No da lo mismo ponerte siempre ropa negra, ni que todos los días de la semana te vistas de un tono diferente. Los colores de tu vestimenta pueden modificar de tal manera la forma en que te ves y que te percibe la gente, que incluso pueden provocar que te veas más pálida, amarilla, o hasta triste o agresiva.
¿Te has fijado que a veces te ves más linda, brillante y alegre, cuando te pones esa polera azul, y otro día, crees que con la misma ropa te ves mal, apagada y melancólica? Eso se debe a que los colores expresan ideas, sentimientos y conceptos que estéticamente, deben coordinarse con los propios tonos de tu cuerpo y con la personalidad que quieres transmitir.
Tanta es la importancia de esto en la armonía del look, que hay gente como Brigitte Gautier, que han creado grupos de formación, como
Colorscopie, en el que se encargan de difundir entre profesionales los efectos del color y cómo encontrar los tonos perfectos que realcen la belleza.
Asimismo, esta mujer de nacionalidad francesa, lanzó un libro -New look (Editorial Océano)- junto a Claude Juillard, un experto en análisis estético para realzar la belleza, en el que se proponen enseñar a las mujeres a sacarle partido a los tonos de las prendas y a hacer que los colores destaquen la propia personalidad, la mirada e incluso el cabello.
“Independiente del color (desde el rosado hasta el moreno más oscuro) y del tipo de piel de cada una (normal, seca, grasa o mixta), los colores que te pongas reaccionan de forma diferente”, comentan allí los autores, y enseñan la manera en que cada mujer puede saber cuáles son las tonalidades que más les convienen.
Ésta consiste en ponerse una polera blanca o gris, que sirva como base y no interfiera en la apreciación de otros colores. La idea es estar desmaquillada y en una pieza que tenga luz natural.
Luego, frente a un espejo, acerca a tu rostro una tela de color naranja (que representa a los tonos cálidos) y fucsia (que representa a los fríos) y nota cómo ambos cambian la expresión de tu cara, y uno más que el otro, te ilumina y aviva tu mirada.
Si es el naranja el que más te asienta, tu gama son los colores cálidos, como el amarillo, naranja y rojo, incluyendo los más vivos y alegres, como el verde turquesa. En cambio, si el fucsia fue el que mejor te destacó, te conviene llevar tonos fríos, como los rosados, azulados o grisáceos.
“Si procedes por eliminación, te quedarás con los colores que aclaran tu piel, te alegran la cara y dan profundidad a tu mirada o la hacen más dulce”, explican Gautier y Juillard, y advierten que no se debe ser prejuiciosa con aquellos tonos que no suelen ser los favoritos en el clóset. Tómate tu tiempo, o si es preciso, pide siempre una segunda opinión.
Aprovecha cada color
Los diferentes tonos que existen tienen sus pros y contras. Pueden proyectar energía, y al mismo tiempo, un relajo hostigante. Y es por esta bipolaridad de los colores que a veces encantan y otras, molestan en el vestuario.
En su texto, los expertos entregan una amplia descripción de las virtudes y defectos de cada uno, para así enviar el mensaje correcto a través de nuestra ropa.
-Blanco: En un color sencillo pero fuerte. Aporta frescura e ilumina a quien lo viste. Sin embargo, a veces, puede generar una sensación de frío y vacío. Por otro lado, acentúa los volúmenes –muchas no escogen el blanco cuando quieren verse precisamente delgadas-, y abusar de él puede ser molesto a la vista.
-Negro: Un tono fuerte, de carácter, que domina al resto y tapa lo que se quiera esconder. Es una excelente pantalla para el resto de los colores, ya que los proyecta. Pero, como aseguran Gautier y Juillard, y a diferencia de lo que se cree, “el negro no adelgaza en absoluto. Llévalo sobre todo en las parte de abajo (pantalones, zapatos, etc.) para que contraste con colores claros y vivos en las zonas cercanas a la cara. Te hará más alta, te mirarán a los ojos y nadie se entretendrá en las formas de tu silueta”.
-Azul: Es discreto. No toma partido, sino que “dialoga” con sus combinaciones. Si es claro, puede reflejar simpatía e imaginación, y si es oscuro, da seriedad. “Si bien invita a la reflexión, también puede dejar de hacerlo en forma inmediata y dejar una impresión de vacío, de melancolía o frío”, comentan.
-Amarillo: Color generoso, pero que no llega a atosigar como el rojo. Ilumina y alegra, cuando es claro, y se muestra cálido cuando es oscuro. Basta un poco de amarillo para resaltar tu presencia e iluminar tu vestuario.
-Verde: “Quien de verde se viste, bonita se cree”, dice el refrán. Y lo cierto es que este color, hace recordar la vida y frescura de la primavera, asociadas a la juventud, la aventura y creatividad. No es triste ni alegre, y proyecta vitalidad, por lo que es perfecto para la ropa casual o deportiva.
-Rojo: Domina, fortalece y estimula tanto, que puede agredir a la vista. Este color se asocia al fuego, a la vida y la sensualidad, pero también a la sangre y el sufrimiento. El rojo exige una reacción de quien lo ve, pero matizándolo en otros tonos, como el vino, se muestra más maduro y elegante.
-Violeta: Espiritual, creativo. “Un toque de violeta aquí o allá aporta un poco de sensualidad, glamour y fantasía”, dicen Gautier y Juillard. Se ve bien con el verde, el naranja y el rojo. E independiente de tu color de piel, siempre habrá un tono violeta que te quede bien. Cuidado con ir combinando distintos violeta a la vez, ya que matarías el color.
-Rosado: En sí, es un color alegre, pero al ser una mezcla, su sentido varía si se combina con blanco o con rojo. Siendo más fresco, infantil, dulce y tierno; o más voluptuoso y sensual, respectivamente.
-Naranja: Es un color extrovertido y extravagante. Proyecta la intención de brillar, fiesta, ostentación y la generosidad. Pero cuidado. “Si vas de color naranja, te arriesgas a dar una imagen radiante o destacar por un aspecto enfermizo, con la tez amarillenta (...) Nunca es neutro y sus efectos varían según la persona”, y si éstos son positivos, te ayudará a resaltar; pero de forma negativa, puede verse vulgar.
-Marrón: “Sinónimo de comodidad y tradición, el marrón calma, (pero) si se abusa de él, enseguida se acentúa su carácter intransigente, egoísta y seco”, dicen las autoras.
Asimismo, comentan que cuando este color se aclara con blanco, amarillo, beige, tonos camel y cobrizos, gana espontaneidad. Además, al asociarse a la vida de campo, suele no usarse en la oficina.