Paulo Martínez: El verano y sus frutos no apreciados

Seguramente, en algún jardín de vuestros hogares se encuentra plantado un árbol tan noble y tan ignorado como el damasco ó albaricoqueo, perteneciente a la familia de las rosáceas.

Este árbol da sus frutos en primavera verano y seguramente estos terminan dentro de un frasco como mermelada, en el mejor de los casos si es que antes no se los han comido los pájaros o, lo más triste, acaban pudriéndose en el suelo.

Me permito decirles que este magnífico fruto se caracteriza por un sabor y textura inigualable lo que nos permite desarrollar diferentes recetas, agradables a nuestro paladar y a nuestro organismo, que, normalmente la gente no conoce.

Su carne es jugosa, firme y con un delicioso sabor dulce que tiene grandes beneficios para el ser humano. Tiene un alto contenido en betacaroteno y vitamina C, dos antioxidantes que ayudan a la prevención de algunas enfermedades como el cáncer.

Contrario a lo que se piensa es bajo en calorías y es excelente para ayudar a combatir afecciones de la piel y sistema respiratorio.

El damasco seco (orejones) es un remedio muy eficaz contra el estreñimiento por su alto contenido en fibras, la tensión alta, anemia y retención de líquidos. Además, los orejones son muy ricos en potasio, lo que ayuda al cuerpo a deshacerse del exceso de agua y sal.

Finalmente, es una gran fuente de hierro recomendado para las mujeres o personas con tendencia a la anemia.

Para confirmar sus beneficios, les cuento que sólo una ración de tres damascos (unos 120 grs) aporta sólo 60 calorías, nada de colesterol, algo de carbohidratos (11 grs) y azúcares (11 grs).

En esta oportunidad quiero presentarles tres simples recetas que pueden ser una innovación en sus mesas y una gran oportunidad para que este fruto no se pierda tirado en el suelo.

Atrévanse, no se arrepentirán, más considerando los beneficios que puede tener el damasco en nuestra salud.

Los saluda, Paulo Martínez, chef de Basílico Bistró.