WASHINGTON.- Los adictos a las drogas u alcohol presentan anomalías hereditarias en algunas partes de su cerebro que interfieren con su control de los impulsos, concluyó un estudio británico publicado en Estados Unidos.
Previos estudios habían encontrado estas diferencias cerebrales. Sin embargo, no estaba claro si se producían como resultado de la adicción o si se encontraban allí previamente para predisponer a una persona a ella. Científicos de la Universidad de Cambridge compararon los cerebros de adictos con los de sus hermanos no adictos, así como con los de voluntarios sanos y no relacionados familiarmente, y encontraron que los hermanos compartían muchas de las mismas ’fallas’ cerebrales.
Esto indica que la vulnerabilidad cerebral tiene un origen familiar, aunque los hermanos de los adictos fueran capaces de resistir la adicción, bien por factores relacionados con el entorno o por diferencias en la estructura cerebral.
"Supuestamente, los hermanos tienen que tener algún factor de resiliencia que contrarresta la vulnerabilidad familiar a la dependencia de la droga", afirma el estudio, dirigido por Karen Ersche, de la Universidad de Cambridge, y publicado por la revista científica Science.
"La predisposición de una persona a convertirse en adicta a sustancias estimulantes podría estar mediada por anomalías del cerebro ligadas a un problema de la capacidad de autocontrol", agrega.
Los investigadores hicieron pruebas a 50 parejas de hermanos biológicos en los que uno era adicto a las drogas y el otro no presentaba un trayectoria de abuso crónico.
También se sometió a prueba a 50 parejas de personas sanas no relacionadas familiarmente que se utilizaron como grupo de control. Los tests consistían en pruebas que medían la capacidad de los sujetos estudiados para controlar sus impulsos, puesto que se sabe que los adictos tienen un escaso control de los mismos.
Los investigadores encontraron que los hermanos, incluso aquellos que no eran adictos, obtuvieron resultados mucho peores que los voluntarios sanos.
Los escáners del cerebro mostraron que la pareja de hermanos compartía las mismas ’fallas’ en el lóbulo frontal del cerebro y en las conexiones de los ganglios basales, que controlan las funciones motoras, cognitivas y de comportamiento.
En un comentario que acompaña el artículo, Nora Volkow y Ruben Baler, del Instituto Nacional de Abusos de Drogas de Estados Unidos, afirmaron que conocer más sobre este circuito cerebral podría ayudar a entender y tratar otros trastornos que presentan "controles dañados", como la obesidad, el juego de azar patológico, los trastornos por déficits de atención con hiperactividad y los desórdenes obsesivo-compulsivos.