Galia Slayen, junto a su muñeca tamaño real.
The Huffington Post
Si viéramos nada menos que a la mismísima Barbie caminando por la calle, frente a nosotros estaría una mujer de buen porte (1,75 cm de estatura), aunque con una extraña forma, con medidas de 99-¡46!-84. Pesaría apenas 50 kilos y su índice de masa corporal apenas tendría 16.24, cuando lo normal es entre 18.5 y 24.99. Debido a esto, cumpliría con los criterios para diagnosticarle anorexia, probablemente, no podría menstruar y, por sus desproporciones, estaría obligada a moverse en cuatro patas.
Al menos esos fueron los cálculos que Galia Slayen hizo el año 2007, cuando decidió crear con sus propias manos a la eterna novia de Ken, pero en tamaño real, con la intención de que formara parte de la primera Semana Nacional para la Consciencia del Trastorno Alimenticio (NEDAW, por sus siglas en inglés), en su colegio.
Su objetivo no era menor: Lograr que sus compañeros, entre ellos, jóvenes preocupadas de dietas y verse lo más cercanas posible al concepto de belleza de los medios, se detuvieran a mirar y al menos pensaran que tal aspecto, simplemente, no era real.
“(Barbie) recuerda algo que alguna vez amamos, mientras nos muestra lo absurdo de nuestra obsesión con la perfección”, escribió la joven, hoy universitaria, en The Huffington Post, donde narró sus motivaciones más profundas para hacer recapacitar a sus compañeras acerca de los desórdenes alimenticios.
“Me sentía frustrada por haber dejado el equipo de porristas, frustrada por las presiones de verme y actuar de cierta forma, y más que nada, frustrada con que los desórdenes alimenticios controlaran mi vida”, comentó.
De hecho, la propia Galia debió superar una anorexia que en su minuto la deterioró tanto, que una falda talla 00 le pasaba de largo. Es por eso que decidió vestir con esa prenda a su muñeca. “Para que sirva de recuerdo de que la forma en que Barbie se ve, la forma en que yo alguna vez me vi, no es saludable y no es ‘normal’”, señaló.
Todo está en los padres
“Cuando era niña jugaba con mi Barbie en su casa de juguete, le hacía citas con Ken, que siempre terminaban con un beso de buenas noches (...) Admiraba su cabellera rubia y delgada figura. Barbie representaba la belleza, perfección y el ideal para las niñas de todo el mundo. Por lo menos, a los 7 años, eso era para mí”, recuerda Galia del que fuera su juguete de la infancia.
La joven agrega que hoy ha renacido su cariño por su muñeca, pero la de tamaño real, y no por ser un objeto lúdico, sino por ser “una herramienta para revelar la imagen corporal negativa que promueve”.
“Las muñecas para las niñas han sido siempre un juguete que funciona como referente de un ideal o de un rol que se actúa o se modela según cada niña o juego; lo son las muñecas bebé en el rol que se juega de mamá, así como todas las que se utilizan para vestirlas o imitar papeles adultos, y todo ello forma parte del desarrollo natural de cada niña en la identificación de género”, explica la psicóloga infantil de la Clínica Alemana, Sandra Oltra.
Pero el ideal de belleza que las menores puedan querer imitar más adelante, no radica solo en un juguete ni en los conceptos estéticos que manejan los medios, como señala la experta. La base, como en prácticamente todos los aspectos del desarrollo de un niño, está en lo que los padres transmitan a sus hijos.
“Tiene que ver con la responsabilidad que como sociedad tenemos ante la jerarquización de valores. Por ejemplo, lo importante de ser bello, de ser reconocido, de seducir, de tener poder, etcétera; lo que se trasmite a través de la sobrevaloración de la belleza como instrumento para conseguir la ‘felicidad’”, comenta.
Cada mujer tiene su propia belleza, y las famosas medidas de 90-60-90 responden únicamente a parámetros culturales, e incluso generacionales, como lo indica Oltra. Es por esto que es fundamental que el entorno afectivo refuerce en cada niña el aprecio por su particular hermosura. Y en el caso de los hombres, fomentarles desde pequeños lo que deben valorar en una mujer, con nociones que vayan más allá de las curvas y una sonrisa perfecta.
“Tenemos el deber de evaluar nuestra jerarquía valórica y al menos cuestionar si es efectivamente la belleza externa el valor central que queremos enseñar a nuestros niños”, concluye.
Tras el impacto mediático que causó la gran Barbie de Galia en Estados Unidos, la empresa Matel también quiso emitir su comentario acerca de la imagen de su juguete estrella, declarando, a través de un portavoz, que “hoy en día, las niñas ven imágenes de cuerpos femeninos por todas partes y es importante que los padres y quienes las cuidan les den una perspectiva de lo que están viendo”.
A eso, agregó que se debe recordar que este juguete es una muñeca de poco más de menos de 30 cm., y que “nunca se inspiró en las proporciones de una persona real”.