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Hugo Zepeda: Revelando profecías, fantasmas y demonios

El ex sacerdote y otrora diputado reflexiona acerca de las profecías del fin del mundo, en una época carente de hombres santos. Toda una conversación de terror, en la que advierte sobre la realización de la güija.

31 de Enero de 2012 | 16:32 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Aldo Soto, El Mercurio
“Yo tenía bastante miedo. El arzobispo estaba muy preocupado y me había dicho que no entrara en diálogo porque el Demonio es muy habiloso. Estábamos en la ciudad de L’Aquila, a unos 60 km de Roma, y unos padres que eran profesores míos me habían pedido que los acompañara porque estaban investigando una eventual posesión diabólica”.

Hugo Zepeda (75), hombre de leyes, ex diputado y ex sacerdote, relata una historia vivida en sus años de religioso, que no tiene nada que envidiarle a “El exorcista” o a la más reciente “El rito”, de Anthony Hopkins.

Sentado en un sillón de su departamento frente al Parque Bustamante, rodeado de unos cuatro mil libros -sin contar los 500 que guarda en una bodega en el jardín- este hombre cuenta lo que para cualquier ser humano podría ser una terrorífica historia.

Orgulloso, narra que si bien siempre ha sido un hombre ligado al Derecho y hace clases desde hace 40 años, recién su memoria fue entregada y calificada con máxima distinción. Paralelamente, su hijo menor está haciendo los mismos trámites en la misma carrera. Así que se ilusiona mucho con la idea de que juren como abogados juntos. “Ya a mi edad, imagínese. Nunca es demasiado tarde”, dice.

Pero Zepeda, también un feliz abuelo, sabe que durante décadas, la atención de los medios y de sus alumnos no solo ha sido originada por las leyes. Los temas ocultos y las profecías han sido gran parte de los temas que maneja el ex parlamentario, y ocupan un importante espacio entre sus miles de libros.

Asegura que en su juventud no era un hombre de mucha fe, que le gustaba cuestionarse las cosas religiosas, pero que apenas fue a una charla organizada por el ex ministro de Jorge Alessandri, Julio Filippi, sobre ángeles y demonios, se empezó a interesar por los temas ocultos, profecías y esoterismo, para los que hoy destina una continua investigación, revisando textos bíblicos.

Su paso por el camino del sacerdocio profundizó más aún su búsqueda por respuestas acerca del espíritu y en particular, del Diablo, a quien habría conocido durante esa jornada en Italia.

Con su característica voz de locutor de ultratumba, continúa: “Llegamos allá y había un sacerdote elegido -porque tiene que ser uno muy santo-, junto a la paciente -una niñita de 14 años-, su madre y dos tipos macizos que la sujetaban firme. Había un ambiente muy frío y denso, viscoso, como si una enorme cantidad de seres estuviera presente. La niñita miraba de un lado para otro sin decir una sola palabra, hasta que cometí la imprudencia de preguntarle que quién era, en italiano (Chi sei?), y ella me contestó en castellano: ‘¿Y a ti, qué te importa?’”.

“Después empezó a dictaminar sobre la Biblia. Se paseaba por los textos como una experta, pero todo lo tergiversaba. Usó el griego, el hebreo, el italiano, el castellano... Pasó al Génesis y dejó a Eva como al Diablo, que nos venía a liberar de la tiranía de Dios, porque nos quitaba la libertad. Así habló hasta que se empezó a acurrucar como una oruga en la pared. Puso los ojos en blanco y los pies en punta y levitó un minuto a una cuarta de la cama. Para la segunda sesión, la niña sanó totalmente”.

-Usted ha estudiado mucho sobre el Demonio y las profecías. ¿Qué opina de lo que se espera este 2012?
“Mire, estamos ya en el 2012 desde hace unos dos o tres años en los aspectos telúricos y cambios climáticos. Esto último, son en gran parte responsabilidad nuestra, porque no hemos sabido respetar la Tierra. Todos hablamos de medioambiente y ecología, pero llegado el momento respetamos poco. Algunas profecías hablan de pestes, de que se acabará el dinero -ahora entró el plástico-, y hay otras cosas como los cambios del carácter social, y como dice el capítulo 13 del Apocalipsis, el caso de la Bestia. ‘Ay de quien no la adore’ y que nadie podrá comprar ni vender si no tiene en el dorso de la mano o en la frente la imagen o su número, el 666. Que es un número simbólico. Algo pasa ahí”.

-¿A qué se refiere ese número?
“Es un numero simbólico que ha tenido muchas interpretaciones a lo largo de la historia. El 666 es el número de la Bestia y es el Diablo también, porque  el 777 es la perfección, que es Dios. Ahora, la gente le da cierto significado, como que está representado en el código de barra o en la triple doble ve de internet. Pero esto no quiere decir que sea correcto”.

-¿Hay alguna pista en lo que podríamos fijarnos?
“En el Evangelio de San Mateo se dice que Jesús fue consultado de cuándo iba a ser el fin del mundo, y él contestó que nadie lo sabe, solo el Padre Celestial. ‘Lo único que advierto es que voy a llegar como el ladrón en la noche’, dijo. O sea, en cualquier momento. La gente ha intentado interpretar cuándo es más o menos esto. Ahora, como la cuenta de los mayas termina el 2012, la gente le ha atribuido un significado esotérico enorme. Pero ellos no anunciaron que ese fuera el fin del mundo, sino que un cambio de era.
“Yo me guío mucho en los escritos bíblicos y en los de los padres apostólicos. Voy estudiando todo eso y viendo realidades, cosas que se repiten. Además, siempre he estudiado mucho la manera de actuar del Diablo, porque él sabe mucho más por viejo que por diablo. Siempre va desarrollando estrategias. Últimamente me he dado cuenta que la última táctica que ha inventado es convencernos de que él no existe, así puede actuar mejor. Hay cierto tipo de cosas de carácter diabólico que son manifiestas”.

-¿Cómo cuáles?
“Por ejemplo, estamos en un periodo de destrucción de lo que es el cristianismo. Siempre se atribuye a los cristianos que tienen actitudes persecutorias frente a los demás. Pero nadie protesta cuando los cristianos son víctimas de otros. Hoy en día, en Nigeria, hay una enorme cantidad de muertos cristianos. ¿Alguna institución ha reclamado eso? También han pasado otras cosas que han contribuido al desprestigio, pero la crisis de la Iglesia Católica ha ocurrido a lo largo de los dos mil años. No nos olvidemos que en el siglo 15 había tres Papas simultáneamente, dividiendo a los fieles y a los santos. Hubo Papas también de conductas pésimas, pero mientras, existían grandes santos. San Ignacio Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz... Santos que contrarrestaban estas malas conductas. Al final, la savia que alimenta a la Iglesia no son los Papas, son los santos”.

-¿Y hoy hay santos?
“Ese es el problema, que no veo que haya de esa categoría. Los santos nuestros, Juanita Fernández Solar y el Padre Hurtado son del siglo pasado, como el Padre Pío y Teresa de Calcuta, que son santazos. Pero de esa categoría, en el siglo XXI, no conozco ninguno. Y creo que cuando la religión no tiene los santos que contrarrestan el mal y pongan el bien, obramos mal nosotros. Hay que ver cómo nos hemos sometido al consumismo, adorando al becerro de oro, a los bienes materiales. Hablamos mucho de que eso no está bien, pero lo hacemos igual. Puede que los niños nacidos en este siglo vayan a pensar diferente, hay que ver cómo serán orientados”.

-Usted, pese a lo que piensa hoy, ha dicho que ha sido un hombre de poca fe en el pasado. ¿Qué lo hizo cambiar?
“No es que no tuviera fe. Yo era un hombre muy crítico de todas estas cosas religiosas. Después opté por ser sacerdote... Siempre he sido un hombre de búsquedas más que de realizaciones. A veces encuentro y otras no”.

-¿No encontró lo que buscaba como sacerdote?
“Sí, pero debo reconocer que yo fui poco perseverante. Generalmente uno le echa la culpa a la institución, pero cuando alguien se retira del sacerdocio es por muchas razones. En mi caso, gran parte de la responsabilidad fue mía, y otras cosas que son parte de la life que pasan siempre”.

-¿Se enamoró?
“Sí, también. Pero los curas no cuelgan la sotana porque se enamoran simplemente. El enamoramiento es consecuencia de algo”.

-Fue como sacerote que vio un caso de exorcismo. ¿Ha estado en más?
“No, pero han habido otras veces en que he llegado a la conclusión de que puede haber una posesión diabólica, aunque es muy escaso eso. También he visto infecciones de casas”.

-¿Infecciones de casas?
“Cuando invocan a los espíritus. Con los espíritus espontáneos no hay problema, porque es gente buena que está pidiendo que recen por ella. Pero al hacer una güija, por ejemplo, se abre un portal en el que no se sabe quién entra. Puedo creer que es mi abuelita, porque el diablo puede tomar la voz e incluso la forma de ella, y sin embargo no lo es. Por eso, todos estos jóvenes que se meten por curiosidad a la güija, terminan a la larga con asistencia psicológica o participando de sectas y realizando actos abominables en las iglesias y cementerio”.

-Así que mejor no meterse en estas cosas.
“Siempre he sostenido que en el caso de la güija, normalmente es una farsa, pero cuando es verdadera, es porque el demonio está metido”.

-¿Con todas esas cosas que sabe, no se asusta?
“A veces, sí. Pero me protejo mucho rezando a la Virgen, a San Miguel... Una vez tuve un percance, pero porque se me olvidó rezar. Fui a Calera de Tango, donde se grabó ‘Pelotón’, porque Felipe Camiroaga decía que había cosas raras allá. Y de repente sentí que me tomaban de los brazos y me tiraban al agua. Todos estaban mirando y vieron como me levantaba y me caía”.

-¿Cuál es su vicio privado?
“Los libros. Cuando mi hijo era más joven, antes de deshacerme de un libro, lo habría mandado a un orfanato. Me he quedado con mucho libro ajeno, aunque me han quitado a mí también. Después, pasados algunos años, le pido al afectado que me lo dedique”.
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