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El lenguaje del cariño para mejorar la relación con los hijos

Los consejos de una experta en educación familiar para que los padres disfruten de la alegría de tener hijos y de vivir en familia.

30 de Septiembre de 2011 | 16:38 | Emol
Lograr padres más amorosos y felices. Ése es el objetivo que se plantea la experta en educación familiar Ale Velasco en su libro "¡Ayuda! Tengo hijos" (Norma), en el que enseña el denominado Método del lenguaje del cariño para mejorar la relación con los hijos.

La idea del texto es ayudar a los padres a aplicar la técnica de forma natural en su vida cotidiana. Así, se divide en 10 capítulos, cada uno de los cuales destaca un valor.

El primer capítulo habla sobre el respeto y apunta a "detener el maltrato psicológico hacia los niños". La especialista del canal Discovery Home & Health plantea que en esto el diálogo en la familia juega un papel fundamental. "Si fomentamos lazos afectivos estrechos, lograremos conectarnos con nuestros hijos con mayor facilidad y ellos aprenderán a escucharnos", asegura, y nos entrega algunos "practiconsejos": evita a toda costa gritarle a tu hijo; elogia a tu hijo, no lo adules; conversa con tu pareja por las noches; organicen cenas familiares para poder conversar con profundidad; y muéstrense interesados en los que los otros tienen que decir.

El valor de la paciencia ocupa el segundo capítulo del libro, "una gran virtud que debemos desarrollar" y que Ale Velasco ilustra con las pataletas. Cuando los padres deben enfrentar una, la autora les recomienda tranquilizarse, manteniendo una actitud firme en el exterior y serena en el interior; dominar la situación; evitar hacer más rabieta que su hijo; respetar el enojo del niño sin burlarse; evitar la violencia física; y ofrecer disciplina con aprendizaje.

La experta en educación familiar habla luego sobre la constancia, centrándose en el ámbito del sueño sobre todo el de los lactantes. Aquí entrega útiles "practiconsejos" para detectar malos hábitos, crear rutinas para la hora de dormir y lograr un descanso efectivo toda la noche.

La primera sugerencia es establecer un horario, enseñarle a repartir su tiempo de sueño de acuerdo con lo que sea más conveniente para los padres y para él. En este punto, Ale Velasco aconseja no llevar a los niños a la cama de los padres aunque estén inquietos y lloren mucho -"ésa es una solución momentánea que después te traerá muchos dolores de cabeza", afirma-, y acostumbrarlos a dormirse en su habitación.

Asimismo, recomienda no utilizar la alimentación como método para hacerlo dormir, bañarlos por las noches para que asocien el baño con el sueño y hablarles con voz suave cuando ya estén en su cama para ayudarlos a relajarse.

La empatía es el valor sobre el que trata el cuarto capítulo del libro, y allí la autora plantea el reforzar el lenguaje positivo entre padres e hijos. "Este comportamiento fortalece el vínculo entre las personas", sostiene, al contrario de lo que ocurre con el lenguaje negativo, el cual "rompe cualquier tipo de comunicación, por lo que debe evitarse".

Posteriormente, Ale Velasco nos habla sobre la responsabilidad y afirma que en el caso de las madres, sobre todo de las que trabajan, ésta consiste en darles a sus hijos tiempo de calidad. "Los niños prefieren una mamá realizada y feliz que le transmita esa idea, que una frustrada que esté todo el día con él, pero explotando a la menor provocación", asegura.

En el capítulo seis, donde el valor destacado es el amor, la experta en educación familiar comparte algunos "practiconsejos" que ayudarán a los padres a utilizar un lenguaje efectivo con sus hijos y, además, aprender a escucharlos.

El texto continúa con el valor de la comprensión y la autora plantea que a su juicio "en la actualidad, los padres utilizan un lenguaje poco efectivo con sus hijos y, por lo tanto, no consiguen que les hagan caso". Por ello, para lograr una verdadera comunicación entre ambas partes, Ale Velasco propone como primer paso "escuchar a nuestros hijos con empatía. Esto significa ponernos en sus zapatos para entender claramente lo que está sucediendo".

En segundo lugar, la experta en educación familiar afirma que los padres deben evitar los sermones, intentar discutir lo menos posible, y ser concretos y concisos. Asimismo, la autora sostiene que para que los hijos se mantengan conectados con sus padres éstos deben hablar de forma concreta, mediante la utilización de palabras efectivas. También recomienda no aplicar el lenguaje de la pregunta, como por ejemplo "¿quieres comer?", y reemplazarlo por afirmaciones -"A comer"- para evitar respuestas negativas. Otro consejo es evitar decir a todo que no, ya que de esa manera cuando los padres digan esa palabra, los niños la tomarán en cuenta y tendrá un peso para ellos.

El último "practiconsejo" de este capítulo se refiere al contacto visual como una de las claves de la comunicación. "Es necesario que los padres se coloquen a la altura de su hijo y lo vean a los ojos al dialogar con él", afirma Ale Velasco. Con esta medida, los niños entenderán el mensaje directo y aprenderá a ver a los ojos.

El siguiente valor del que trata el libro es la flexibilidad, la cual -dice Velasco- nos ayuda a aceptar la transición con buena cara. Así, la autora distingue seis etapas por las que pasan los hijos en su camino a la adultez y entrega estrategias para enfrentar los cambios de la mejor manera. Además, recomienda a los padres llevar un diario de crecimiento para que puedan percatarse de los cambios y dedicarse para sí unos minutos todos los días, lo que les permitirá afrontar los cambios de mejor forma.

Respecto a la independencia, el noveno valor, la experta en educación sostiene que por medio del amor firme con límites los padres intervienen directamente, sin miedo, en la formación de los hijos. Esto se aplica sobre todo a los adolescentes, quienes según Ale Velasco "deben aprender a respetar las reglas de conducta como preparación para ingresar en la vida adulta".

El texto finaliza con el valor de la gratitud hacia los ancianos, a los que la autora compara con niños. Por esto entrega algunos "practiconsejos" para lograr una mejor comunicación con ellos: "repite las frases cuando hables con las personas en Edad Diamante. Así te aseguras de que las entendieron; elimina las frases complicadas. Recuerda que ahora son como niños; haz contacto visual. Míralos a los ojos cuando les hables. De este modo, podrás observar sus expresiones faciales", propone.

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