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Libros de ayuda para padres solo logran frustrarlos

Tras leer las distintas teorías que los expertos han dado acerca de la mejor manera de criar a los niños, un estudio reveló que padres y abuelos se sienten ineptos en la tarea. ¿La razón? Estándares muy altos de comportamiento y contradicciones entre los consejos dados.

13 de Abril de 2012 | 15:22 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Gonzalo López, El Mercurio.
¿Cómo ser mejores padres, unos buenos, que no trunquen el desarrollo pleno de los hijos? Ésa ha sido la pregunta que por siglos se han hecho mamás y papás, preocupados de no traspasar a sus retoños aquellos temores que formaron parte de su vida, y lograr en la adultez de éstos, que sean personas íntegras y sobre todo, felices.

No parece una tarea fácil, y es por eso que miles de libros se han publicado, destinados a enseñar las formas de realizar una buena crianza, incluso, a partir de la etapa de embarazo. Pero según un estudio, y en el caso de las madres, lejos de tranquilizar, estos libros solo han provocado la frustración de ellas, y la razón radica en que las mamás se estarían sintiendo “ineptas” en la crianza, debido a los altos estándares que los textos difunden.

“Los niveles de comportamiento de estos manuales de cuidado de los niños, son a menudo inalcanzablemente altos, lo que significa que a las mujeres les quedan sentimientos de fracaso cuando estos objetivos no han sido alcanzados”, señaló la historiadora Angela Davis, quien dirigió la investigación hecha por expertos de la Universidad de Warwick, para escribir su libro “Modern Motherhood: Women and Family in England, 1945-2000”.

No solo eso, su trabajo también señaló que las publicaciones para padres han creado una cierta confusión entre sus lectores -incluyendo a los abuelos-, debido a que unos expertos difieren de otros en sus consejos.

“Sea el mensaje que sea, los consejos fueron dados en forma de orden y los autores destacaron las consecuencias extremas que podría haber, si las madres no seguían los métodos de crianza que ellos defendían”, señaló la historiadora, respecto a la confusión que algunos escritores crean al defender cosas tales como que la guagua duerma de espaldas o de lado, para evitar, por ejemplo, la muerte súbita o si es bueno o no dejar que llore durante la noche. “Así que mientras las mujeres pueden encontrar mensajes de apoyo, algunas también pueden encontrar preocupantes los consejos”, agregó.

El estudio de Davis se realizó entrevistando a 160 mujeres de distintas generaciones, acerca de cómo se sentían con la crianza de sus hijos, después de leer libros para padres. Entre las guías escogidas, están las publicadas desde los años 40 hasta el 2000, consideradas verdaderas “biblias” del tema en el Reino Unido. Los autores escogidos fueron Sir Frederic Truby King, Donald Winnicott, Benjamin Spock, John Bowlby, Penelope Leach y Gina Ford, como una forma de subrayar las distintas tendencias inculcadas en cada época, en la forma de ser padres.

Por ejemplo, Truby King, quien fue un pediatra de principios del siglo XX, lanzó su libro “Feeding and Care of Baby” en 1913, cuyo método de crianza se basó en una rutina muy estricta, que aconsejaba entre otras cosas, dejar llorar a la guagua para evitar que manipule con el llanto, alimentarla sin falta cada cuatro horas y dejarla por mucho tiempo al aire libre. Estas conclusiones las tuvo tras ver que las crías de las vacas se desarrollaban felices y satisfechas, luego de tener un horario de alimentación determinada y corretear en el campo. Aún hoy, algunas personas continúan utilizando sus consejos, aunque son bastante polémicos. Aquí, un video muestra estos casos.

Y mientras Donald Winnicott, otro pediatra, profundizó sus estudios en la importancia de la relación entre una guagua y su madre en el período de lactancia, para desarrollar adultos sanos, el estadounidense Benjamin Spock lanzó el año 46 su best seller “The Common Sense Book of Baby and Child Care”.

En él, contradijo los métodos de Truby King y todos esos consejos estrictos de la antigüedad, que recomendaban la disciplina dura y no mostrar gestos de afecto con los niños. Al contrario, aseguró que los padres debían ser más flexibles y cariñosos con sus hijos, que éstos necesitaban un entorno alegre y acogedor, que no se les debía pegar porque se truncaba su autoestima, y que las mamás deben confiar en su instinto para criar: “Usted sabe más de lo que supone”, fue la frase que escribió, marcando a toda una generación. Y mientras algunos lo alaban por ser prácticamente el primer médico que habló acerca del trato a los niños con respeto a su potencialidad como adultos, otros lo acusan de ser el “padre de la permisividad”.

Apego, felicidad y el regreso a los viejos métodos

John Bowlby, un psicoanalista inglés que hizo conocida la teoría del apego, fue criado a la usanza antigua de poca relación con sus padres, de criarse con una niñera y educarse en un internado. Es por esto que tenía un especial interés en evitar esas experiencias, traumáticas para él, en los niños.

Su teoría postula que para asegurar un óptimo desarrollo de la personalidad de los hijos, es indispensable el vínculo próximo y la respuesta incondicional de los padres ante las reacciones de los hijos. De este modo, si, por ejemplo, la guagua llora, sus padres la deben consolar, dándole la seguridad emocional que necesita para crecer y explorar su entorno.

Por su parte, la psicóloga británica Penelope Leach se hizo mundialmente conocida tras publicar el año 1977 su libro “Your Baby and Child: From Birth to Age Five”, que ha sido relanzado en las décadas siguientes. Su método enseña a los padres que si hacen a sus hijos felices, más felices serán ellos también, y que es preciso dedicar por sobre todo tiempo y dedicación a la crianza.

Entre sus consejos más famosos, está el ser compasivos cuando las guaguas o niños lloran en la noche, y no dejar que lo hagan hasta el agotamiento, para que no sientan que fueron abandonados; de lo contario, cada vez que se vayan a dormir habrá un drama familiar y, probablemente, desarrollen problemas en el futuro.

En cambio, propone ser constantes con una rutina para dormir, inculcarle al niño que el descanso es importante y, en el caso de que llore, entrar a la pieza y, sin tomarlo en brazos, calmarlo. Luego, se debe salir de la habitación. Este comportamiento se deberá repetir cuantas veces sea necesario para afianzar la seguridad de la guagua.

Finalmente, el último método estudiado por la investigación de Davis fue el de Gina Ford, una enfermera inglesa, sin título formal, que asegura haber trabajado con más de 300 guaguas en su carrera. Ella lanzó un exitoso libro en 1999, llamado “The contented little baby book”.

La fama de Ford ha estado marcada por la controversia, debido a que es una fiel seguidora de los estrictos principios de Truby King, y aconseja seguir una rutina invariable en el día a día de un niño. De esta manera, asegura, terminará durmiendo de corrido durante la noche. Por otro lado, también aconseja dejar que las guaguas lloren por 20 minutos.

A Ford se le acusa de querer impartir un método parecido al entrenamiento de animales y de no tener conocimiento de causa, ya que ella no ha tenido hijos propios. Entre sus detractores está Penelope Leach.
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