"Llevo cerca de diez meses con alguien pero no tengo la intención de enamorarme porque no está en mis planes ni siento amor por él, de lo contrario me daría cuenta por la necesidad de verlo siempre. Simplemente no me nace y tampoco lo exijo, aunque creo que cuando sienta la necesidad de ver, llamar o escribirle a alguien, ahí caeré en cuenta de que hay algo más fuerte, porque ahora estoy interesada en mi actual pareja, por eso salgo con él, pero no por amor", cuenta Isabel Cabrera, periodista, 27 años.
Isabel no se enamora, al igual que otras mujeres profesionales, autosuficientes en el plano financiero y competitivas en sus trabajos que se abrieron el camino a codazos en un mundo de hombres. Aprendieron el juego tan bien que, sin darse cuenta, poseen una dimensión masculinizada de la vida aunque tengan el ropero lleno de vestidos con flores, porque la disociación de los afectos va por dentro.
Ellas, las mujeres que no aman a los hombres, encuentran su gran apoyo en el canon libertario de la sociedad occidental contemporánea: "Es un estilo que favorece las relaciones transitorias, las que pueden ser muy intensas, muy comunicativas y también eróticas, pero después no hay ninguna pretensión", afirma Roberto Aceituno, profesor de psicología de la Universidad de Chile.
A pesar del espíritu de la época, la psicóloga Carmen Ibáñez señala que "las mujeres en esencia no son así, son más afectivas y porque están un poco desconectadas de sus afectos empiezan a copiar el modelo masculino, porque los hombres sí pueden disociar los afectos naturalmente, pero las mujeres no, entonces salen con uno y otro convirtiendo el problema en una patología del mundo moderno".
Sin embargo, a veces las mujeres que no aman a los hombres tienen motivos más profundos que el modelo social preponderante, tales como la frustración provocada por un mal amor -pudiendo así ocultar sus inseguridades-, o la falta de cánones: "No crecí viendo grandes historias de amor en mi familia porque mis hermanas mayores se casaron y al poco tiempo estaban separadas, tal como antes lo hicieron mis padres", relata Isabel.
A esta ausencia de modelos románticos cercanos se suman las falencias arrastradas desde la infancia debido a la carencia de cercanía en la familia, explica el psicólogo: "Tienen poco interés en las cuestiones emocionales porque son muy racionales debido a deficiencias en el plano económico. Entonces estas mujeres crecen ahí y les cuesta establecer relaciones cercanas porque hay un patrón que se los impide".
No obstante, la ausencia de lazos afectivos por parte de las féminas también podría responder -al contrario de lo que usualmente se piensa-, a una conducta propia del género, ya que "cualquier mujer, en algún momento de su vida, puede tener uno o muchos episodios de relaciones interpersonales o afectivas muy breves y sin proyección", señala Roberto Aceituno. De estos momentos después sólo queda el buen recuerdo.
Un viaje es probablemente la mejor ocasión, ya que el pasado no es parte de la maleta cuando se van lejos del mundo conocido y sin compañía, aunque no se trata de mujeres que se dedican a buscar el romance -afirma el psicólogo-, sino que se les presenta la oportunidad y, como no existe ninguna atadura espacio temporal, se genera la disposición a las relaciones intensas pero breves. "No es el estilo, porque tienen todas las condiciones psicológicas para establecer relaciones afectivas intensas, proyectadas y estables, y eso es lo que les gusta, aunque no rechazan la novedad".
Al final, pareciese que las relaciones carentes del rótulo de amor, excepto cuando existen heridas infantiles, son un asunto de ciclos, tal como señala Natalia del Campo, conductora de "A río revuelto" en Radio Paula: "No tienen nada de malo porque hombres y mujeres no siempre queremos salir con otra persona para buscar lazos duraderos, emparejarnos en seguida y armar una relación que dure para siempre o al menos por largo rato. Creo más en la libertad, en no obligarse ni exigirse. Hay etapas que necesitas más libertad para salir y conocer personas -como cuando se acaba un romance largo o doloroso-, y hay otras etapas de la vida en que las mujeres estamos listas para comprometernos, pero esos ritmos sólo los conoce cada una".