¿Madre hay una sola? ¿O madre es la que cuida y contiene sin importar el lazo que la une a los niños?. En definitiva, ¿qué es ser una buena madre?
“Ser madre significa desarrollar un instinto que cuando lo escuchamos jamás falla, todas las madres lo tenemos, pero a veces es silenciado porque dejamos que otros decidan qué es lo más adecuado para nuestro hijo”, afirma la Dra. Ema Rui-Pérez González, pediatra y neonatóloga antroposófica (www.equinoxxio.cl)
En ese sentido, continúa, ser una buena madre será quien se involucre conscientemente en el desarrollo, crecimiento y formación de un ser humano. “Que es nuevo, único e irrepetible, al cual hemos dado parte de nuestra corporalidad para que desarrolle la propia”.
Sobre estos conceptos subyace la idea implícita del cuidado y la educación, tareas que no son responsabilidades únicas de la madre sino también del padre.
“Los padres forman un ‘equipo’, ambos toman los acuerdos y deciden, en conjunto a quien confiar el cuidado del niño, si es que por razones mayores no lo pueden hacer ellos mismos”.
Por tanto, el rol es fundamental e implica, según la especialista, entrega de valores, normas de conducta, límites, hábitos y son las personas que los cuidan y velan porque ellos se cumplan.
Estas responsabilidades, sin embargo, pueden ser delegadas en quienes cuidan de los niños todo el día, dado que la gran mayoría de las mamás y papás trabajan fuera de la casa y los chicos pasan gran parte del día en jardines infantiles, colegios y con las nanas.
Pero ser padres va más allá del cuidado doméstico debido al vínculo de amor que se ha ido formando a través de los años.
Aún así, lo principal será estar atentos y evitar ser reemplazados por otros, e incluso por la televisión o los juegos de video. Y lo esencial, será encontrar personas de confianza en quien depositar algunas tareas y no todas.
“El niño necesita encontrarse con el mundo verdadero y requiere una conducción amorosa, consecuente y veraz para que crezca saludablemente y tenga sus etapas de desarrollo dentro de lo normal”, señala.
Ahora si el trabajo impide estar en casa muchas horas del día, habrá que buscar estrategias para estar aunque sea a la distancia y enriquecer los momentos que se comparten en lo cotidiano.
“Por ejemplo, al llegar leerles cuentos, bañarles, darles la comida sin tener que recurrir a distractores para que coma, y por sobre todo, dejar las preocupaciones en la puerta de entrada, nada externo debe perturbar el encuentro diario con ellos, que nos han esperado todo el día”, comenta.
La pediatra advierte que los niños observan atentamente y saben cuando algo no está bien entre sus padres y explica que por lo general, si pasa algo adoptan conductas para llamar su atención. “Si llegas y se porta mal es solo una muestra que ellos están percibiendo una situación que no comprenden y los estresa. Entonces, si llego de mal humor o entristecida, lo más sano será tomarle en brazos, mirarlo a los ojos y decirle que estoy apenada por tal situación y que no tiene que ver con él, eso por lo general rompe la incertidumbre y el niño respira tranquilo”, aporta.
Ser empáticas
La psicóloga Sonia Herrera, con postgrado en Estados Unidos y experiencia en educación y trabajo con padres (soniagators@yahho.com) , complementa que una buena mamá se puede calificar por los grados de empatía que desarrolle en la relación con sus hijos.
El concepto, lo entiende como la capacidad de darse cuenta de lo que siente y le pasa al otro, una preocupación que se manifiesta a pesar de la distancia. Es quien los apoya, les da seguridad, cariño y aceptación irrestricta más que el tiempo que les dedica.
“Hay mamás que les mandan mail o llaman a cada rato a la casa para hablar con sus hijos, preguntarles cómo les fue en el colegio, qué hacen, les dan tareas y le entregan confianza a sus hijos para que se desarrollen afectos e independencias en sus quehaceres”.
La psicóloga habla de madres que son muy creativas, entretenidas y que están con sus hijos no estando. Comenta algunos casos como el de una mamá que a su hija pequeña en el jardín infantil le dejaba su monedero para que el niño la sintiera y estuviera de alguna manera. Otra, que trabajaba muchísimo les dejaba mensajes escondidos en la casa y los hijos los buscaban, “ellos estaban conectados con su mamá todo el día y eso les daba seguridad”.
Aunque también existen situaciones donde las mamás están todo el día en la casa y su trabajo es cuidarlos. “El problema es cuando se abruman y se sienten frustradas y los hijos cargan con su falta de realización personal o con las ganas de compartir con otras personas y no poder hacerlo, por tener que dedicarse a las labores domésticas”, plantea.
Para esas situaciones, la Dra. Ema Rui-Pérez propone acostumbrarlos a tener ritmos y rutinas y respetarlas. “Compartir las actividades casera, tener un espacio dentro o fuera de la casa para la diversión, los niños son inquietos, juguetones y exploran lo que tienen por delante ya que todo es novedoso”.
Cualquiera sea el caso, el lazo que une a las mamás con sus hijos es fuerte, profundo, vital, y no se romperá por pasar poco tiempo en casa. Porque esa relación, se dice, está bordada con cariño, amor y aceptación de las limitaciones o habilidades que tenga cada uno.