A las mujeres “malas” “no les importa admitir que se han equivocado, ni ante ellas mismas ni ante los que las rodean. Aprenden de sus errores y les intentan poner remedio. Saben cuándo deben decir adiós; no están dispuestas a convertirse en víctimas. No son orgullosas, piden ayuda cuando la necesitan. Y, sobre todo: saben marcharse y emprender una nueva vida. Aunque les duela...”, señala Misrahi.
Y para tener más clara la película y darse cuenta cuándo se está frente a una relación que no llegará a buen puerto, enumera una serie de situaciones que son a su entender, claras señales de alarma.
Te ridiculiza, no te deja ver a tus amigos o familia, se queja de lo que haces continuamente, minimiza tus logros; te cuenta sus problemas, pero a la hora de escuchar los tuyos, no te presta atención; se enfurece por tonteras, siempre eres tú la que cede, te hiere, insulta o te hace sentir culpable y te presiona para que cambies, son solo algunas de ellas.
Demás está decir que cualquier signo de violencia es una razón de peso para terminar y no merece mayor análisis.
Pero en cuanto a las situaciones antes mencionadas, que te pueden tener indecisa, se debe intentar ver el panorama completo y evaluar si el conjunto de lo bueno y lo malo los está haciendo a ambos felices. En el caso de que sepas que debes terminar y no te atreves, Misrahi aconseja:
1.- Escoge un buen momento. Que no esté nervioso por algún problema personal por el que esté pasando.
2.- Habla con él a solas. “Evita los lugares públicos, a no ser que temas por tu seguridad”.
3.- No esperes a que la relación esté completamente deteriorada.
4.- “Escucha lo que tenga que decir, pero que no pese en tu decisión”.
5.- No te distraigas en discusiones. El objetivo final es terminar.
6.- “No alces la voz ni hables demasiado rápido o parecerá que solo tienes una rabieta. Respira hondo y habla con voz clara y pausadamente”.
“No cambies de opinión por mucho que él diga y prometa”, comenta la autora. Seguramente, si ya has llegado a estas alturas es porque le diste una segunda, tercera y cuarta oportunidad.
Tampoco se trata de humillarlo, acusándolo de que por él todo fracasó. Por eso, Misrahi recomienda que, cuando los motivos del quiebre sean humillantes para él (inmadures, ser hijito de su mamá, celópata, etc.), se debe buscar una razón más o menos neutra que no lo exponga tan cruelmente. Paras eso, las películas nos han aportado grandes frases del estilo “no eres tú, soy yo” o “creo que no vamos por el mismo camino”.
“No es el momento de hacerle razonar (...) sino de salvar el pellejo. (...) Seguramente él intentará provocarte, pero lo que tienes que hacer es no entrar al trapo, conservar la calma y salir de la relación lo más tranquilamente posible”.
Por último, si en algún momento sientes que te estás arrepintiendo de tu decisión, “piensa en el peor momento que pasaste con él”, dice la española.