EMOLTV

Súper mamás al borde del colapso deben aprender a soltar

Con dos o más pequeños hijos la situación no es fácil. Mientras uno recibe mimos, el otro hace pataleta y demanda atención.

02 de Diciembre de 2011 | 16:46 | Francisca Vargas
imagen

Ser madre no es fácil ni menos cuando los hijos son más de uno. Tener niños en edades similares presenta aspectos más positivos que negativos, aunque cuando lloran, piden atención o andan sensibles al unísono, la madre tiende a olvidar lo bueno y sucumbir emocional y hasta físicamente. Le faltan manos, energía y paciencia.


Fernando Marchant, psicólogo de Vidaintegra reflexiona al respecto. “Hoy las madres, a poco andar, se autodesvalorizan, pierden fuerza y comienzan a desconfiar de su rol de madre, entonces colapsan. Es como si una especie de temor se apoderara de ellas y dudan sobre sus capacidades y buen juicio para ser mamá”.


Frente a esa situación, llama a recobrar la fuerza interior, prestándole atención a la herencia ancestral de conocimientos y experiencias con que cuenta, producto de todas las madres que hay en su familia. “Existe lo que se llaman las madres ancestrales que la conforman desde su propia madre, su abuela, bisabuela y hacia atrás. Toda esa información está ahora en su psiquis y creo que es importante recobrar ese recorrido porque les da un seguridad interior potente”.


El rescate, dice, se hace para recordar a las madres que con dos, tres y hasta cinco hijos seguidos o más se las arreglaban y mantenían una estabilidad y manejo adecuado para cada situación.


Para ello, Fernando Marchant, propone también afinar la percepción para distinguir e interpretar los llantos de cada uno, porque a veces los niños lloran por todo y no es prudente andar en sobresalto. “La mamá tiene que estar en calma e ir agudizando el oído, para diferenciar cuando se trata de un llanto por hambre, sueño, maña, brazos, juegos, aburrimiento o cuando realmente le pasa algo”.


Es decir, escuchar atentamente, pararse en su percepción, comprender y diferenciar neuro-psicológicamente lo que sucede y no ir como los bomberos a apagar todos los incendios. Es que tener hijos en edades pre-escolares es demandante.


Requieren atención permanente y su cuidado se hace difícil aunque, sin duda, con su existencia y una sola sonrisa de ellos, llenan el corazón y colman de felicidad a esa madre que día a día los ama, cuida y educa.


Entonces, para no llevar la carga sola será importante apoyarse en la pareja y en las redes familiares en la realización de las tareas diarias.


Otros manejos que nombra son de tipo conductual. A los niños hay que hablarles con frases cortas y no grandes sermones. “Hay que incentivarlos y no llevarlos a una etiqueta, como que tú eres malo, eres porfiado, eres desordenado porque dañas su autoestima, la autoimagen y el autoconcepto que el niño tiene de sí mismo”, explica Marchant.


Si hay peleas entre los hermanos o hermanas por juguetes habrá que enseñarles a tomar turnos y saber nombrar las cosas tal y como son (este juguete es de tu hermano) y llevar registros escritos sobre esos turnos o pertenencias, para que no haya espacio para la duda, pero siempre incentivando y rescatando lo bueno, lo positivo. “Es útil reforzar con algo práctico y tangencial, una cosa pequeña que los alegre. Una caricia, un beso, un elogio, pero siempre acentuar la conducta apropiada más que las “inapropiadas” e ir enseñando con reglas claras, normas y límites claros”, aclara.

La culpa

“Una madre para no colapsar tiene que darse espacios de recreación y descanso”, recomienda Patricio Escorza, psicólogo educacional y académico de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, UMCE.


Comenta que es frecuente que las mamás no se den esos momentos, debido a que en la construcción social de la realidad sobre la maternidad, está instalada la idea que la madre tiene que dar todo por los hijos y debe estar a disposición en toda hora.


Por tanto, si la madre se ausenta viene la culpa. Entonces, aconseja liberarse de esa culpa y acceder a espacios de colaboración a través de la familia, salas cunas, jardines infantiles, que le permitan tener un respiro.


Además, aporta, que existe otra forma de cuidado que no requiere que la madre esté encima. Se llama “Atención temprana de desarrollo infantil” y permite la autonomía de los niños en su autoexploración y los salva de la excesiva sobreprotección de las madres que no los dejan solo ningún instante solos. Aunque claro, la madre podrá estar presente observando, pero no requiriendo que el niño responda en obediencia a los estímulos que ella le impone.


En ese sentido, Patricio Escorza, llama a relajarse con los niños y no creer que todo lo que les pasa a sus hijos es su responsabilidad. Lo es, pero hay cosas que no se pueden manejar.


Además, invita a verbalizar y compartir con el esposo, las amigas o quien sea, aquellas emociones y circunstancias que vive con sus hijos que la llevan a sentir rabia o impotencia.


“Los hijos sacan de quicio y las mamás no descargan porque sienten que la van culpar, juzgar y aunque no dan más, guardan y acumulan sus emociones. Esa es una energía disfuncional y que sino se saca fuera, puede finalmente reventar con violencia en ellas o con sus hijos, destruyendo su autoestima y un clima familiar estable”, advierte.