La primera palabra que se viene a la mente de las personas cuando se menciona el déficit atencional es, por lo general, “híper activo”. Sin embargo muchos niños, e incluso adultos, que padecen esta condición, no están saltando de un lado a otro, sino que se quedan estáticos divagando. Claro, sus cuerpos están quietos, pero sus cabezas funcionan a exceso de velocidad.
Esto es lo que se conoce como déficit atencional con hipoactividad, una condición que suele verse en niñas que presentan problemas de atención, y que no suele detectarse de forma temprana porque quienes la padecen no tienen síntomas tan notorios como los hiperactivos.
La neuróloga Alicia Valdivieso advierte que el nivel de actividad es lo único que diferencia estas dos variantes, y es por eso que los hipoactivos no son diagnosticados a tiempo, “porque no molestan”, dice.
“El hiperactivo se desplaza, o está moviendo algún brazo o una pierna, el otro se mueve en su lugar (movimientos de manos, gestos faciales espontáneos sin razón alguna, pensamientos en voz alta, etc.), pero su cabeza está saltando de un lugar a otro. En el resto son todos iguales, incluso en el tratamiento”.
A menudo, quienes tienen esta condición parecen estar a punto de dormirse y de hecho una de las razones por las que no se les trata es que los adultos los consideran “un regalo” por su tranquilidad.
El verdadero problema con esta condición está en su diagnóstico, puesto que los hipoactivos aparentan estar atentos a lo que se les está diciendo, lo que causa que a muchos se les detecte la anomalía cuando son adolescentes, o incluso ya llegados a la adultez.
“Los adultos empiezan a reflexionar cómo fue su vida escolar cuando se enteran de los síntomas del déficit atencional y se dicen ¡Pero yo era así en el colegio! Me había pasado esto, y todavía soy así. Ahora trabajo, pero me distraigo fácilmente, no puedo leer bien un libro, ahí es donde se dan cuenta”, afirma.
El tratamiento, por otra parte, es exactamente el mismo, según Valdivieso, puesto que el principal medicamento usado para el tratamiento del déficit atencional, el metilfenidato (llamado comúnmente ritalín, aradax o concerta) también es usado en los hipoactivos, ya que su función principal no es bajar la actividad, sino aumentar la concentración, lo que baja los niveles de ansiedad.
Pero el remedio por sí sólo no es suficiente, ni en los hipoactivos ni en hiperactivos, ya que Valdivieso apunta que también son necesarias medidas educativas, sobre todo en lo que es la administración del tiempo y el espacio, ya que es común para quienes padecen esta condición que se les olvide lo que tienen que hacer o no terminen sus trabajos a tiempo.