Carolina Salamanca, El Mercurio.
Se quiso meter un día al popular zumba, ese baile fitness que promete quemar muchas calorías. A sus 33 años, Andrés Caniulef, el periodista de espectáculos mejor vestido del país, comenzó a preocuparse de estar en forma. Pero entre su gran cantidad de zapatos que contiene su legendario y estudiado armario, no encontró ni un solo par de zapatillas para ejercitarse.
“Hay una frase que dice: ‘yo hice de mi gusto por la ropa un buen gusto’”, comenta él en Canal 13, donde se le puede ver prácticamente todo el día, partiendo desde su rol como panelista de “Bienvenidos”, a sus apariciones en “Alfombra Roja” e informando las noticias en Teletarde.
Se ha ganado su sitial a punta de esfuerzo, asegura el reportero. Partiendo con su práctica en el departamento de Prensa hasta ahora. Y en todo el proceso, si bien partió vistiendo los trajes para velorios de su padre, se instruyó lo bastante como para que en la actualidad, su guardarropa sea objeto de entrevistas y notas en revistas de moda.
No por nada, es el único en el panel del matinal que en el día de esta entrevista viste con soltura unos short arriba de la rodilla, mocasines, y una camisa ajustada de color rosado. Todo muy chic, al estilo Caniulef. “Siempre tuve un gusto por la moda bien especial, aunque a veces no tuve acceso a ella. Tengo fotos e imágenes en este canal que quisiera eliminar”.
Andrés es un fiel vecino de Lastarria, su barrio amado. Estando ahí, no es difícil encontrarlo en la calle, un domingo -porque allí no existen los ‘fomingos’, dice-, siempre bien vestido, obvio, en algún café de la zona.
Vivir en este barrio, además, le ha permitido usar su departamento, gracias a su ubicación, como el lugar perfecto para compartirlo con extranjeros y pagar más holgadamente sus cuentas, y a falta de zapatillas, prefiere irse caminando hasta su trabajo, haciendo de estas caminatas con tenida fashion, su ejercicio diario.
-Dicen que eres el periodista con más estilo de la televisión.
“Me gusta ese rótulo. Soy muy vanidoso y me gusta mucho la ropa. He aprendido también a tomarme las cosas con calma, pero soy de la idea de que la televisión es una fantasía y como tal, uno tiene que hacerse parte de ella. En este caso, es con el vestuario. Creo que es necesario que la gente en televisión se vista de la manera adecuada. Hay colores que son muy favorables para la pantalla, pero hay mucha gente que insiste en vestirse de negro, de café... La televisión dejó de ser en blanco y negro y los colores están para mostrarlos”.
-¿Cuánto influye la pinta para alcanzar éxitos profesionales?
“La apariencia es una puerta de entrada. Pero yo soy un ejemplo de que con esfuerzo también se puede lograr (ríe). No me considero una persona fea, pero obviamente es distinta la entrada mía a otra persona que sea de características, a primera vista, muy guapa. Pero al final, es el esfuerzo el que pesa. Tenemos el mejor ejemplo con Tonka Tomicic, que es una persona preciosa, guapa de pies a cabeza. A ella le sirve la belleza para entrar a un trabajo, pero finalmente, es su profesionalismo y entrega lo que la hace estar donde está y posicionarse como la mejor animadora de Chile”.
-¿Cuál es el mayor pecado que cometemos los chilenos con la ropa?
“La falta de color en el vestuario, no atreverse a usarlos. Agradezco esta moda del ‘color block’ y que ahora en el verano aparecen más colores. Pero en general, están todos parejito, parejito y muy iguales”.
-¿Cuáles son los personajes mejor y peor vestidos de la televisión?
“El mejor vestido es Jordi Castell. El peor, alguna vez dije Huevo Fuenzalida y se enojó. Pero ahora lo voy a generalizar: los reporteros de farándula son los peores. Todos están en una búsqueda del look pero a ninguno le resulta hasta ahora. Tratan de llamar la atención; algunos usan muchas pulseras, otros sombreros o corbatas muy coloridas. Es cierto que hay que ser llamativo, pero a ellos se les pasa la mano. Así que cuando se vistan, que se miren al espejo y se saquen todo lo que sobra. Que no se disfracen”.
-Has dicho que incluso hubo una época donde te gastabas la mitad del sueldo en ropa.
“Alguna vez lo hice y no me arrepiento a estas alturas. Lo único que digo es que los niños no lo repitan en sus casas. Pero sí, uno a veces se vuelve loco. Además, generalmente, con los primeros sueldos uno lo que hace es darse esos gustos que no ha podido, y vienen los viajes, la ropa...”.
-Pensé que recordarías alguno de los 80 o 90.
“Creo que el pantalón nevado es lejos lo más feo que se ha inventado en la moda, y yo usé chaqueta nevada y pantalón nevado. El conjunto (ríe)”.
-¿Tienes alguna prenda fetiche?
“Hay chaquetas con las que a veces tengo fascinaciones. Hay una en particular con la que he salido en varias sociales, así que ya la tengo guardada para poder volver a usarla más adelante. Las camisas me gustan mucho. En el verano me ves así como estoy ahora y en la playa, ojalá podría estar con camisa en vez de polera”.
-Estilo yate...
“Sí. Julio César me molesta con eso. Me dice que dónde dejé estacionado el yate y si se me perdió la Costa Azul (ríe)”.
-Pero, al contrario, eres muy de ciudad. Vives por el Bellas Artes y por un tiempo arrendaste una pieza de tu departamento para estudiantes extranjeros, como “piso compartido”.
“Tal cual. Ahora quiero tener mi espacio solo para mí, pero fue muy entretenido. Además de ayudarte con los gastos de la casa, te acerca a otras culturas. Compartí con colombianos, alemanes y estadounidenses. Lo disfruté mucho porque obtienes un feedback de cómo nos ven a nosotros. No sé, a veces los chilenos nos creemos muy sofisticados, pero la verdad es que somos muy trogloditas. Y es fuerte la mirada al espejo”.
-¿Qué cosas les llamaba la atención?
“Lo intolerante que es a veces la sociedad chilena. Se sorprendían con cosas como el matrimonio homosexual -un tema que ya es añejo en sus países- y la xenofobia que hay con nuestros países vecinos, con Bolivia y Perú. No entendían que nos riéramos de los países hermanos. Escuchar este tipo de cosas se agradece porque yo trato de ser una persona muy tolerante”.
-Hablaste mucho de tolerancia las últimas semanas, con el conflicto de Jordi Castell y Stefan Kramer.
“Sí, es que es un tema que precisamente nos invita a eso, a ver en qué estamos, si somos un país intolerante, si hemos aprendido a respetar las diferencias, si somos irrespetuosos... Y creo que lo que hace Kramer es precisamente potenciar esa idea de que aquí nos reímos de las diferencias. Por eso estoy muy en desacuerdo con sus actuaciones”.
-Muchos cuestionan si, entre todos los personajes que imita Kramer, Jordi debería tener un trato especial solo por el tema gay. Otros, dicen que lo delicado del asunto es que aún hay víctimas de bullying en los colegios, con horribles consecuencias.
“El tema es súper delicado. Cuando hay rutinas de ese calibre, lo que hace él es validar la broma que cualquier escolar le puede hacer a su compañero porque cree que es gay”.
-Para terminar, ¿cuál es tu vicio privado?
“Tengo una manía, que es ponerme siempre el zapato derecho primero. Alguna vez me rallé con ese asunto y hoy es costumbre, ya no lo razono. Si me equivoco y me pongo el izquierdo antes, retrocedo”.