Sebastián Vergara, El Mercurio.
Es jueves y la semana le pasa la cuenta a Simón Pesutic. Tiene apenas 18 años y ya debe enfrentarse a un trabajo de horario completo en la televisión y a uno que otro agregado al que se ha intentado acostumbrar, como lo son las fotos de los televidentes en la calle y las entrevistas.
“Soy introvertido, no necesariamente pesado; pero este tipo de cosas me dan como cosa. Hay actores que se alegran cuando van a dar una entrevista, pero a mí no me llama mucho la atención. Yo estoy aquí porque me gusta actuar y esto es la añadidura que tiene salir en la tele, y estoy aprendiendo a relacionarme con la gente”, dice el actor, mientras fuma y a veces, se queja de un dolor de muelas.
Tras su primer trabajo en televisión, “El laberinto de Alicia” -por el que dejó Viña y se vino con su mamá a vivir a Santiago-, el hijo de Mauricio Pesutic ya cuenta con su propio protagónico en “Pobre rico”, interpretando al chistoso de Freddy Pérez; el joven humilde que vio cómo de la noche a la mañana su vida cambió y ahora vive en el barrio alto con su verdadera familia, una adinerada.
A la tele entró por casting, contrario a lo que muchos podrían pensar. El tema de ser hijo de un reconocido actor le pesa cuando la gente cree que está en pantalla por su apellido, y aunque ha dicho que eso le da rabia, sabe que es el precio que tiene que pagar por hacer lo que le gusta.
“Este es un país muy chaquetero y me reconozco también así. Probablemente, si el hijo de un gerente general de una empresa está ahí, uno tiende a pensar que es por el papá. Pero finalmente, en mi caso, mi trabajo está a la vista de todos. Si alguien quiere opinar, que mire. Y si le sigue pareciendo lo mismo, ok, lo acepto. En todo caso, me la banco completa. Es parte de... Yo me metí en esto, estando mi papá acá. Eso sí, siento que una cosa es llegar y otra mantenerse. Si logro mantenerme mañana, voy a demostrar que estoy acá no por mi papá, sino que por mis propias capacidades”.
-Siempre se habla de las complicaciones de trabajar con la pareja, pero poco se dice de hacerlo con el papá. ¿Te reta si vienes desabrigado o si no almorzaste?
“No, con mi papá siempre he tenido una relación buena. Es normal, no es sobreprotector. Es como si lo viera en la casa; absolutamente natural. Trabajar con él tiene el pro de que estamos más tiempo juntos, pero eso también da que peleemos más”.
-Una vez comentaste que tenías miedo de hacer comedia. Pero Freddy Pérez ha sido un éxito.
“Más que miedo, me es un poco incómodo, porque es difícil hacer reír. Genera una reacción inmediata, que es la risa. Si la gente no se ríe, no está funcionando. En ese sentido, no me considero un tipo muy chistoso, con mucha gracia. Al principio me costaba un poco enganchar con la comedia; me la tomaba más en serio. Pero me di cuenta que tomándosela como un juego, se puede llegar a un buen resultado”.
-¿Te consideras fome?
“No, para nada, pero sí soy una persona muy introvertida cuando quiero serlo. Me encanta tirar tallas, pero con un núcleo muy cerrado de amigos. Claramente yo no soy como Freddy. Cuando la gente me ve en la calle, me dice ‘Ah, ¿pero no hablas como él?’. No poh, no hablo así”.
-¿Qué tienes de Freddy?
“Tengo sensibilidad social”.
-¿Aprovechas ser un rostro conocido para participar en algún movimiento?
“Lo que pasa es que tengo más sensibilidad que abanderamiento. Pienso ciertas cosas, pero no necesariamente voy a la calle y las digo. Es mi opción. Encuentro la raja que los demás lo hagan y que este país empiece a despertar del letargo, empiece a educarse y a darse cuenta que las cosas no son predestinadas; que uno no nace con lo que tiene y se muere con lo que tiene, que se puede aspirar a más. Pero creo que se genera una especie de moda frente a temas como ‘No a Hidroaysén’. No me gusta esto de ser un rostro, salir a la calle y dárselas de Che Guevara o de Bono. A veces no le creo mucho a ciertas personas”.
-¿Cómo alguien introvertido, como dices ser, se enfrenta al tema de los fans, las fotos en la calle, los autógrafos, etc.?
“Me da mucho pudor y vergüenza. La tele genera en las personas idealización. Dicen ‘¡Oh, el Freddy! ¡Que bonito!’. Pero el Freddy no es Simón. A veces se me acercan personas súper entusiasmadas y cuando llegan a mi lado, dicen: ‘Ah, éste era el huevón’. El cuento de las fotos y los autógrafos lo acepto. Aunque no lo entiendo mucho, porque nuca lo haría con nadie. Hay cosas más trascendentes que pedirle el autógrafo a alguien. Eso sí, cuando tenía como 10 años, me gustaba mucho el fútbol y le pedí un autógrafo a Beckham”.
-¿A David Beckham?
“Sí. Fue una vez que viajé a Madrid y entré al entrenamiento del Real Madrid. Se lo pedí a él porque nadie más paró.
“Hay gente que se toma muy en serio lo de trabajar para la gente y personas que consideran que gracias a ellas -a los televidentes-, uno tiene trabajo y la teleserie funciona. Me molesta que me exijan cosas, como que deje de hablar por celular porque ellos quieren tomarse una foto, como si fuera parte de mi contrato. También están estas típicas cabras como ‘loléin’, cuicas, que piden una foto como agarrando para el hueveo. Como ‘¡Ah, mira, éste es el Freddy! ¡Pobre huevón!’. Como si uno fuera un mono o un peluche. Pero en general, la gente es muy cariñosa y es bacán”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“El cigarrillo es mi único vicio. Es para pasar la ansiedad y el rato. No me gustan las drogas ni tomo mucho. Pero de hobbie, la música. No toco, pero escucho todo el día. ¡Todo el día! Sin audífonos no puedo vivir”.
-¿Qué música escuchas?
“Rock español y argentino. Mi ídolo es (Andrés) Calamaro. Lo encuentro un loco lindo. Me gusta (Luis Alberto) Spinetta, Charly García, Fito Páez... De los españoles, (Joaquín) Sabina, Fito & Fitipaldis, Quique González, Pereza, Leiva...
“Me gustan las letras, la retórica en general. Más que por la música, lo que me interesa es la letra. Calamaro tiene letras notables. Tiene dosis de cursilería que a veces son necesarias, pero no es Arjona”.
-¿Tu escribes?
“Sí, pero para mí. En Twitter de repente deslizo ciertas cosas, pero son 140 caracteres no más. Escribo ensayos sobre lo que se me ocurra. Temas que me hagan ruido, ficción, la muerte, el silencio...”.