LONDRES.- Los niveles fluctuantes de serotonina en el cerebro, causados a menudo cuando alguien no ha comido o está estresado, afectan las regiones cerebrales que permiten al ser humano regular la ira.
En un estudio en el que participaron voluntarios sanos, investigadores de la Universidad de Cambridge hallaron que cuando los niveles de serotonina son bajos puede ser más difícil para el cerebro controlar la respuesta emocional al enojo.
Aunque tener los niveles de serotonina bajos se vinculó anteriormente con agresiones, se trata del primer estudio que muestra cómo esta sustancia ayuda a regular el comportamiento en el cerebro, además de mostrar por qué algunos individuos pueden ser más proclives a la agresión.
Los investigadores que llevaron a cabo este estudio, publicado en la revista Biological Psychiatry, esperan que sus hallazgos ayuden en la búsqueda de nuevos tratamientos para trastornos psiquiátricos en los que la violencia y la agresión son síntomas comunes.
En el estudio, los niveles de serotonina de los voluntarios sanos se alteraron a través de la dieta.
En la jornada de reducción de la serotonina, los participantes recibieron una mezcla de aminoácidos que carecía de triptófano, base de la serotonina. El día del placebo, tomaron la mezcla con una cantidad normal de triptófano.
Los investigadores escanearon luego los cerebros de los voluntarios usando imágenes por resonancia magnética funcional, mientras observaban que sus rostros reflejaban enfado, tristeza y expresiones neutrales.
El equipo pudo medir cómo reaccionaban y se comunicaban entre ellas las diferentes regiones del cerebro cuando los voluntarios mostraban rostros de enfado, en oposición a las caras tristes o neutrales.
Los resultados mostraron que unos índices bajos de serotonina hacían que las comunicaciones entre regiones específicas del sistema límbico del cerebro -una estructura llamada amígdala- y los lóbulos frontales fueran más débiles que cuando los niveles de serotonina eran normales.
Usando un cuestionario personal, los investigadores también analizaron cuáles de los voluntarios tenían tendencia natural a comportarse con agresividad. En estas personas, las comunicaciones entre la amígdala y la corteza prefrontal del cerebro eran incluso más débiles tras la reducción de la serotonina.
"Aunque estos resultados se dieron en voluntarios sanos, también son relevantes para una amplia gama de trastornos psiquiátricos", dijo Luca Passamonti, que trabajó en la investigación con colegas de la Unidad de Ciencias Cognitivas y del Cerebro del Consejo de Investigación Médica de Cambridge.
Por ejemplo, dijo Passamonti, los pacientes con la condición denominada "trastorno explosivo intermitente" suelen tener brotes intensos e incontrolables de violencia que podrían dispararse por señales como una expresión facial de ira. "Esperamos que nuestra investigación lleve a mejorar el diagnóstico y también los tratamientos para esta y otras condiciones", añadió el experto.