¿Por qué a mí? ¿Por qué esto? ¿Por qué ahora? Son las preguntas que se planeta esta terapeuta norteamericana, experta en problemas de pareja, familia y niños, en el libro “¿Por qué a mi? (Ediciones B).
Después de años de estudios sobre las energías sutiles que envuelven la existencia humana y los cambios paradigmáticos que sufrió en su propia vida, comprendió desde una perspectiva mística y espiritual, el propósito del sufrimiento.
¿Cuál es? Formar un camino hacia la curación del alma en un sentido profundo. Al abrirse a esta visión, dice que se puede sentir confianza aún en momentos de desesperación. “Podemos confiar, no solo en que el dolor cesará, sino en que nuestro sufrimiento tiene significado, propósito y dignidad”. Hay que descubrirlo y reflexionar.
Propone, que cada vez que uno se pregunta, ¿por qué me ocurre esto? habrá que recordar que la felicidad, las comodidades, la seguridad y la posición social no purifican, no fortalecen ni refinan. “Pero ser templado en el fuego a golpes de martillos, eso sí”. Te cambia la vida y el sentido superficial que se pueda tener sobre el significado de la existencia.
Al hablar del alma, explica los conocimientos adquiridos sobre la presencia de planos más sutiles, profundos e importantes en el ser humano y aborda el tema de la encarnación y los propósitos de evolución que tiene el alma, en las sucesivas vidas en el plano terrestre.
En ese sentido, enseña cómo la adversidad es una oportunidad de cura, expansión de conciencia, esclarecimiento que ayudarán a evolucionar.
Advierte, que ninguna encarnación se inicia con una conciencia desarrollada dedicada a los principios humanos más elevados, “sino que es un camino de muchas encarnaciones antes de que el cuerpo y la personalidad se conviertan, por fin, en las herramientas disciplinadas y bien dispuestas de la mente superior o alma, antes de que podamos emplearlos a conciencia para ayudar al prójimo. El viaje es largo”.
Esta sería la explicación que entrega Robin Norwood frente a la desgracia. “El alma no nos da alternativa. Sabe lo que necesitamos experimentar y diseña los cuerpos físicos, emotivo, astral y mental, que juntos conformarán nuestro siguiente vehículo para la existencia en el plano terrestre, y esos cuerpos hacen atraer las experiencias necesarias sin consentimiento consciente. El alma sabe el valor de las lecciones que hemos aprendido y la conciencia alcanzada sobrepasará ampliamente los sufrimientos soportados”.
Para entender mejor este camino “¿Por qué a mi?”, explica cómo numerosos casos y experiencias duras como enfermedades, muertes, separaciones y repentinos cambios, permiten que la conciencia se vaya expandiendo y sanando.
Curación real
Concebir la vida desde esa perspectiva, dice que es parte de la evolución que todo ser humano está teniendo al iniciarse la Nueva Era, “donde es posible que cada uno amplíe sus poderes de percepción y se abra a nuevas posibilidades de comprender muchas cosas, que de otro modo, parecen inexplicables e injustas”, afirma la psicóloga norteamericana.
De esta forma, propone cambiar actitudes y percepciones para producir un real giro en la vida, que cure el dolor, las heridas psíquicas, y para ello, invita a iniciar un desarrollo espiritual, que permita la curación o sanación del alma y enfrentar de otra manera los momentos difíciles de la vida, el sufrimiento, la desdicha, la infelicidad, la enfermedad.
Por que, advierte, que si no son entendidos en su sentido profundo de crecimiento personal, la persona puede quedarse estancada en su sufrimiento y su camino evolutivo se descarrila.
En otras palabras, esta curación real que Norwood habla, se produciría cuando se experimenta la necesidad de hallar sentido a lo que ha pasado y se relaciona con el diseño o la trama general de la propia existencia.
Para ello, propone dejar de creer que las propias condiciones de vida deberían haber sido otras sino que se acepte y aprecia lo que se tiene. “La curación se origina mediante un cambio de conciencia, un cambio de actitud, mediante el perdón a otros y a nosotros mismos, el perdón a la Vida y a Dios”.
También entrega sugerencias para curarse a sí mismo:
- Busca siempre el don de toda adversidad.
- No te permitas la autocompasión.
- Nunca culpes a otros de tus problemas.
- Cultiva una actitud agradecida.
- No evalúes tu situación ni las ajenas.
- Evita el sentimentalismo.
- Reconoce que la enfermedad no es castigo.
- Busca oportunidades de servir.
- Aprende a considerar a la muerte como una curación.