue probablemente uno de los pasos más grandes en mi recuperación”, ha declarado, ya que le permitió analizar el tema de la autoestima, la vanidad y la importancia de la belleza en la mujer, desde un ángulo totalmente diferente.
Hoy, Gruys no solo describe cómo ha aprendido a maquillarse de forma básica y “al tacto”, sino que cómo otros aspectos han pasado a ser más valiosos para ella, por sobre su apariencia, como la confianza. “Tengo que confiar en que las personas me dirán si tengo una semilla de amapola entre los dientes. (Y) un asunto más importante es confiar que las personas que participan de tu vida no se preocupan de cómo te ves, y que te aman más por compartir el tiempo con ellas, y no por estar quejándote por tu apariencia”, comentó.
Con todo, la mujer no ha dejado de recibir críticas a través de internet, que la acusan de no estar enfrentando sus propios problemas de autoestima. Sin embargo, Gruys no deja de defender su objetivo, que no es otro que lograr que las mujeres piensen en el impacto que la cultura de la belleza ha tenido en sus vidas y se cuestionen todo aquello que han escuchando acerca de verse bien y la forma “correcta” en que deben ser sus cuerpos, su rostro y sus vestimentas.
El primero de octubre es la gran fecha para Kjerstin. Se casará con Michael y está empeñada en que no mostrará aires de flaqueza en su meta por cumplir un año sin mirarse al espejo. Y aunque sus seguidores le ruegan que, aunque sea, mire las fotografías del matrimonio, ella no se muestra muy convencida.