Otra dieta que fracasó, otro lote de fotos que se van a la papelera del computador porque muestran en esplendor ese rollo que con tanto afán te esfuerzas por esconder. ¿Realmente quieres terminar tus días insatisfecha con tu imagen? ¿Quién dice que debes verte de forma diferente? ¿Las revistas? ¿La última actriz de moda?
Todas estas preguntas las invita a hacer Ophira Edut, escritora estadounidense, editora del libro
“Body outlaws: rewriting the rules of beauty and body image”, en el que se ha unido a la cruzada por cambiar la noción de que la belleza humana es la que la publicidad y la moda dicen que es; y creadora de la página web
Adiosbarbie.com, un sitio dedicado a la aceptación física y el desarrollo de la autoestima.
“Escribo esto, porque como muchas mujeres, solía hacer dieta hasta que me desmayaba. Miraba mi cuerpo y odiaba las partes que sobresalían y aquellas que no sobresalían lo suficiente. Y creía que teniendo lo que se ha llamado el cuerpo “perfecto” -a cualquier precio- tendría éxito y felicidad eterna”, escribe Edut en su sitio.
Allí, asume que no es fácil hacer un cambio de switch, mientras existe un bombardeo visual y de consumo por verse delgada, pero explica que es una cuestión de vida tener el derecho de disfrutar de quien realmente se es, y no privarse de la alegría que da el sentirse hermosa por ser única.
Y a través de siete consejos, entrega lo que ha llamado el “nuevo arte de amar tu cuerpo”. Éstos son:
1.- Resalta a tu diosa interior: En vez de admirar imágenes de mujeres en las que nunca te convertirás, a menos que te sometas a una cirugía, busca aquellas siluetas que más te representen.
Edut cuenta que una vez conoció a una mujer que creó una “pared de inspiración”, en la que puso varias fotografías de mujeres de su familia que la apoyaron siempre y la quisieron por ser quien es.
Para encontrar tu diosa interior, basta mirarse en el espejo, dejando que los pensamientos negativos que aparecen al ver esas partes especiales que tanto odias, fluyan hasta que las observes con más objetividad y de forma más tolerante.
¿Esas caderas robustas te recuerdan a alguien de tu familia? “Quizás pertenecieron a tu tatara tatara abuela. Y si no fuera por ellas, tú quizás no estarías aquí -su tamaño le pudo ayudar a sobrevivir a los embarazos y partos-. Nuestros cuerpos son álbumes familiares vivientes. Ríndele tributo a tus ancestros amando el cuerpo que te dieron y el legado que representa”, dice la escritora.
2.- Mírate desde adentro hacia afuera: Tu cuerpo es un reflejo de tu mundo interior, de tus hábitos y sentimientos. Basta notar cómo el estómago se hincha en un día de pena y tensión. Es por esto que Edut comenta el trabajo hecho por la terapeuta bioenergética Judy Stone, y su programa “Feeding your whole self”, que busca unir mente y cuerpo.
“Para muchas mujeres, controlar el apetito o apariencia nos da una falsa sensación de control sobre nuestras vidas. Mientras podamos concentrarnos en ‘arreglarnos’ a nosotras mismas, evitamos pensar en el hecho de que no somos felices, o que tenemos necesidades que nos da miedo enfrentar”, dice la norteamericana, explicando que la teoría de Stone es que aquellas partes que se sienten más pesadas del cuerpo, son las que suelen contener más energía que necesita fluir.
Así, la próxima vez que te sientas hinchada, en vez de saltarte el almuerzo y correr al gimnasio, haz algo que te haga conectar tu cuerpo a tus sentimientos, y que remueva esas energías o tensión, como salir a caminar, escribir lo que piensas o respirar y tratar de comprender qué te sucede internamente.
3.- Entrena tu mente: Equilibra las cosas. Así como destinas tiempo, dinero y energía en cuidar tu figura -lo que implica comer sanamente, hacer ejercicio y buscar ropa que te destaque-, busca también cosas que desarrollen tu mundo interior.
Podrás encontrar talentos escondidos, aprender técnicas y filosofías que abrirán tu mente y a las que, idealmente, podrás destinar el mismo empeño que pones en hacer abdominales.
4.-Dile a los que te critican que se callen: Lo dicen porque te quieren, porque se preocupan por ti y porque te quieren ver mejor, pero lo cierto es que los amigos y familiares más cercanos pueden ser muy hirientes y entrometidos con algunos comentarios sobre tu aspecto.
“Deberías hacer un poco de dieta”, “qué linda te verías con tres kilos menos” o directamente, “ese corte de pelo no te queda bien”, son frases recurrentes de madres que, tal vez, quieren mostrar su preocupación a base de observaciones del estilo. Pero “las personas más cercanas a ti deberían construir tu autoestima, no derribarla. Ellos pueden creer que te están dando sugerencias útiles, pero no lo hacen. Así que diles: Es mi cuerpo y mi problema. Dejen de proyectar sus traumas en mí’, aconseja Edut.
No es fácil decirlo, pero con tacto y cariño, se puede llegar a un acuerdo en cuánto pueden opinar tus seres queridos sobre ti.
5.- Lo saludable viene en todas las tallas: Puedes ser robusta, pero una persona activa y “en forma”, con tus curvas bien puestas. Cuesta creerlo, en una sociedad que lucha contra la epidemia del sobrepeso, que efectivamente es una mala forma de vivir entre el sedentarismo y la comida chatarra.
Pero una mujer muy delgada no necesariamente es sana. “Los problemas de salud relacionados con el peso, generalmente se originan en una historia de ‘dietas yo-yo’. Bajar de peso también hace que pierdas tejido muscular. El corazón, que es un músculo, se ve afectado por las drásticas fluctuaciones (de peso). Y subir repentinamente, también pone una presión tremenda en él”, dice Edut. En otras palabras, respeta tu cuerpo manteniendo buenos hábitos de manera constante.
6.- Deja de criticar a otras mujeres: Existe la creencia de que las mujeres son más competitivas entre ellas que los hombres. Y con una mano en el corazón, basta poner atención cómo saltan los comentarios acerca del físico de alguna otra fémina -sobre todo cuando aparece en televisión o en una revista- para fijarse en lo críticas que pueden llegar a ser.
Bajo esta realidad, una mujer común podría pensar que lo mismo se hace con ella a sus espaldas, creando un círculo vicioso que la obliga a tratar de estar punta en blanco para evitar lo que comúnmente se conoce como ‘pelambre’.
Corta la cadena, acepta que las otras mujeres son únicas en rasgos y personalidad, al igual que tú.
7.- Entiende que “gorda” no es un insulto: La palabra “gorda” es un calificativo, al igual que “baja”, “alta”, “morena”, “pecosa”, y bajo ningún parámetro del idioma, es un sinónimo de “fea” ni “fracasada”.
No es fácil comprender esto cuando sales y ves que la ropa más linda es para delgadas, que las píldoras para quemar grasa parecen ser más populares que la cura del cáncer, y que existen establecimientos, libros, tratamientos, operaciones, y todo un ejército de publicidad que buscan un único objetivo: que no seas gorda.
Comprende que no usar talla 38 de pantalones, no significa que no vas a caber en el asiento del cine. Convéncete que, si tus índices de masa corporal no peligran tu salud y estás entre los parámetros que son considerados como sano, estás bien y eres una persona saludable.
Tal vez, tu genética es la que hace que tus caderas no sean las de una modelo. En vez de vivir eternamente a dieta, ¿no es mejor sentirte y mostrarte orgullosa por ser como eres?